...HAY GRANDES VIAJES POR HACER SI TUVIÉRAMOS ALMA CON LA QUE TENER PASOS...(Fernando Pessoa)
...a la hora de encarar este viaje que ya se va sepultando en el tiempo, en sus documentados preparativos, estuve leyendo sobre lo que vería y lo que probablemente no llegaría a ver (leer, al fin y al cabo, tiene mucho de viaje perfecto, de cultivo interior seguro y completo, sin riesgo: veremos en páginas, sea el formato que sea, lo que no llegaremos a ver con estos ojos que serán pasto de tierra, fuego, nada).
De aquella documentación inicial, decía, solo había dos lugares que vivían en mí, ignoro desde cuándo, ajenos a que un día llegara a encontrármelos: por un lado la BAHÍA de HALONG, ese trozo de océano de donde emergen de manera inusitada, verticales, como de un calizo sembradío marino, más de mil islotes...y por otro el complejo religioso, leo el mayor del mundo, de ANGKOR WAT, en Vietnam y Camboya respectivamente. Ello con algunas referencias al río Mekong, la guerra de Vietnam, Vietkon, Hai Phong (que citaba Silvio Rodríguez en su canción Madre del disco Rabo de Nube)...Y nada, o poco, más...todo esto subyacía ajeno a que un día fuera a dichos lugares...pero fui, ¡acabó siendo!...
El resto, el grueso de las visitas y andanzas que conformaron el viaje, su día a día, fueron preparativos y surgencias a pie de viaje o ya directas hijuelas del día a día, del lugar, del momento, del aquí y ahora, lo improgramable programado...
Entre los objetivos que me propongo cuando voy a un país siempre sitúo unos, digamos, fijos, siempre, claro, dentro de mis posibilidades: los lugares proclamados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, los museos nacionales, su biblioteca nacional, jardines botánicos, mercados, cementerios históricos, parques nacionales, el inagotable callejeo...y la cumbre mayor del país...
La de Tailandia lleva por nombre DOI INTHANON, dentro del parque nacional del mismo nombre, y alcanza una cuota de 2.565 msnm. Una perfecta y bien trazada carretera lleva a la cumbre. A ella accedí compartiendo taxi con un monje que iba cargado con su "mochila". El taxista nos dejó donde termina la carretera y nos dio media hora para pasear por la umbrosa cumbre, preñada toda de espiritualidad. Me llamó la atención ver que nada más bajar del taxi, tipo furgoneta, el buen monje se prendió su buen cigarro.
En el abigarrado, movidísimo, vibrante centro de uno de sus centros, en la plaza donde los franceses levantaron la catedral de Notre Dame, la Inmaculada, en Ho Chi Minh (Saigón), entre tantos cuadros de interés para un viajero mirón como yo, recordé a mi querida alumna Violeta, de La Gomera...un día vino con un chándal nuevo y le pregunté dónde lo había comprado. Con la gracia que le caracterizaba, y lo mismo sigue, me contestó...me lo ha comprado mi madre en una tienda de zapatos que va por la carretera...Observé cómo la buena señora, tocada con el Nón Lá y cargado el carrito a más no poder, paraba y al rato llegaba un señor y allí estuvo probándose unas chanclas...y se fue tan contento con ellas...a unos metros del lugar, en una de las calles adyacentes, un barbero ambulante colocaba sus pertrechos, una banquetilla y poco más y se puso a la labor. Mi alumno Braulio, también de La Gomera, hoy excelente peluquero en Tenerife, me dijo que eso en España está prohibido...(somos un país civilizado...)
Aunque parezca imposible la gente se medio aparta para dejar pasar a un hombre que no se ve.: va reptando sobre una tabla con ruedas, no tiene piernas y se ayuda remando con el único brazo que tiene... a su lado unos peces de tamaño cumplido dan agónicas boqueadas en un barreño sin agua...un cierto olor a durián, la fruta que sabe mejor que huele, lo inunda todo... niños menudos más atentos al móvil o maquinita de juegos que a la mercancía a cuyo cargo están...vuelvo un rato a salvaguardarme en el hotel que tengo al lado...sería una manifestación del síndrome de Stendhal en mercado, allí en Phnom Penh, capital de Camboya.
...aparte del calor sofocante, algo a lo que ya iba dispuesto, si tuviera que destacar qué me llamó primero la atención cuando me adentré en Bangkok una vez salido de aeropuerto, no lo dudaría: el cablerío, una inusitada madeja, un prodigio, que me dejó perplejo más de una vez, en un arrobamiento no necesariamente inferior a la contemplación de tanto cuadro, en montaña o museo, que me arrebata...
...qué facilidad la del ser humano, el hombre del siglo, en convertir en foco de atracción turística, cualquier cosa, todo...una catedral para rezar, una cueva donde moraban nuestros muy antepasados, un centro de tortura, un mercado de verdura, valles y montañas, un palacio donde se vivía, un cementerio, un barco naufragado... el turismo demanda todo y todo lo fagocita...
...fue sin duda el tramo viajero de mi vida donde, con diferencia, más cerveza tomé, tuve que tomar. Iba a ellas con una necesidad inusitada...ah, esos primeros tragos a media mañana en un rincón discreto tras comprarlas en un minimercado...
...en aquel camping, en unas montañas de Tailandia, había habitáculos de varias categorías, desde bungalow tipo chalet hasta coquetas tiendas de campaña con su tatami, luz, ventilador...En el centro del camping, unas mesas y fogones para barbacoas...bar, pequeña tienda, servicios...y un perro, manso. Me llamó la atención que habiendo tantos lugares para pernoctar y haber bastantes pernoctadores, el buen hermano de cuatro patas estaba a mi puerta las dos mañanas que amanecí. No se puede demostrar que fuera avisado por Nero o por Sally, perros de mi vida presente, pero tampoco se puede demostrar lo contrario...
Había caído la noche pero no el sofocante calor, una constante de todo el viaje por Indochina. Después de un paseo hasta donde se alza el monumento de la Independencia, iba regresando a mi buen hotel (una de esas esporádicas necesarias excepciones en mi vida de albergues y hoteles de medio pelo, incluso de muchos pelos...). Allí, en la amplísima habitación me aguardaba el frescor del aire acondicionado y no faltaría cerveza en la nevera...antes subiría a darme un chapuzón en las piletas de agua una templada y otra caliente en la terraza desde donde podría contemplar la ciudad (Nom Phem, Camboya) acodado en su borde...Volvía, decía... en una esquina del gran paseo allí estaba el hombre, sentado en el borde de la acera, aguardando ganarse unas monedas a cambio de que alguien comprobara su peso...
Literalmente pared con pared de este Khaosan donde todo es comer, beber, ofrecer y ofrecerse, sitio turístico por antonomasia, mareante, a unos pasos hay una isla de silencio y paz: la biblioteca nacional...Tardé poco en encontrar el libro que salva los muebles españoles...esta vez escoltado por el gran Saramago. Iberismo puro...
...La primera vez que caté el fisalis (alquequenje) fue en El Hierro. Las plantas salían silvestres a los lados de algunas carreteras... qué sabor agridulce que impregna la boca cuando se mastica. Sublime...en Tailandia, tomé casi a discreción...
Estaba esperando un vehículo, el que fuera, en el cruce de carreteras que me indicaron para cubrir los 30 km de distancia hasta Chom Thong, donde tomaría un colectivo para seguir a Chiang Mai. Pasaba ya una hora y media, había tráfico pero nadie paraba; pensé que yendo mal podía cubrir la distancia mayormente cuesta abajo en seis horas, por mis medios, es decir, echando a andar. Y eso hice...no llevaba treinta metros, sí, treinta, juraría que me habían visto, cuando pasa un chico con una moto y se detiene a mi altura, me pregunta dónde voy y sin más presentaciones, con un gesto de anda, sube, que te llevo me dice que me suba atrás...tomo las justas precauciones, me ajusto bien la mochila y una bolsa con cuatro cosas y me agarro, como antaño, a la chaqueta del muchacho. La postura es de lo más incómoda para unas caderas baqueteadas como las mías pero me amparo en que será poco rato. Me acuerdo de mi amigo César que decía que hacía buen paquete con él, cosa que no saben todos, cuando me llevaba por aquellas montañas cerca de Ponferrada. Apenas media hora después, me deja en el lugar de los colectivos. Quiero pagarle...nada, se niega con una sonrisa, me dice en claro inglés good luck y se va. Supongo que fue verdad. Tal vez en una de las probabilidades de la otra vida pueda ver a este muchacho...
...Tuvo que ser, por lo que leo, en el aeropuerto de Suvarnabhumi, el mayor, el más internacional de los dos que tiene Bangkok...Un par de veces pasé por él y lo recordé, más cuando estaba sentado en una de las salas de embarque... ¿sería en esta? pensaba yo...Hablo de Manuel Vázquez Montalbán y la forma cómo salió de este mundo (nada, estaba sentado esperando la llamada del embarque, se sintió mal...y todo eso), manera que se ha convertido en uno de mis personales mitos, tanto que le di nombre a un síndrome acuñado por un servidor: el síndrome M.V.M. contado con detalle en una ya vieja página de este blog. Estaba el escritor, periodista, gastrónomo, disfrutador de Tailandia, bon vivant en el sentido que siento y admiro, 62 años, aguardando salida de su vuelo para Barcelona...días después llegó a Barcelona, sí...
Es el recuerdo que me acompaña ya siempre en las salas de embarque, todo un símbolo ...todos estamos en la puerta esperando el embarque, ese del último viaje...
Era mi última tarde en Tailandia, cumplido ya el periplo previsto por los cuatro países que conforman Indochina. Había reservado una habitación cerca del aeropuerto de Don Muang, todo un lujo salir a pie del aeropuerto y en diez minutos retomar intimidad y frescor. Al otro lado de la carretera no faltaba un templo, tantos hay, así que ya tenía en qué ocupar las horas de luz que quedaban...pero lejos estaba el tanatófilo que llevo conmigo de lo que darían de sí...En dependencias anejas al templo fui viendo que lo que veía eran grandes salas donde velar los difuntos y que se esa alta torre que se elevaba sobre el propio templo no era sino la chimenea del horno crematorio. Por todo fui pasando de la manera más discreta posible hasta que parece que me mimeticé con unos deudos y otros...La gente sentada, los monjes a un lado salmodiando unas oraciones en las que era fácil percibir ciertos mantras, el lujoso ataúd presidiendo la sala, la foto del finado, flores...Fuera, con el traductor, pude acceder al nombre, edad y un breve comentario sobre el velado. En una sala a la que no entré pero me asomé por la parte de atrás vi unas bolsas de papel cuidadosamente preparadas...ya que me iba un niño me toca por detrás y me ofrece una, señalando a la mujer que hay a la puerta, la saludo y le doy gracias con las dos manos juntas: era la señora que colocaba las bolsas y que vi que me había visto...En los muros exteriores, urnas cinerarias...Breve resumen de aquella ancha tarde final...
...estaba yo en una marquesina en la puerta de la estación ferroviaria de Saigon. A lo lejos vi una cabeza tocada con un nón lá que emergía sobre una abigarrada mercancía. Disparé la cámara: solo al acercar la imagen vi esa sonrisa que llenaba en un segundo la vida toda de ese momento... pensé que sería siempre el mejor broche para cerrar una página. Esta...
Gracias, amigo, por haberme llevado a Indochina. También por hablarme de "Madre", canción que tanto escuché pensando en otra geografía distinta a la que por lo visto se refiere -y es que me estoy acostumbrando a mirar los pequeños detalles con tus ojos-. Lo del síndrome de Stendhal, ya te he dicho que sé de dos personas que lo padecen con intensidad y que una esas dos eres tú, pero este ha venido a ti si que te des cuenta, como vienen estas cosas... Lo que no puedes es inventarte tu uno a lo que tu crees que es tu medida y esperar que se de en ti: así no funciona eso. Así que lo de "MVM" no está relacionado contigo, ni lo estará; de eso puedes estar seguro.
ResponderEliminar...aunque fuera solo por alumbrarte sobre la canción "Madre" ya cumplió esta página su cometido...El síndrome de Stendhal está claro con quien lo comparto...Viviéndolo siempre me sentí inspirado al tiempo que abrumado...
ResponderEliminarSi crees en lo que dices en tu último párrafo, aceptado queda, porque ciertamente lo veo y siento con otros ojos (casi no tengo otros): los vertiginosos ojos claros de la muerte de Celaya...
Gracias por hablarme de la Bahía de Halong y de Angkor Wat, dos paraísos más en el mundo sufriendo de un turismo de masificación. Me gustan las fotos de estos patrimonios como las que sacaste de pasada de la gente en las calles, el peluquero, los vendedores volantes, el hombre con el peso, gente en sus motos. Me encanta que una vez más te había encontrado un perro - cuantas veces....- .
ResponderEliminarGracias por dejarme compartir de tu viaje por Indochina.
...todas esas imágenes, y no es necesario ir tan lejos, están ahí, a la puerta, esperando que alguien las mire, las sienta, las viva, las recree, las almifique...Sobre Angkor, quitando los templos más populares, la inmensa mayoría viven envueltos en la soledad de la selva, están asequibles y accesibles...Y de todas formas hay lugares que merece soportar la masificación porque la palabra grandioso les vienes pequeña...
EliminarAmigo don Antonio, me lo puedes creer, o no, esta publicación la he cocido por lo menos 5 veces, y es tal las ganas de hacer un comentario, que al final no se por donde empezar, lo malo, es que sigo sin saber expresar un mínimo de tanto que quiero, he hecho hasta borradores para tratar de poder definir parte de mi deleite ante la publicación, pero al final me digo: dale otra vuelta, haber si mejoras algo... pero nada de nada, bueno, si me quieres entender, me entiendes, y si no pues también me vale. Gracias por tus aportaciones a mi disfrute. SALUD Y UN ABRAZO DESDE PONFERRADA - EL BIERZO - LEON - ESPAÑA.
ResponderEliminar...y sin embargo, amigo César, apenas he contado un diez por ciento de lo visto y vivido. Desde que me echaba a a calle cada día hasta que me recogía, todo era espectáculo para mí, muchas cosas solo para mí, pensaba yo,...
ResponderEliminar