...Pero ha pasado el tiempoy la verdad desagradable asoma,envejecer, morires el único argumento de la obra.
(Jaime Gil de Biedma)
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...A los 70 la vida bien puede ir dándose por cumplida, quede el tiempo que quede por vivir y vívase como se viva. Sin entrar en cuentas sobre la mejora de la calidad de vida y el alargamiento de esta desde, digamos, un siglo para acá, ir alcanzando la edad de los padres (ampliamente rebasada en el caso de mi padre) es una forma de ir dando alcance a la verdad (Benedetti), de constatar que las balas pasan cada vez más cerca y que aquel charco infantil del verso también de Benedetti es ya el océano inabarcable, y que el horizonte es la orilla del silencio, el remo de Caronte, la insondable Estigia, la decadente memoria y el creciente olvido...mientras tanto, ¡estamos y somos!, y nuestro corazón de acero debe seguir mostrando su esfuerzo famoso en este trago, en el vivir, que decía el gran Manrique refiriéndose al morir.
...como concluía la página anterior, allí en SAGADA, provincia de La Montaña, región de La Cordillera, me llegó el pase a los 70 años. Como a la mayoría que conozco, me ocurre que no es creíble que tenga esa abultada edad y que la imagen que me devuelve el espejo, las muy raras veces que alguno de ellos sin permiso me la rapta, no es ni de lejos como me siento: va a ser cierto aquello de que solo se ponen viejos los demás, de que solo en ellos vemos las caras de la vejez...y que son los demás lo que se mueren...
Ese 28 de octubre amaneció un día radiante, fresquito, soleado, luminoso...todo se acabaría por la tarde, llegando la avanzadilla del tifón que se anunciaba.
Había venido a estos lares por insinuación de Ana y Vicente, cántabros que conocí en Malasia, en buena hora fue; mi plan era bajar al sur de esta isla de Luzón, a contemplar la estampa del Mayón...quedó para segunda orden, como decía mi madre, y, como digo, en buena hora.
Empecé el día visitando la cercana Cueva de Lumiang, una colosal abertura en la roca caliza que, según leí, comunica y tiene salida a otra cueva varios kilómetros más abajo tras una ardua y guiada caminata. Yo me acerqué dada mi querencia por cuevas o caprichos naturales en general pero no iba avisado... No había leído del "cementerio" que allí me encontré, a un lado de la hondura al borde de aquellas profundidades, en la frontera de la luz del exterior y el abismo oscuro que se advertía...no podía creerlo, una serie de féretros apilados...
Había venido a Sagada para contemplar in situ los féretros colgados, los ataúdes suspendidos de manera inverosímil en paredes verticales, en pleno acantilado o pequeñas oquedades abiertas en ellos, que sería lo que visitaría de manera guiada a media mañana...
El impacto, unido a la soledad del lugar y el goteo del agua poniendo su contrapunto de eternidad en aquel silencio, fue tremendo... me parecía haber sido abducido en un de profundis...
...según leí posteriormente, se estima que los más antiguos féretros (troncos de árboles ahuecados) tienen alrededor de 500 años. Se colocaban a la entrada para protegerlos de los elementos, pero al mismo tiempo, para que pudieran recibir la luz del día que aleja a los malos espíritus. Como luego me contara el guía, los difuntos, tras un ritual preparatorio, son envueltos en paños y colocados en posición fetal, una manera de salir de la vida de la misma forma que entraron...rituales de la etnia igorot.
Como decía, horas más tarde, en visita obligatoriamente guiada (comprendí que en la cueva me colé al ir muy temprano) caminé por el valle del Eco, un frondoso barranco donde se encuentran los féretros colgados, el mayor argumento de los viajeros a Sagada...
Contaba el guía que para su colocación primero preparan unas escalas con troncos de árboles y después fijan unas clavijas. Al más antiguo, justo encima de este texto, se le calcula entre 400 y 500 años, siendo de 2014 el más reciente, justo el de color azul y la cruz blanca apoyada...mantenido asombro de contemplar, pensar, imaginar todo aquello...viendo inevitablemente con ojos de turista o viajero, o errático, como se quiera, escuchando estos rituales manifestación de unas costumbres, de una fe, de seres humanos como todos...
El precioso caminito, cruzando el río más largo de Filipinas que aquí se adentra en profundidades para salir no recuerdo en qué lugar del océano Pacífico, y pasando por plantaciones de café nos llevó a una portentosa construcción de madera anteriormente almacén de arroz y hoy parada para los turistas... aquí fue donde declaré a Denver, el guía, y mis dos compañeros (ella, Jenny, me solventó días después en Manila un cierto asunto...) que era mi cumpleaños y tenía que invitarlos al café del país que allí se sirve, un excelente arábica...
...mediodía bien pasado, el cielo anunciando lo que por la tarde noche vendría, me llegué hasta estas solitarias cascadas de Bokong... comprar algo de comida, una cerveza y marchar rápido al hotel (Shamrick Tavern, su nombre) donde estuve los dos días solo. Oír, escuchar la lluvia, los chaparrones, apenas leer dada la escasa luz, y escribir... así fue este 28 de octubre.
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...los medicamentos (¡las pastillas!) ocupan cada vez más espacio en mi exiguo equipaje...que si para el hierro, que si el anticoagulante, que la próstata, la tensión, el corazon...las probabilidades de llegar a más van siendo menos. Los 80 🤦♂️ no los veo de puro lejanos, los columbro como un país remoto cuyo camino no tiene mapa; se me antojan como esa cima de sutiles promesas preñadas de acechanzas...y hoy por hoy apuesto que no llegaré, así lo siento. Aparte de esto, la propia vida, en cuyo seno estoy, decidirá.
Hablaba un día con un amigo sobre qué adverbio de cantidad podríamos aplicar al monto de lo vivido, a esa relación años/vida, calidad/ cantidad de lo vivido...¿hemos vivido suficiente, mucho, demasiado, bastante...? Yo me incliné por bastante, la vi una medida humilde y agradecida, lejos del arrogante mucho o el abusivo demasiado...
...Casi todo, o casi todos, alrededor, me dice, me dicen, que ya estoy o voy estando en edad de recogerme, que voy teniendo edad de estar para sopitas
(alguna) y buen vino (siempre), no para tanto trote, azacaneàndome por ahí, pataperreando como dicen en Chile, y que mejor sería en mi caso hacer algún viaje tipo IMSERSO o similar, viajar moviéndome menos pero "mejor", ir a esos destinos más lejanos un par de semanas dejando lo justo a la improvisación y algo poco a la ventura y aventura, y entre viaje y viaje, estar más con los amigos de los que soy tan caro de ver, largos y sentidos descansos, entre libros, mis recuerdos, otros amparos, viajando a la vida que viajé...las circunstancias (honda palabra que como a cajón de sastre le cabe todo) lo diseñaron de otra manera..........
...Hace diez, quince, veinte años, tal vez más... me fijaba en viajeros, siempre solitarios, con los que me cruzaba, barbados, más viejos, fornidos o enjutos, más labrados, que parecían personificar el viajero que ahora puedo ser... entonces, pensaba: se parecen a mí, o me parezco a ellos, cuando yo tenga veinte o treinta años más...ya me voy quedando sin patrones, las referencias se van perdiendo, tal vez ya soy aquellos, me voy convirtiendo en un resistente..ignoro si alguien se fijará en mí unos segundos....y ahí voy, ahí sigo, llevándome en brazos o a la fuerza, renovando la perseverancia cada día, algún mimo que otro, más de un coscorrón, algún tropiezo, más de un abandono, soportàndome muchas veces, resignado no pocas, dando gracias siempre... que cuando me llegue la hora de partir en la nave que nunca ha de tornar me encuentre si no conforme con lo hecho, quién lo está, al menos sí agradecido, sabiendo que vine sin saber y que sabiendo poco más me iré. Luces y sombras de mi vida, aquellas nunca deslumbrantes y estas nunca disipadas...
...No, mi corazón no duerme.
Está despierto, despierto.
Ni duerme ni sueña; mira,
los claros ojos abiertos,
señas lejanas y escucha
a orillas del gran silencio.
(Antonio Machado)
están contados. Corazón, haz lento
tu misericordioso movimiento,
y leves tus quejidos doloridos,
por ese cuerpo donde mis sentidos
ponen todo su amor, donde me siento
morir, a cada golpe ceniciento
de tus redobles graves y oprimidos.
Suena tu corazón, cruje mi caja
de muerto que a la fosa oscura baja
tropezando en salientes no advertidos.
Retrasa el cese de mi ser; con tiento,
de tus hondos latidos retenidos,
haz pïadoso el gasto avariento.
Sí, corazón, haz tardo y perezoso
tu movimiento misericordioso
y tus redobles graves y oprimidos.
tu misericordioso movimiento,
y leves tus quejidos doloridos,
por ese cuerpo donde mis sentidos
ponen todo su amor, donde me siento
morir, a cada golpe ceniciento
de tus redobles graves y oprimidos.
Suena tu corazón, cruje mi caja
de muerto que a la fosa oscura baja
tropezando en salientes no advertidos.
Retrasa el cese de mi ser; con tiento,
de tus hondos latidos retenidos,
haz pïadoso el gasto avariento.
Sí, corazón, haz tardo y perezoso
tu movimiento misericordioso
y tus redobles graves y oprimidos.
(Carlos Bousoño)
... Dónde, cómo, cuàndo actuará esa Átropos que cada cual lleva, dónde me subiré a la diligencia del abismo que dice Pessoa, cómo será exhalar ese último suspiro del que ya no seré consciente o cuándo estará presta a desprenderse esa última gota que en la clepsidra machadiana tiembla y que no veré caer...
...tal vez sea un visto y no visto, como esas auroras boreales que me han enviado desde Finlandia, o tal vez el fugaz paso de una niebla, la rotura de una telaraña, el despertar del sueño, ese repentino resplandor que precede al apagamiento.
(Al fin, la Verdad).
...pues sí, como sospecha en la página anterior, muchas veces más me preguntaron la edad (casi siempre unido al si estoy casado etc): mi patrón del hotel de Laoag que fue a recogerme al aeropuerto en pleno tifón, el conductor del taxi que me llevó al hospital "Luis Hora" de Bauko por un "asuntillo", Denver, el guía del valle del Eco, el guía de los templos UNESCO que visitè en Bali, el muchacho de la subida al volcán Batur, un tanto remiso a la hora de aceptarme en el grupo, por mi edad..
Vivid, la vida sigue,
los muertos mueren y las sombras pasan;
lleva quien deja y vive el que ha vivido.
¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!
los muertos mueren y las sombras pasan;
lleva quien deja y vive el que ha vivido.
¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!
(Machado, siempre)