lunes, 7 de octubre de 2019

...COMIDA: necesidad, lujo, desprecio (1)...


...poco más de un mediodía de verano, estación Sur de autobuses, en Madrid. El reloj va marcando las horas de echar algo esófago abajo, es la hora en la que hordas de viajeros sienten esa especie de desasosiego en la boca del estómago, produciéndose una sincronía colectiva de apetitos, más veces por costumbre que por hambre-hambre, esa palabra de la que, en puridad, no tenemos ni idea en estos tiempos de hartazgo en nuestras latitudes (hablando en términos generales...)
El comedero, con perdón (palabra en contexto humano tomada prestada de un libro del gran J. A. Labordeta, -animales y hasta racionales somos- ), el comedor, decía, el restaurante, la cafetería de esta estación no es un ejemplo de buen servicio, al menos en horas puntas, claramente desbordado porque o sobran clientes o faltan camareros...en las mesas se van acumulando las bandejas de otros usuarios que son retiradas por los que van llegando si no quieren quedarse sin pillar mesa...Servidor, hecho tanto a ayunos como a hartazagos según el caso y lugar, sin horarios de comida en el calendario cotidiano, teniendo por costumbre la ausencia de ellas, suele pasar por esta cafetería mayormente en las esperas prolongadas, sobre todo por disponer de una mesa en la que escribir, si viene al caso...pido una cerveza o un café en la barra y me busco un lugar, preferiblemente con buenas vistas a los ocupados comensales, un observatorio desde el que contemplar  el ir y venir, el trasiego de vida, participando como holgazán, zángano, en esa hermandad de hormiguero en la que todos estamos...
...Y como no es la primera vez, ni desde luego será la última, voy a dedicar una página a un ser anónimo, hombre ciertamente, de edad entre media y avanzada, como frisando los sesenta, que con diferente envoltura corporal he visto, he observado, en muchos sitios...no precisamente elegante en el vestir pero tampoco con vestimenta pobre, lo justo para pasar desapercibido, un torpe aliño indumentario, que diría don Antonio Machado ...desapercibido pero no para mí que yendo solo y sin nadie que me distraiga tengo todo el tiempo para mirar, contemplar...
...Este hombre entra, desurgido, da una vuelta, mira en rededor, atraviesa el parloteo de todos, y sin pasar por la barra viene a tomar asiento en una mesa libre de comensales pero en la que quedan bandejas  con los restos de la pitanza...Se sienta y sobra decir que en menos de un minuto ya está como en casa, como si sus compañeros de mesa se hubieran ausentado y él, porque su autobús sale más tarde, se quedó allí...Como por curiosidad, mira a un lado o a otro, presiento que para cerciorarse que no es observado, y cierto que no, cada uno está en lo suyo, y en un servidor, algo esquinado, no repara...todos están en lo que están: en su manduca,  su charla  y, sobre todo, su móvil...
El hombre mueve pieza y ya con total autoridad se apropia de un panecillo que ni ha sido sacado de su bolsa y de un pan cortado a medida evidentemente sin tocar; a su lado un par de cápsulas de aceite de oliva virgen extra, selección, todo un lujo, un sobre con bayoneta (licencia entre amigos, mahonesa o mayonesa) y otro con salsa de tomate...Todo ello irá a la basura...¿irá? iría, que allí está este anónimo disfrutador de los que tanto dejan, y empieza el festín como si el propio Ferrán Adriá se lo hubiera preparado...a un lado hay un generoso vaso de cerveza pero este hombre o es astemio o no tiene sed, así que ni lo toca...falsa apreciación, precipitada, ¿ves? no se pueden sacar conclusiones tan rápidas... al lado hay una lata de San Miguel, el hombre la toma, con un meneo coteja el contenido y antes de pensarlo ya se la ha echado al coleto y por la cara que pone parece que le supo, como diría Conchita, la gentil y afamada cocinera de Arure, en La Gomera...y la vuelve a dejar ya no como estaba con gesto harto agradecido...   
Magro de carnes como aparece, se ve que el hombre es de poco comer y si era por el gusanillo está claro que ya lo ha matado...pero parece pensar, como un servidor, que no hay buena comida sin postre, a ser posible, dulce (que es bueno, dicen, para el cerebro en esto de las digestiones) y veo cómo ve que en la otra bandeja hay un platito con un pastel de los llamados San Marcos, (el evangelista del león, el patrón de Venecia, el rey de los charcos, alcalde perpetuo de Agulo, La Gomera...todo esto no viene a cuento de este cuento pero me he sentido inspirado)   y a su lado la brillante cucharilla, el pastel está sin tocar y la cucharilla limpia como una patena. Se lo come mansamente, diría yo que con mística unción, y bajando a la tierra, de donde se ausentado un momento en ese rapto de dulzura, parece estar pensando, como yo algunas  veces, que un buen postre remata una buena comida...¡SALUD!             
      


...según la FAO son unos 1.300 millones de toneladas los alimentos que cada año acaban en la basura...88 millones de toneladas en la Unión Europea, un cuarto del total...los ciudadanos europeos son los primeros derrochadores de comida en la cadena alimentaria...el 53% del desperdicio proviene de los hogares, seguido del procesado de alimentos y los servicios de catering y restauración...en España se calculan unos 135 kilos por persona al año...todo ello sin contar los daños colaterales... (apuntes tomados de varias fuentes periodisticas)  

En una segunda entrega contaré entrañables historias que me llevarán del huerto de mi casa a RumanÍa, pasando por otros lugares de cuyo nombre no me acuerdo...¡SALUD!  

6 comentarios:

  1. Amigo Don Antonio, tego que reconocer, que lo primero es lo primero, muchisimas gracias por tus comentarios, que es un lujo poder leerlos y disfrutarlos. La verdad que despuesde mirar el diccionario un par de veces (es un Pegote, fueron más) para poder entender perfectamente lo que estabas transmitiendo. Te juro que estaba pasmado de la perfección del relato, que capacidad de redacción, que pluma, etc. etc. Hasta que me dí cuenta: este relato, no se puede redactar con tanta excelencia, sin haberlo vivido en las propias carnes, y ya es donde me cai de la burra. Asi es como me gustan a mi las personas, con capacidad para salir de cualquier situación, sin tener que recurrir al jodido dinero. Es un lujo poder tener un amigo, que en caso de necesidad, copias de el y sales de cualquier apuro, por complicado que sea...(se me caen las lagrimas, gracias D. Antonio) SALUD Y UN ABRAZO DESDE PONFERRADA - EL BIERZO - LEON - ESPAÑA

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  2. ...MIRA, amigo César, déjate de lágrimas que ya el Sil lleva suficientes, llantos de siglos de historia...¡quién viera de nuevo el Sil, el Boeza y el monte Pajariel!
    Habría que hablar, tendría que contar, tanto sobre estas situaciones...siempre me asombró, y cada vez más, la facilidad, la capacidad de la mayor parte de la gente, ajeno a su poder adquisitivo, que dejan, tiran, desprecian la comida...es un delito de lesa humanidad contra nosotros mismos...en fin, el tío Paco va viniendo con su paquete de rebajas...un fuerte abrazo y aquí estoy en La Gomera, haciendo un cursillo acelerado para adaptarme sin traumas a la jubilación que me viene...

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  3. Amigo José Antonio, qué bien describes (eres un magnífico narrador) un hecho tan dramático y tantas veces denunciado por Cáritas y otras ONG. Creo que mucha culpa de ese vergonzoso derroche es por falta de una buena educación en las familias.
    Un abrazo.

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    1. ...creo, amiga Mari Carmen, que llegaremos a aprender, si es que hay tiempo, no por la educación (respeto, agradecimiento...) sino porque ya no quede más remedio, a la fuerza...sigo contando casos en otra entrega....un fuerte abrazo...

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  4. Antonio, esta vez estamos totalmente en sintonía. Cómo a mi me molesta la manera de comer, el comportamiento en la mesa de mucha gente. Es que casi no me gusta más salir a comer en un restaurante. En las ciudades grandes de mi país puedes observar la gente comiendo en muchas ocasiones. El desayuno en el tren, el almuerzo en la calle, caminando, la comida en la mano. Por la tarde un helado, un dulce, también en la calle. Hay muchas cosas "to go" para no perder tiempo. Esta comida "to go" produce un montón de basura, papel y plástico y además adipositas.
    Aúnque hay muchos programas en la tele para hacer una comida cada vez menos gente cocina. Se pierde el aprecio para los alimentos, hay siempre y por doquier comida durante todo el día (y la noche).
    Recuerdo el cuadro de Millet "El toque de campanas de ángelus" (no sé si es la expresión española correcta). Un pareja, campesinos, trabaja en el campo. Oyendo las campanas al mediodía paran, rezan, meditan. Cuanta tranquilidad da este cuadro. Que bien hacer una pausa, parar, tomar atención y concentración. Y darse cuenta, que lujo es, tener el plato lleno cada día y que nuestra tierra y el mar producen productos tan ricos y buenos para la salud. De vez en cuando hay que decir GRACIAS.
    Un abrazo

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  5. ...¿de vez en cuando?...no conozco más oración que la de GRACIAS...
    El cuadro de Millet (conocido popularmente como El Ángelus) probablemente lo vieras también en la casa familiar en Baeza...A mi hermana Paz le atrae, en sí, y por la historia que esconde.Gracias por recordarlo. Y hablando de comida, decía un amigo mío que..."nos hemos convertido en tubos digestivos"...bueno, un fuerte abrazo.

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