martes, 27 de abril de 2021

...NEFELISMO...


Cuando estaba de maestro en Hoz de Jaca, en los tan disfrutados Pirineos, uno de aquellos felices cursos entre 1982 y 1985 armé con mis ocho alumnos un montaje audiovisual teniendo como sujeto y objeto a esas compañeras de nuestro firmamento que son las nubes. Yo puse el material visual con un montón de diapositivas y ellos me ayudaron, y de qué manera, con sus voces, en el soporte auditivo, formando parte del texto, músicas, recitado...grabado todo ello en una cinta de casete (marca TDK, recuerdo...); todo era casero, y auténtico, y el resultado fue un vistoso diaporama que acabó como regalo a una buena amiga. 
En un momento del mismo, mi alumna María Emilia decía...se llama NEFELISMO al conjunto de caracteres que presentan las nubes...(la forma, el color y la altura determinan su nefelismo...)...¡y el diccionario no dice nada de la belleza!...tal vez porque se le supone...
Νεφέλη, de νέφος néfos, nube...un bello préstamo, un regalo, de la lengua de Homero...NEFELE era la diosa de las nubes...
Así, estos días, en mi camino con más rumbo que destino, llevo unos días que las nubes me tienen abstraído, monopolizando mi atención, disputando la que debo a hermanos vegetales, trinos de pájaros y todo eso que conforma el andar solitario por andurriales ahora más solitarios aún...
...Además de poesías varias en torno a las nubeson, el grueso de la banda sonora del montaje audiovisual citado lo formaba un bellísimo texto de Azorin al que le puse mi voz tratando que me saliera con la emotividad que me provocaba el escrito...aqui transcribo, copio y pego, parte texto de Azorin, de su recomendable libro CASTILLA, una cumbre más en la prosa castellana...
...Nada puede conturbarle ni entristecerle. Y sin embargo, Calixto, puesta la mano en la mejilla, mira pasar a la lejos sobre el cielo azul las nubes. Las nubes nos dan una sensación de inestabilidad y de eternidad.Las nubes son—como el mar— siempre varias y siempre las mismas. Sentimos mirándolas cómo nuestro ser y todas las cosas corren hacia la nada, en tanto que ellas —tan fugitivas— permanecen eternas.
A estas nubes que ahora miramos las miraron hace doscientos, quinientos, mil, tres mil años, otros hombres con las mismas pasiones y las mismas ansias que nosotros. Cuando queremos tener aprisionado el tiempo —en un momento de ventura— vemos que van pasado ya semanas, meses, años. Las nubes, sin embargo, que son siempre distintas en todo momento, todas los días van caminando por el cielo. Hay nubes redondas, henchidas de un blanco brillante, que destacan en las mañanas de primavera sobre los cielos traslúcidos.
Las hay como cendales tenues, que se perfilan en un fondo lechoso. Las hay grises sobre una lejanía gris. Las hay de carmín y de oro en los ocasos inacabables, profundamente melancólicos, de las llanuras. 
Las hay como velloncitas iguales o innumerables que dejan ver por entre algún claro un pedazo de cielo azul. Unas marchan lentas, pausadas; otras pasan rápidamente. Algunas, de color de ceniza, cuando cubren todo el firmamento, dejan caer sobre la tierra una luz opaca, tamizada, gris, que presta su encanto a los paisajes otoñales.
Siglos después de este día en que Calixto está con la mano en la mejilla, un gran poeta —Campoamor— habrá de dedicar a las nubes un canto en uno de sus poemas titulado Colón. Las nubes —dice el poeta— nos ofrecen el espectáculo de la vida. La existencia. ¿Qué es sino un juego de nubes? Diríase que las nubes son «ideas que el viento ha condensado»; ellas se nos representan como un «traslado del insondable porvenir». «Vivir —escribe el poeta— es ver pasar». Sí; vivir es ver pasar: ver pasar allá en lo alto las nubes. Mejor diríamos: vivir es ver volver. Es ver volver todo, un retorno perdurable,  eterno; ver volver todo —angustias, alegrías, esperanzas—, como esas nubes que son siempre distintas y siempre las mismas, como esas nubes fugaces e inmutables.
Las nubes son la imagen del tiempo. ¿Habrá sensación más trágica que aquella de quien sienta el tiempo, la de quien vea ya en el presente el pasado y en el pasado el porvenir...
...Calixto lo ve desde el carasol y adivina sus palabras. Unas nubes redondas, blancas, pasan lentamente sobre el cielo azul en la lejanía.
 ...llevadnos con vosotras en vuestro eterno viajar...llevadnos con vosotras...llevadnos con vosotras...repetían, al tiempo que se alejaban, apagándose, las voces de los niños sobre el fondo musical de Silvio Rodríguez...
...Con cielos así, es natural que uno se encuentre literalmente en las nubes...
(Plaza Mayor de Salamanca, a 27 de abril de 2021 mientras descarga una gran nube...)

jueves, 22 de abril de 2021

...UN DIA MÁS...

Cuando recordar no pueda, 
¿dónde mi recuerdo irá?
Una cosa es el recuerdo
y otra recordar.
(Antonio Machado)
...en una de las campañas de la aceituna en que trabajé hace años por aquellos campos en torno a Baeza y la comarca de La Loma, tuve un compañero de varas por nombre Boba. Boba era ucraniano, un muchacho rubio él, más bien tímido, por supuesto educado, que se ganaba cada día su jornal haciendo la labor lo mejor posible, cada vez mejor una vez le pilló el tranquillo a eso de apalear los olivos sin dañarlos hasta no dejar una aceituna en rama...de él, como de su paisana María, trataba de imaginar su vida en la lejana Ucrania, lo que dejaban atrás, el dinero que podrían enviar...(...años después pude comprobar que por poco más de lo que suponía nuestro jornal de un día, yo tuve para un largo viaje en tren, cuatro días de hotel en Kiev, comidas, museos, y billete de autobús a Chisinau, Moldavia)...
Cada día, al concluir el trabajo y recoger los pertrechos, con la confianza no exenta de respeto del cada día, nos enseñamos a decir un día más, un día menos, él lo aprendió con asombrosa facilidad en español y un servidor en un costoso ucraniano de difícil transcripción, más o menos lo recuerdo así...na den biche, na den menche...venía a ser nuestra despedida hasta el día siguiente, y yo ponía en ello el sentimiento que encontré en tantos lugares que fui forastero, y me ayudaron...
Me acordaba hoy, a saber el motivo (cosas del andar, y andar solo, digo yo, y de los viajes en el tiempo que ello propicia)...me acordaba, decía, de él, de nuestra cotidiana despedida, tal vez porque pensaba que sí, que ya, como a todos, me quedaba un día menos, para lo que sea, pero no, no estaba siendo un dia más, así, como si no hubiera tenido su cierta y profunda historia, su personal trascendencia, su impronta en mi personal calendario...y tanto más por cuanto lo viví y sentí de manera algo muy diferente a lo que había leído y escuchado: etapa muy larga, monótona, a tener cuidado en verano, sin poblaciones, solitaria, sin ningún tipo de abastecimiento...y  nada interesante que ver etc etc etc...
...con las límpidas luces del amanecer salgo del albergue donde mucho antes me ha despertado el jolgorio de pajarillos ocultos en la fronda del árbol al que daba el balcón. La tarde noche antes escuché cómo se iban recogiendo hasta callarse todos...(pensé que por este detalle el camino estaba más que justificado)
Es martes 20 de abril; en mi personal camino es la jornada 21 desde que partí de La Zubia; me dispongo a cubrir los 33 km que separan El Casar y Cañaveral, provincia de Cáceres...
..y resultó que la monotonía pasó a ser politonía, la soledad devino sonora, y la nada que se anunciaba se mostró pródiga en detalles al paso...cómo si no se explica ese miliario nada más salir, o el asombroso conjunto de ellos un rato después...
...y qué decir de los berruecos, trabajados por el incansable buril del Tiempo, emergiendo en la penillanura cacereña...
...o de caminar por fragmentos de via romana que permanece amistada con el mismo Tiempo...
...o la faraónica obra del AVE, aún sin terminar, cruzando el Tajo, el más largo de los ríos patrios, sabiendo que esas aguas han pasado por la imperial Toledo y llegarán a la querida Lisboa...el enorme embalse de Alcántara...
El dilatado horizonte, el sonoro silencio propiciando el machadiano converso con el  hombre que siempre va conmigo, o la tanta soledad recordando el cómo llenarte soledad sino contigo misma de Cernuda...
Un tiempo benigno en extremo...
...con Cañaveral a la vista me sale al paso, salvando un caudal mínimo, el humilde puente de san Benito, humilde en tamaño, soberbio en factura, la guinda del día...
Consigo retratarme y esta foto suscitará comentarios que me regalan el par de sonrisas que no me acordé de tener durante el día:
...aquí te asemejas a un personaje biblico...solo falta el pueblo de Israel detrás...
...tienes aire de pastor, podrías llevar las ovejas de la foto previamente separadas en churras y merinas...
33 km, muy bien llevados, y ocho horas después desde que salí del Casar llego a Cañaveral...un excelente albergue me aguarda...y un pueblo-pueblo con paisanaje...
...necesito comprar algo para compensar el parco menú del día (un plátano canario, dos peras rocha y un puñado de dátiles, unos tragos de agua...ah, y un buche de vino que llevaba olvidado en la mochila en un botellín de agua, eso fue todo)...voy por la calle principal, sin un alma...me gusta este tipo de comercios que lejos ya de aquellas tiendas no llegan todavía a impersonales supermercados, y que a falta del ya desaparecido ultramarinos -rancia, profunda, olorosa palabra- o del víveres que aún resiste en Canarias, vale y mucho ese Alimentación Gloria, al lado de la plaza. A la muchacha, o señora, gentilisima, le viene el nombre que ni pintado. Me cuenta la historia de todos los sitios: que no hay gente, que la gente está en casa, con miedo a salir...que el nombre completo de Cañaveral es Cañaveral de las Limas. Me dice que vaya a ver las chimeneas antiguas por la parte baja del pueblo y, tal vez intuyendo que a mí me van, me dice que un poco más allá está el cementerio...
Un día menos, sí, pero, sobre todo ¡un día más!...
Todo se mueve, fluye,discurre, corre o gira,
cambia la mar y el monte
y el ojo que los mira.
(Antonio Machado)

sábado, 17 de abril de 2021

...EMERITA AUGUSTA...

...en Mérida concluyen los caminos que conforman el Camino Mozárabe. Su punto más lejano parte de la catedral de Almeria (el camino jacobeo más largo que se puede hacer en tierra hispana), se junta con el de Granada, van de la mano a unirse en Alcaudete con el que parte de Jaén, y en Baena se junta al que viene de Málaga. Así, llegan a Córdoba, y ya, juntos como hermanos, arriban a esta Emérita Augusta donde el Camino Mozárabe se hace uno con el Vía de La Plata que sube desde Sevilla, donde han llegado los de Huelva y Cádiz...en fin, todo el sur en decidido  rumbo norte...
Cuando salí de Granada mi objetivo era dar un paseo hasta Córdoba. Alentado por las condiciones pandémicas y mis veleidades mundanas, no me costó nada decidir, poniendo por testigo a Séneca y a Maimónides, seguir hasta esta Mérida...y aquí llegué...
No he vuelto a Mérida desde diciembre del año 2000, cuando aún se pagaba en pesetas; yo venía regresando de Santiago donde había llegado con mi hermana partiendo de los Pirineos...antes, en el 1987, había estado con mi hermana y Milagros, unas vacaciones de semana santa. Todavía antes, y primera vez, en verano de 1980, en mi segundo viaje en bicicleta... y un año de la década de los 90 vine de la mano, incierta y menesterosa mano, del amor...
Lo que daría por dar una vuelta en el tiempo y pasear por aquellos interiores míos y ver qué veía, cómo lo veia, qué pensaba, qué sentía, quién era...en cada momento...tendré que conformarme pensando que, como todos, soy el mismo, sí, pero EL MISMO OTRO, tantos otros que han sido superponiéndose, solapándose, acomodándose en paz o a codazos hasta conformar este, más viejo pero no menos errático, que ahora escribe mirando el quieto discurrir del Guadiana...
Hay en Mérida visitas imperdibles...
....una vez acomodado en el hostal El Torero, al otro lado del gran puente (el más largo de la antigüedad, casi 800 metros, 60 arcos), me voy directo al gran museo romano. La chica que controla la entrada, gratuita, al menos ese día, me pregunta directamente: "¿va usted haciendo el camino?"...parece que el caminar como modo de vida acaba por imprimir carácter...y se puede notar entre las arrugas, las manchas solares, las barbas, desgarbos y otras estéticas inherentes a ello...y, por supuesto, los probables halos...
...y sorpresas que amenizan el callejeo...
...evoco junto al Guadiana, agradecido, el camino por el que pasé, la historia, la naturaleza, el paisanaje que pasó sobre mí, tantos regalos: las dehesas, el millón de jaras, Medellin, el camarero Gaspar de Campanario, la nombrada Magacela, las cervezas a discreción...
...y no queda más que seguir...
 Las fuerzas ajustadas, el ánimo mantenido, intactas las ganas...la decisión tomada: habrá que seguir, ya decidido rumbo norte...mientras el Tiempo me tenga en su seno, tiempo tengo, qué más da que Compostela quede a más de 700 km... no aguardándome nadie suelo llegar a todos los sitios en su momento justo...a la par de esta decisión van surgiendo planes como setas en otoño: volver a lugares ya conocidos (los veré como nuevos) y llegarme  a conocer otros que estaban en cartera y me pueden salir al camino casi como en un "ahora o nunca"...
...Volver a Cáceres, cruzar el Tajo, el puente de Alcántara, el monasterio del Palancar, el Tormes, los recuerdos de Unamuno, el Duero, estar más de una hora en Zamora, Tábara, Colinas de Trasmonte, Nava de la Asuncion, reencontrar al amigo César,  la playa de las Catedrales...etc,etc,etc...
Así que si la vida no me refrena, y tiene tantos medios, tantas formas de hacerlo  (una caída, un desmayo, un desliz inconexo, un momento de despiste del Ángel de la Guarda -al fin y al cabo siempre llevamos un niño con nosotros- una inusitada condolencia, un despiste de la providencia, una fatiga, una repentina nostalgia aunque ignore de qué, un dolor de algo...o sencillamenten despertar una mañana y darme cuenta de que no tengo que seguir porque ya llegué...) seguiré rumbo norte, a ver, a seguir viendo, a sumar vida restando días, dándole uso a los pies y sus contornos, en ese oficio que nace del llegar un paso tras otro, llegar tardando que decía el de Moguer, estar siempre llegando porque no hay meta...
...es lunes, un día radiante...quién se resistiría. Tomo cafelillo y tostada en un bar a la salida de Mérida. El camarero, no sin razón, se queja de que sea la hostelería la que siempre pague el pato, y me dice que en lo que va de año ha visto pasar dos o tres andando, como usted...
Si ancha es Castilla, no menos Extremadura...el acueducto de los Milagros me pone en camino...