jueves, 24 de octubre de 2019

...EPITAFIOS (1).....

LA MUERTE NO ES APAGAR LA LUZ, ES TAN SOLO APAGAR LA LÁMPARA PORQUE HA LLEGADO EL AMANECER.
(Rabindranath Tagore)



EPITAFIO, su etimología nos lleva, cómo no, al griego: 
epi” (sobre) y “taphos” (tumba)
La RAE dice: Inscripción que se pone,  o se supone puesta, sobre un sepulcro o en la lápida o lámina colocada junto al enterramiento.

Epitafios, laudas sepulcrales, estelas funerarias, piedras labradas, talladas, letras escritas en la piedra o pegadas con silicona...recuerdos para alargar lo efímero de la vida, para ensanchar la transitoriedad de nuestro paso por este proceloso mundo, glosar al que se llevó la muerte, al que se fue 
p´al silencio, como decía Atahualpa Yupanqui... 


No es novedoso decir cuánto incluyo la visita a los cementerios en mis viajes, es una constante, no hay viaje completo sin ellos, como no lo hay sin mercados, sin miradores, sin bibliotecas, sin callejeos, sin museos, sin montañas, sin catedrales, sin ermitas y monasterios, sin templos en general, sin cuevas, sin bosques, sin algunos bares y cafeterías, sin puentes, sin alongarme sobre los pretiles de los ríos, sin amigos ...y lo que surja...(como aquello tan socorrido hoy de "busco amistad y lo que surja...)
 Ya he contado que hay cementerios inmensos y mínimos (de una sola tumba), cementerios muy especiales, caso del de los nombres perdidos de Viena, cementerios históricos, cementerios que son museos al aire libre,  monumentales como el Staglieno de Génova, por no citar muchos, cementerios literarios, cementerios musulmanes, judíos, cementerios bosque, cementerios paraíso...Mi colección fotográfica al respecto es vasta, ni yo sé cuánto tengo por muy ordenado que lo tenga. 
A veces me preguntan por este gusto mío por los camposantos, por las necrópolis, como si fuera una obsesión o algo tan extraño...sabiendo que al fin y al cabo todos seremos un día difuntos ¿no es un poco, o bastante, como si ya lo fuéramos...? ¿Entonces...?... "somos un almita que lleva un cadáver a cuestas" que decía Marco Aurelio, o aquella respuesta que dio Valle Inclán  cuando le preguntaron qué quería ser de mayor: "Yo, cadáver", no podía ser menos...y ¡cuánta vida se percibe en los cementerios y en los rituales de la muerte, incluso en los más prosaicos de hoy en día...Somos vida y muerte a partes iguale y la frontera entre ellas es sólo aparente...  
  


 ...Los cementerios vienen a ser como un reflejo de la propia vida, lo son, como todas las ceremonias alrededor de la muerte...Quien no va a ellos nada más que en las ocasiones preceptivas, no sabe lo que se pierde...(lo mismo diría de las iglesias, de muchos lugares a los que la gente, por lo que sea, no entra sino cuando la vida da un empujón...*)
* Reseño al respecto el recuerdo de un amigo que encontré en el aeropuerto Tenerife Sur. Hababla del ajetreo, el bullicio, el mareante ir y venir propio de estos lugares. Yo le sugerí la capilla, un lugar poco o nada visitado en los aeropuertos, un lugar abierto a todas las creencias y a ninguna -que ya es una-, verdadero remanso en mitad del remolino. "¿la capilla?, uf, es que me da un poco de repelús" me dijo... tal vez lo mismo puede pasar con los cementerios, "uno de los pocos lugares donde se puede pasear sin el agobio de tanta gente" me decía el otro día una amiga, ay, hablando del cementerio de Granada...      



Formando parte de mi colección de arte fúnebre, no tanto un capítulo aparte sino complementario, atesoro, sí, no es excesiva palabra, una amplísima colección de  EPITAFIOS...El soporte de buena parte de ellos (por ejemplo, aquellos tan "jugosos" que retraté por los cementerios de América del Sur), es en dispositivas, que esperan un día su redención digital...
Aquí os presento un buen ramillete de ellos, incluyendo un par de relieves...
Epitafios escuetos, explayados, ingeniosos, enigmáticos, originales, entrañables, decididamente tristes, pretenciosos, irónicos, nostálgicos, desgarradores...todo cabe...como en la propia vida...
  
ADIÓS

SOY LIBRE
EN LA TUMBA DE ALFREDO KRAUS
 CEMENTERIO DE VEGUETA
(LAS PALMAS DE GRAN CANARIA)

SEÑOR, NO ME REPRENDAS CON TU ENOJO
 NI ME CASTIGUES CON TU IRA
(LIBRO DE LOS SALMOS)

EN AMOROSO RECUERDO DE...

MUY QUERIDO

HASTA EL AMANECER

LO HICE A MI MANERA
(HICE MI CAMINO)

AQUÍ DESCANSA ALGUIEN QUE NUNCA ANTES DESCANSÓ


...UN ALMA ATORMENTADA AL FIN EN PAZ...

TRISTEMENTE  FALLECIDO
QUE DESCANSES EN PAZ


SUS VECINOS Y AMIGOS 






JUNTOS DE NUEVO

NADA LLEVO EN MI MANO
SOLAMENTE ME AFERRO A  TU CRUZ


HIJA HERMANA COMPAÑERA AMIGA




EN PAZ



LO
 QUE
 VIVEN
LAS VIOLETAS
 









Si después de morir queréis escribir mi biografía 
no hay nada más sencillo.
Tiene sólo dos fechas:
la de mi nacimiento y la de mi muerte.
Entre una y otra todos los días son míos.
(Fernando Pessoa)



RESPETO PROFUNDO a las lápidas expuestas.
Contribución a las cercanas festividades de Todos los Santos  y difuntos... 
(habrá una segunda entrega de epitafios, amenazo...)

jueves, 17 de octubre de 2019

...COMIDA: necesidad, lujo, desprecio (y 2)...




Rumanía, en Cluj Napoca, capital de Transilvania, octubre de 1991. Voy viajando en bicicleta por un país depauperado, un país en el que abunda la escasez (también abunda la hospitalidad, como reiteradamente pude comprobar). Había escasez de todo, cuando no carencia absoluta de lo básico. Colas kilométricas de coches, mayormente los famosos “Dacia”, estilo Renault 12, con gente en su interior pasando días y noches aguardando el día que habría gasolina. Colas para comprar pan, mantequilla, leche…colas que en el mismo orden que se hacían se deshacían cuando se daba la voz de que se había  acabado la mercancía por ese día… En un tren nocturno al regreso de un día de montaña con unos amigos por los Cárpatos, el revisor va mirando los billetes ayudado de una linterna: mi amigo Andrei me dice que la gente se lleva las bombillas…Otro amigo me cuenta que su abuela durante el tiempo de Ceaucescu tenía dinero suficiente para comprar una casa y ahora, en el nuevo tiempo, con el mismo dinero, apenas le daba para comprar una lavadora…Antes, suficiente dinero pero poco que comprar, ahora, años después, capitalismo en regla: mucho que comprar pero escaso poder adquisitivo…Esto es un preámbulo de este recuerdo de aquel tiempo:  
Paso por una cafetería y me decido a entrar más que nada por ver el panorama…entre la puerta exterior y la puerta acristalada del interior, se concentra un grupo de niños, adolescentes apenas. Dentro, ocupan las mesas algunas parejas, algunas familias…se oye el tintineo de las cucharillas, el rumor de las conversaciones…techos altísimos, pesados cortinajes de terciopelo burdeos un tanto ajado, una cierta prestancia dentro de la evidente decadencia. Ocupo una mesa y pido…hay café, té y una escueta selección de dulces y galletas…Miro la gente…Se levanta una familia y conforme salen sus componentes entran dos de los muchachos que antes vi en la puerta: con orden, como si todo estuviera tácitamente dispuesto, sin molestar a nadie y aceptado por todos, se dirigen a la mesa que ha dejado la familia antes de que los camareros retiren el servicio: uno se echa a la boca las escasas gotas de café que han dejado, otro engulle las migas que quedan en los platos, rebañan lo que pueden, lo dejan todo limpio y se van…la operación se repetirá, con otros niños, los siguientes, cuando otras mesas se desocupen…

....caminando por esta España no son pocas las veces que me he encontrado escenas como éstas: camiones de fruta, verdura... tirados...o campos de frutales con el fruto cayendo y pudriéndose... 
Varsovia, Polonia, septiembre de 1991. Paso unos días caminando, contemplando la ciudad. La encantadora plaza del Mercado, fachadas en tonos pastel, impecable, evocadora, el corazón de la ciudad, plaza que fue destruida por completo en la segunda guerra mundial  y que se reconstruyó tal y como era con sus planos originales con gente venida de todo el país a echar una mano. Paseo por sus calles aledañas y me decido a entrar en lo que parece un lugar popular. Sitio humilde, sin adornos, limpio, mesas de madera, más tipo comedor que restaurante, gente sencilla y educada hace cola para acercarse a una ventanilla donde se pide lo que sea, se paga, te sirven y te vas a una mesa con lo pedido. Sobre la ventanilla cuelga una pizarra con el nombre de los platos a pedir escritos con tiza, obviamente en polaco…No entiendo nada pero no quiero irme sin comer, me pongo en la cola y mientras avanza fijo mi atención en lo que me parece más fácil de pedir, tratando de aprendérmelo, repitiéndolo mentalmente para soltarlo en cuanto me llegue el turno…me toca pedir y suelto mis palabras de imposible reproducción. Veo con alivio que el buen hombre no me pregunta que qué digo, se ve que me ha entendido, veo cómo se dirige a por mi comanda: pone ante mí un plato, hondo (una sopa, pienso, no está mal ) lo llena de macarrones, tal cual, (ahora me traerá salsa de tomate…sigo pensando que di en la tecla)…lo que trae es una jarra de leche que echa sobre la pasta… pago…y marcho para la mesa, la más solitaria, la más apartada…
No puedo, la leche me arripia (arripiarse, palabra canaria: estremecerse repentinamente el cuerpo por sentir escalofrío u otra sensación desagradable), no soy delicado, no me veo tan apurado para tanto sacrificio, pero cómo dejar la comida, qué falta de respeto a la comida, al hombre que me la ha servido, al lugar, pienso en los negritos con el costillar bajo la piel y con sus vientres hinchados por comer tierra que nos contaba aquel misionero en el seminario, Antonio, ¿qué vas a hacer?…Me armo de valor y aprovecho el momento en que creo que nadie me ve, salvo mi conciencia, domeñada en ese momento, y con tanto alivio como vergüenza salgo lo más raudo que puedo a la calle y me pierdo entre la gente… 

...el vulpus panis, endemismo  de la sierra de Cazorla...

Hasta 1984, año en que murió mi padre, en mi casa había una marranera (chiquero, corte, zolle, cochinera...) en la que se engordaban marranos (cochinos, cerdos, guarros, tocinos...) a los que su San Martín les llegaba por navidad. Comían de todo: papas cocidas, pienso, granos, gallinas recién muertas o por morir (teníamos una granja)...pero no había que ser cerdo para comprender que su festín mayor era los lunes o los días siguientes de una fiesta... mis primos trabajaban en un restaurante y traían los sobras, unas sobras con las que se podía haber alimentado una piara, y no solo de cerditos. Las traían en cubos cilíndricos de tamaño cumplido y para mí que cuando escuchaban la voz de mi prima ya se preparaban para el banquete...Vaciábamos los cubos: restos, y más que restos, de bistecs, chuletas, solomillos, panes, verduras, pescados, frutas...Al volcarlos se me antojaba que aquello era una vomitona,  la boca de un gigante indigesto...Se ponían morados, comiendo incluso de su propia carne, y yo miraba aquello y no voy a escribir lo que pensaba o de lo que me acordaba para no repetir lo que digo en esta misma página.... ¡cuánto dinero, cuánto desprecio, cuánto valor a la basura!...
     



...Aquí, a la derecha, a simple vista parece una mesa dispuesta para recibir a los comensales, o que éstos se han apartado discretamente para que alguien retrate la mesa con sus viandas...¡PUES NO! Los comensales acaban de marcharse y han dejado la mesa como se ve, con más sobras que alimentos engullidos. Una ensalada grande, un puchero canario, una ración de croquetas de jamón ibérico y un plato que no acerté a escuchar a la hora de pedir. Eran madre e hija, que así les escuché, sus voces se colaban en mi soledad vecina con su mesa, madre e hija como de 50 y 25 años, y no se crean que tenían pinta de delincuentes gastronómicas derrochonas de la comida, de terroristas atentando contra los dones de la naturaleza, ni de dilapidar su dinero...no, tenían aspecto de normal para arriba, nada que ver con quien esto escribe que, una vez más, no daba crédito...lástima no estuviera aquí aquel comensal del que hablaba en la página anterior y que tantas veces, bajo otros rostros en otros lugares, he visto...
      











En el mismo viaje de Rumanía y Polonia., cuatro o cinco meses antes por un lugar de Francia,  La noche se me echa encima y creo encontrar buen acomodo para extender el saco en la zona un poco más oscura en los aledaños del supermercado Intermarché, el de los mosqueteros, en lucha contra los precios altos, me parece que rezaba la publicidad…la noche va bien, el lugar está tranquilo, estoy en el primer sueño cuando me despierta un ruido de bolsas, unos murmullos, unas tapaderas... con más temor que curiosidad miro hacía la zona más iluminada: uno cuantos evidentemente mendigos, están asaltando los contenedores donde unas horas antes, a mi llegada, había visto tirar bolsas del supermercado…


...
...Es asombroso cómo de un tiempo para acá proliferan los programas sobre comida, cada cadena tiene los suyos, incluso canales temáticos... como decía mi amigo, "nos van convirtiendo en tubos digestivos"...Veo con evidente nostalgia algún programa que otro de aquellos de 1.967 con Maruja Callaved, "Vamos a la mesa", o los posteriores de Elena Santonja, tan ilustrados, "Con las manos en la masa"...La chefmanía nos tiene copados... 
...y pese a todo, y para que no se diga que no tengo sentimientos, culinarios, y que no estoy al tanto de los movimientos de la nouvelle cuisine, reconozco sin pudor que me gustaría gastarme unos cuartos en esos menús degustación de afamados chef, tomar, gustar, catar (comer me parece verbo poco apropiado en estos casos) una deconstucción, una esferificación, un coulis, una guarnición olfativa, un tartar de lo que sea, un aspic de lo que me pongan, un surtido de bocaditos, llamados mistekés  (neologismo familiar), bocattI di cardinale (e papale)...sin olvidar la leche de hormigas en hojaldre de mango y los sesos de canario vuelta y vuelta con trufa y boletus en espejo de oliva... 


...tengo más historias, personales y ajenas, al final todas mías, pero para muestra son suficientes estos botones...
¡BUEN PROVECHO!

NO HAY AMOR MÁS SINCERO QUE EL QUE SENTIMOS POR LA COMIDA, que decía el ingenioso irlandés George Bernard Shaw...

lunes, 7 de octubre de 2019

...COMIDA: necesidad, lujo, desprecio (1)...


...poco más de un mediodía de verano, estación Sur de autobuses, en Madrid. El reloj va marcando las horas de echar algo esófago abajo, es la hora en la que hordas de viajeros sienten esa especie de desasosiego en la boca del estómago, produciéndose una sincronía colectiva de apetitos, más veces por costumbre que por hambre-hambre, esa palabra de la que, en puridad, no tenemos ni idea en estos tiempos de hartazgo en nuestras latitudes (hablando en términos generales...)
El comedero, con perdón (palabra en contexto humano tomada prestada de un libro del gran J. A. Labordeta, -animales y hasta racionales somos- ), el comedor, decía, el restaurante, la cafetería de esta estación no es un ejemplo de buen servicio, al menos en horas puntas, claramente desbordado porque o sobran clientes o faltan camareros...en las mesas se van acumulando las bandejas de otros usuarios que son retiradas por los que van llegando si no quieren quedarse sin pillar mesa...Servidor, hecho tanto a ayunos como a hartazagos según el caso y lugar, sin horarios de comida en el calendario cotidiano, teniendo por costumbre la ausencia de ellas, suele pasar por esta cafetería mayormente en las esperas prolongadas, sobre todo por disponer de una mesa en la que escribir, si viene al caso...pido una cerveza o un café en la barra y me busco un lugar, preferiblemente con buenas vistas a los ocupados comensales, un observatorio desde el que contemplar  el ir y venir, el trasiego de vida, participando como holgazán, zángano, en esa hermandad de hormiguero en la que todos estamos...
...Y como no es la primera vez, ni desde luego será la última, voy a dedicar una página a un ser anónimo, hombre ciertamente, de edad entre media y avanzada, como frisando los sesenta, que con diferente envoltura corporal he visto, he observado, en muchos sitios...no precisamente elegante en el vestir pero tampoco con vestimenta pobre, lo justo para pasar desapercibido, un torpe aliño indumentario, que diría don Antonio Machado ...desapercibido pero no para mí que yendo solo y sin nadie que me distraiga tengo todo el tiempo para mirar, contemplar...
...Este hombre entra, desurgido, da una vuelta, mira en rededor, atraviesa el parloteo de todos, y sin pasar por la barra viene a tomar asiento en una mesa libre de comensales pero en la que quedan bandejas  con los restos de la pitanza...Se sienta y sobra decir que en menos de un minuto ya está como en casa, como si sus compañeros de mesa se hubieran ausentado y él, porque su autobús sale más tarde, se quedó allí...Como por curiosidad, mira a un lado o a otro, presiento que para cerciorarse que no es observado, y cierto que no, cada uno está en lo suyo, y en un servidor, algo esquinado, no repara...todos están en lo que están: en su manduca,  su charla  y, sobre todo, su móvil...
El hombre mueve pieza y ya con total autoridad se apropia de un panecillo que ni ha sido sacado de su bolsa y de un pan cortado a medida evidentemente sin tocar; a su lado un par de cápsulas de aceite de oliva virgen extra, selección, todo un lujo, un sobre con bayoneta (licencia entre amigos, mahonesa o mayonesa) y otro con salsa de tomate...Todo ello irá a la basura...¿irá? iría, que allí está este anónimo disfrutador de los que tanto dejan, y empieza el festín como si el propio Ferrán Adriá se lo hubiera preparado...a un lado hay un generoso vaso de cerveza pero este hombre o es astemio o no tiene sed, así que ni lo toca...falsa apreciación, precipitada, ¿ves? no se pueden sacar conclusiones tan rápidas... al lado hay una lata de San Miguel, el hombre la toma, con un meneo coteja el contenido y antes de pensarlo ya se la ha echado al coleto y por la cara que pone parece que le supo, como diría Conchita, la gentil y afamada cocinera de Arure, en La Gomera...y la vuelve a dejar ya no como estaba con gesto harto agradecido...   
Magro de carnes como aparece, se ve que el hombre es de poco comer y si era por el gusanillo está claro que ya lo ha matado...pero parece pensar, como un servidor, que no hay buena comida sin postre, a ser posible, dulce (que es bueno, dicen, para el cerebro en esto de las digestiones) y veo cómo ve que en la otra bandeja hay un platito con un pastel de los llamados San Marcos, (el evangelista del león, el patrón de Venecia, el rey de los charcos, alcalde perpetuo de Agulo, La Gomera...todo esto no viene a cuento de este cuento pero me he sentido inspirado)   y a su lado la brillante cucharilla, el pastel está sin tocar y la cucharilla limpia como una patena. Se lo come mansamente, diría yo que con mística unción, y bajando a la tierra, de donde se ausentado un momento en ese rapto de dulzura, parece estar pensando, como yo algunas  veces, que un buen postre remata una buena comida...¡SALUD!             
      


...según la FAO son unos 1.300 millones de toneladas los alimentos que cada año acaban en la basura...88 millones de toneladas en la Unión Europea, un cuarto del total...los ciudadanos europeos son los primeros derrochadores de comida en la cadena alimentaria...el 53% del desperdicio proviene de los hogares, seguido del procesado de alimentos y los servicios de catering y restauración...en España se calculan unos 135 kilos por persona al año...todo ello sin contar los daños colaterales... (apuntes tomados de varias fuentes periodisticas)  

En una segunda entrega contaré entrañables historias que me llevarán del huerto de mi casa a RumanÍa, pasando por otros lugares de cuyo nombre no me acuerdo...¡SALUD!