..Cuando hace como un mes saqué el económico pasaje Madrid/Roma estaba por la India y mis planes romanos eran muy otros. A la postre los planes que salieron no me dan lugar a echar de menos los que tenía previstos.
Desde hace meses se venía anunciando una exposición excepcional sobre el maestro del claroscuro, Michelangelo Merisi, conocido como Caravaggio. Ir a visitarla como principio de otro largo viaje no era mal plan...plan que se vino abajo cuando, hace unos días, al ponerme a reservar mi entrada en el palacio Barberini vi que estaba todo vendido hasta julio...bueno, pensé entonces en los museos vaticanos...tampoco: imposible visitar la capilla sixtina por el tema papal...Roma es inagotable y planes no faltan... Eché mano de opciones alternativas más lo que surgiera: la iglesia de santa María Maggiore y la del Gesú, ambas joyas barrocas, esta con el brazo del santo Francisco Javier y la otra con la recién estrenada tumba del Papa Francisco...
...fue en GOA, en el entonces recién empezado viaje a la India, donde leí que en su día alguien se trajo a Roma el brazo derecho del santo de Javier, ese que tenían que sujetarle para poder seguir bautizando. Ahí se encuentra, como reliquia mayor de este templo donde uno no sabe dónde mirar ante tanta maravilla...
...y lo mismo se puede decir de santa María Maggiore, contrastando con la extrema sencillez de la tumba del Papa, cuya visita provoca largas colas...
...en el camino entre ambas iglesias, en la de san Marcelo, el reclamo irresistible de estos dos cuadros traídos de sus lugares habituales: Rembrandt y Burnand, bajo el lema "Camino de la Esperanza"...
...más que la cena de Emaús, el de Rembrandt, me impresionan esos rostros de Pedro y Juan, mezcla de incertidumbre y esperanza, camino del sepulcro a ver si es verdad lo contado por las mujeres...
...aunque no he dejado de venir de vez en cuando a Roma esta vez tenía el propósito de completar con poses actuales aquellas de la vez primera en 1989, fusionando tiempos de mi vida, en este ya tiempo de cosecha y despedida...Tanto el plan primero como el de sustitución incluía, a la tarde, llegarme a Villa Bonelli, barrio residencial romano, para tratar de localizar a la familia Carboni con la que perdí comunicación a primeros de este siglo, no recuerdo bien...
Dejado el tren puse dirección a la parroquia Nuestra Señora de Valme, una advocación traída de Dos Hermanas, Sevilla, regentada por padres españoles. La parroquia era mi única posibilidad, a ella pertenecía la familia Carboni, algún día estuvimos en misa...había que probar suerte...
...Esta historia muy personal se remonta a 1989 en aquel, para mí, iniciático viaje en bicicleta, PANDORA, en torno al Mediterráneo, un viaje que devino decisivo en mi vida, suponiendo un evidente antes y después en mi forma de viajar y, en conjunto, de vivir...
Era primeros de julio. Había conseguido salir de las gratas redes de la casa de Tina en Damasco y continuaba pedaleando en un viaje ya en plenitud tras haber pasado el norte de África... Así llegué hasta Palmyra, el lugar de aquellas imponentes ruinas...allí, a la escueta sombra de los arbolitos frente al hotel Zenobia (aquella aguerrida, montaraz, reina que plantó cara a los romanos...) amistè con la familia Carboni: Antonio, Diana y su hijo Marco. Viajaban con una furgoneta, camper. Conversamos, me invitaron a comer, y no sin pena nos despedimos a la tarde, quedando en que cuando pasara por Roma, sabía Dios, meses más tarde, nos volviéramos a ver. Aún recuerdo a un emocionado Antonio agitando su brazo por la ventanilla y diciendo a Roma, a Roma, ti aspettiamo a Roma... Pasó el tiempo, pasó Siria, pasaron Turquía y Grecia, pasó la antigua Yugoslavia, entré en Italia por Trieste y si preguntando se llega a Roma igual llegué a Villa Bonelli...eran los primeros días de octubre, días aquellos, ¡gloriosos días romanos!...
Entré al templo y me dirigi a una señora sentada junto al órgano. Pregunté por el padre Alfredo, bien lo recordaba, era de Madrid y fue el que a través de algún contacto propició mi visita gratuita a los museos vaticanos...
"Es aquel que está sentado allí" (en la foto la persona que queda del todo a la derecha)...me acerqué sintiendo como 36
años se iban reduciendo a ese momento...
Padre Alfredo, ¿puedo hablar con usted?
Usando sus muletas se levantó no sin trabajos...salimos por una puerta lateral y le conté, apoyado por las fotos que traía en el teléfono, diapositivas de aquel tiempo digitalizadas en la pasada pandemia...
...en la conversación estábamos cuando pasó un cura para decirnos que ya habíamos Papa...(yo sí que me sentía en plena personal fumata)...
El padre Alfredo llamó a Antonio Carboni y con la dirección retomada, Vía Ripandelli, hacía allí me dirigí... él mismo me abrió la puerta y ¡qué momento el del abrazo!. Un anciano delgadito, pero bastante derecho aún y, como no tardé en comprobar, muy lúcido...
Me contó que Diana murió a primeros de este siglo, noticia que sí conocía, y detalles que yo no recordaba, como el que me regaló un reloj para sustituir el que me sustrajeron en Damasco...y que envié un regalo a Marco cuando su boda, confirmado por el propio Marco que en ese momento estaba de viaje...
Fue una de las grandes, íntimas, alegrías de mi vida. Mientras buena parte del mundo católico celebraba el nuevo papa yo me celebraba en elaborados encuentros como este que daban sentido mayor, aún, a mi vivir... No me asombro haber perdido contactos más me asombro haber conseguido mantener tantos. Este, romano, volvió a mi vida...como viajero perenne y perentorio hago votos de volver a Roma, a encontrar a Marco, con el que tengo contacto vía wasap. Según me contó aún conserva y usa el cavaletto (trípode) que llevaba en dicho viaje y que le regalé, está casado, como sabía, y tiene cuatro hijos (mi amiga Alicia indagó a través de Facebook pero no dimos con él...)..en fin, omito detalles de este encuentro fácilmente imaginables...un genuino regalo de la vida de viajero....
Parafraseando el verso de Quevedo:
...encontré a Roma en la propia Roma...
36 horas y 23 km, metafísica romana.
Con la satisfacción del deber cumplido 🤦♂️
seguía viaje para el sur, camino de la antigua Lucania y de Grecia...
Amigo don Antonio, la verdad, es que no dejas de admirarme por tu capacidad para disfrutar lujos, que no están al alcance de cualquier persona por mucho dinero y poder que pudiera tener, el mero hecho de poseer recuerdos tangibles de 36años de antigüedad, y poder revivirlos en la actualidad con las mismas personas y los mismos lugares, eso ya es una gloria que pocas personas están capacitadas para poder disfrutarlo. Muchísimas gracias por permitirnos seguir ampliando nuestros horizontes. SALUD Y UN ABRAZO DESDE PONFERRADA - EL BIERZO - LEON - ESPAÑA
ResponderEliminar...yo creo, amigo César, que esto que he narrado está bien al alcance de cualquiera con un poco de sentimiento y ánimo de vivir. Pero, por lo que veo, algo tan simple es una alegría que poca gente se procura...y no sabe lo que se pierde... Me alegro lo vivas a través de mí...
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¡Llegar, ver, vencer!, familia italiana y "fumata". Por cierto, ¿te has dado cuenta que eres más viejo que el Papa? Y yo también. Esta noticia ha afectando tan mi estima como cuando me retiré de la peña de futbito: ahora resulta que nosotros también envejecemos. ¿Será una señal? Luego me lo cuentas.
ResponderEliminar...lo que me dices de la "juventud" del papa me recuerda, mucho más directo, a cuando en mis años de maestro empecé a ver que ya había padres, y hasta madres, más jóvenes que yo. Ahí noté el cambiazo. En fin, a todos les habrá pasado lo mismo. ¿Una señal? TODO está lleno de señales para el que sabe ver por encima del mirar. Nos va llegando la vez...y no digo más...
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