sábado, 24 de marzo de 2018

...IL CUORE Y SUS LATIDOS…



… buscaba el otro día una poesía de Carlos Bousoño de la que sólo conocía la frase “…de tu pecho los latidos están contados…” y ya se sabe lo que suele ocurrir en estos casos: que te pones a buscar y una cosa va tirando de otra, como cerezas en cesta, y cuanto más buceas más gusto le encuentras… Profundidades, con sus tesoros, parece que estuvieran esperándote, esperando la tecla del ordenador que las saque a la luz un momento  para regalo del que la pulsa…Y me vino a la pantalla este fragmento, ciertamente curioso…

Aunque suena a fantasía de la new age parece ser que venimos al mundo con un número máximo de latidos disponibles y, cuando se produce el último, game over. A razón de 60 latidos por minuto, los 2.000 millones se cumplen en torno a los 64 años, más o menos la esperanza de vida media mundial en 2012 (68 años).
Pero no menos de la mitad de esos 64 años se han alcanzado gracias a los avances en la salud y la higiene en los últimos 200 años. Anteriormente, la vida humana estaba equiparada a la del resto de los animales: unos 1.000 millones de latidos, según el sorprendente cálculo de Geoffry West, físico teórico del Instituto de Santa Fe (EEUU), que aparece citado en el libro “Simplejidad”, de Jeffrey Kluger.
“En general, todos los animales de una clase particular (anfibios, aves, peces, mamíferos o reptiles) tienen el mismo número establecido de latidos por vida. Para los mamíferos, el presupuesto de latidos es aproximadamente mil millones. Una musaraña, que pesa unos 21 gramos, tiene un ritmo cardiaco de 850 latidos por minuto, y eso cuando está en reposo. Cuando el animal está asustado o huyendo puede llegar a los 1.500 latidos. A este ritmo, la pequeña musaraña ha muerto al cabo de dos años. Algunas especies de ballenas, por su parte, tienen un ritmo cardíaco que puede ser tan lento como 10 o 15 latidos por minuto (…) No es ninguna coincidencia que se frecuente que una ballena viva hasta los cien años, ni que se estimara que la más vieja que se haya estudiado jamás rondaba los 211 (…) Se han descubierto ballenas francas de Groenlandia con cabezas de arpones rotos en la piel que tenían un siglo de antigüedad”
En realidad el cálculo de West está en deuda de una elegante fórmula elaborada varias décadas antes por el químico suizo Max Kleiber, quien también se preguntaba por la relación inversa entre metabolismo y tamaño de los animales. La fórmula resultante es la siguiente: el total de energía consumida por unidad de peso es proporcional a la masa de este animal elevado a la potencia ¾. Al tratarse de una potencia menor de 1, cuanto mayor es el animal menor es su consumo energético relativo.
Salvo los humanos, por la acumulación de conocimientos que devino en ciencia, la fórmula vale para cualquier mamífero: las gacelas viven entre 15 y 20 años y los rinocerontes llegan a 50.
Pero lo más interesante de la fórmula de Kleiber es que, como ha demostrado West, es aplicable a las células -las mitocondrias también se rigen por el ratio de crecimiento ¾- y otros ámbitos fuera de la biología, como el tamaño de las ciudades o la distribución de las palabras en casi cualquier texto escrito.
Es como si todo el mundo físico fuera un gigantesco fractal regido por las mismas fórmulas matemáticas. A qué se debe es una incógnita: “No sabemos por qué es una ley tan poderosa y común”, afirma  un científico entrevistado en el libro.
Con información de la Organización Internacional de la Salud.


…Generoso, pródigo, a veces hasta el derroche y, sobre todo, ajeno al mañana, este corazón, ése que en boca de algunos alumnos míos “no te cabe en el pecho”, me lleva ahora por estos andurriales de Symi, y así, por un puñado de latidos (…centenares de miles, un millón, él sabrá…) voy llegando día sí y casi día también a los remotos lugares de esta isla, más remotos por mor de que solo se puede llegar a pie o en barquito y por solitarios que por la lejanía…A veces voy algo avisado de lugares que encontraré gracias a escuetos mapas que me han facilitado, pero la mayoría de las veces me salen al encuentro, como encajadas en el sobrio, silente, paisaje, ermitas, que parecen ser el ánima de estas tierras ortodoxas…Agios Nikolaos, Agios Vasilios, Agia Marina, Agios Giorgios…Sólo en Symi, me dicen, hay más de un centenar de ellas regadas por su abrupta geografia, ya he perdido felizmente la cuenta de las que llevo…Aquí os participo algunas de éstas, con especial hincapié en la que precede a este párrafo, que me apareció así, como una aparición blanca recortada en el azul del Egeo la tarde que siguiendo una huella llegué a la playa que os muestro…(Agios Vasilios, San Basilio, vamos)…









 Casi se me olvida el soneto de Carlos Bousoño que está en el origen de esta entrega


El vivir de la amada
Yo sé que de tu pecho los latidos
están contados. Corazón, haz lento
tu misericordioso movimiento
y leves tus quejidos doloridos
por ese cuerpo, donde mis sentidos
ponen todo su amor, donde me siento
morir a cada golpe ceniciento
de tus redobles graves y oprimidos.
Y tú, ventana de mi amor, aldea
mía de paz, caricia que sestea,
umbral del mundo, amor de cada día.
Dame tu fe, tu claridad, mi estrella,
dime que existe lo que yo sabía
cuando era niño en la ciudad aquella…

Otro día más ermitas…

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