En un momento del mismo, mi alumna María Emilia decía...se llama NEFELISMO al conjunto de caracteres que presentan las nubes...(la forma, el color y la altura determinan su nefelismo...)...¡y el diccionario no dice nada de la belleza!...tal vez porque se le supone...
Νεφέλη, de νέφος néfos, nube...un bello préstamo, un regalo, de la lengua de Homero...NEFELE era la diosa de las nubes...
Así, estos días, en mi camino con más rumbo que destino, llevo unos días que las nubes me tienen abstraído, monopolizando mi atención, disputando la que debo a hermanos vegetales, trinos de pájaros y todo eso que conforma el andar solitario por andurriales ahora más solitarios aún...
...Además de poesías varias en torno a las nubeson, el grueso de la banda sonora del montaje audiovisual citado lo formaba un bellísimo texto de Azorin al que le puse mi voz tratando que me saliera con la emotividad que me provocaba el escrito...aqui transcribo, copio y pego, parte texto de Azorin, de su recomendable libro CASTILLA, una cumbre más en la prosa castellana...
...Nada puede conturbarle ni entristecerle. Y sin embargo, Calixto, puesta la mano en la mejilla, mira pasar a la lejos sobre el cielo azul las nubes. Las nubes nos dan una sensación de inestabilidad y de eternidad.Las nubes son—como el mar— siempre varias y siempre las mismas. Sentimos mirándolas cómo nuestro ser y todas las cosas corren hacia la nada, en tanto que ellas —tan fugitivas— permanecen eternas.
A estas nubes que ahora miramos las miraron hace doscientos, quinientos, mil, tres mil años, otros hombres con las mismas pasiones y las mismas ansias que nosotros. Cuando queremos tener aprisionado el tiempo —en un momento de ventura— vemos que van pasado ya semanas, meses, años. Las nubes, sin embargo, que son siempre distintas en todo momento, todas los días van caminando por el cielo. Hay nubes redondas, henchidas de un blanco brillante, que destacan en las mañanas de primavera sobre los cielos traslúcidos.
Las hay como cendales tenues, que se perfilan en un fondo lechoso. Las hay grises sobre una lejanía gris. Las hay de carmín y de oro en los ocasos inacabables, profundamente melancólicos, de las llanuras.
Las hay como velloncitas iguales o innumerables que dejan ver por entre algún claro un pedazo de cielo azul. Unas marchan lentas, pausadas; otras pasan rápidamente. Algunas, de color de ceniza, cuando cubren todo el firmamento, dejan caer sobre la tierra una luz opaca, tamizada, gris, que presta su encanto a los paisajes otoñales.
Siglos después de este día en que Calixto está con la mano en la mejilla, un gran poeta —Campoamor— habrá de dedicar a las nubes un canto en uno de sus poemas titulado Colón. Las nubes —dice el poeta— nos ofrecen el espectáculo de la vida. La existencia. ¿Qué es sino un juego de nubes? Diríase que las nubes son «ideas que el viento ha condensado»; ellas se nos representan como un «traslado del insondable porvenir». «Vivir —escribe el poeta— es ver pasar». Sí; vivir es ver pasar: ver pasar allá en lo alto las nubes. Mejor diríamos: vivir es ver volver. Es ver volver todo, un retorno perdurable, eterno; ver volver todo —angustias, alegrías, esperanzas—, como esas nubes que son siempre distintas y siempre las mismas, como esas nubes fugaces e inmutables.
Las nubes son la imagen del tiempo. ¿Habrá sensación más trágica que aquella de quien sienta el tiempo, la de quien vea ya en el presente el pasado y en el pasado el porvenir...
...Calixto lo ve desde el carasol y adivina sus palabras. Unas nubes redondas, blancas, pasan lentamente sobre el cielo azul en la lejanía.
...llevadnos con vosotras en vuestro eterno viajar...llevadnos con vosotras...llevadnos con vosotras...repetían, al tiempo que se alejaban, apagándose, las voces de los niños sobre el fondo musical de Silvio Rodríguez...
...Con cielos así, es natural que uno se encuentre literalmente en las nubes...
(Plaza Mayor de Salamanca, a 27 de abril de 2021 mientras descarga una gran nube...)