viernes, 16 de mayo de 2025

...ROMA, momentánea y eterna..

...la plaza de san Pedro sería un hervidero, Roma era una masa humana donde no resultaba fácil, tampoco difícil, distinguir entre los que vinieron de turismo (Roma, saturada, como ya tanto mundo), los que llegaron atraídos por la expectación del cónclave y su desenlace, y los que aprovecharon ambas coyunturas. Multitudes por doquier (salvo en el cementerio de Verano que me salió al paso cuando me marchaba, pero ahora no viene al caso...). Y muchos hábitos, sotanas y banderas, mayormente de países sudamericanos...
..Cuando hace como un mes saqué el económico pasaje Madrid/Roma estaba por la India y mis planes romanos eran muy otros. A la postre los planes que salieron no me dan lugar a echar de menos los que tenía previstos.
Desde hace meses se venía anunciando una exposición excepcional sobre el maestro del claroscuro, Michelangelo Merisi, conocido como Caravaggio. Ir a visitarla como principio de otro largo viaje no era mal plan...plan que se vino abajo cuando, hace unos días, al ponerme a reservar mi entrada en el palacio Barberini vi que estaba todo vendido hasta julio...bueno, pensé entonces en los museos vaticanos...tampoco: imposible visitar la capilla sixtina por el tema papal...Roma es inagotable y planes no faltan... Eché mano de opciones alternativas más lo que surgiera: la iglesia de santa María Maggiore y la del Gesú, ambas joyas barrocas, esta con el brazo del santo Francisco Javier y la otra con la recién estrenada tumba del Papa Francisco...
...fue en GOA, en el entonces recién empezado viaje a la India, donde leí que en su día alguien se trajo a Roma el brazo derecho del santo de Javier, ese que tenían que sujetarle para poder seguir bautizando. Ahí se encuentra, como reliquia mayor de este templo donde uno no sabe dónde mirar ante tanta maravilla...
...y lo mismo se puede decir de santa María Maggiore, contrastando con la extrema sencillez de la tumba del Papa, cuya visita provoca largas colas...
...en el camino entre ambas iglesias, en la de san Marcelo, el reclamo irresistible de estos dos cuadros traídos de sus lugares habituales: Rembrandt y Burnand, bajo el lema "Camino de la Esperanza"...
...más que la cena de Emaús, el de Rembrandt, me impresionan esos rostros de Pedro y Juan, mezcla de incertidumbre y esperanza, camino del sepulcro a ver si es verdad lo contado por las mujeres...
...aunque no he dejado de venir de vez en cuando a Roma esta vez tenía el propósito de completar con poses actuales aquellas de la vez primera en 1989, fusionando tiempos de mi vida, en este ya tiempo de cosecha y despedida...
(arco de Constantino, con Marco Carboni...)
Tanto el plan primero como el de sustitución incluía, a la tarde, llegarme a Villa Bonelli, barrio residencial romano, para tratar de localizar a la familia Carboni con la que perdí comunicación a primeros de este siglo, no recuerdo bien...
Dejado el tren puse dirección a la parroquia Nuestra Señora de Valme, una advocación traída de Dos Hermanas, Sevilla, regentada por padres españoles. La parroquia era mi única posibilidad, a ella pertenecía la familia Carboni, algún día estuvimos en misa...había que probar suerte...
...Esta historia muy personal se remonta a 1989 en aquel, para mí, iniciático viaje en bicicleta, PANDORA, en torno al Mediterráneo, un viaje que devino decisivo en mi vida, suponiendo un evidente antes y después en mi forma de viajar y, en conjunto, de vivir...
Era primeros de julio. Había conseguido salir de las gratas redes de la casa de Tina en Damasco y continuaba pedaleando en un viaje ya en plenitud tras haber pasado el norte de África... Así llegué hasta Palmyra, el lugar de aquellas imponentes ruinas...allí, a la escueta sombra de los arbolitos frente al hotel Zenobia (aquella aguerrida, montaraz, reina que plantó cara a los romanos...) amistè con la familia Carboni: Antonio, Diana y su hijo Marco. Viajaban con una furgoneta, camper. Conversamos, me invitaron a comer, y no sin pena nos despedimos a la tarde, quedando en que cuando pasara por Roma, sabía Dios, meses más tarde, nos volviéramos a ver. Aún recuerdo a un emocionado Antonio agitando su brazo por la ventanilla y diciendo a Roma, a Roma, ti aspettiamo a Roma... Pasó el tiempo, pasó Siria, pasaron Turquía y Grecia, pasó la antigua Yugoslavia, entré en Italia por Trieste y si preguntando se llega a Roma igual llegué a Villa Bonelli...eran los primeros días de octubre, días aquellos, ¡gloriosos días romanos!...
Entré al templo y me dirigi a una señora sentada junto al órgano. Pregunté por el padre Alfredo, bien lo recordaba, era de Madrid y fue el que a través de algún contacto propició mi visita gratuita a los museos vaticanos...
"Es aquel que está sentado allí" (en la foto la persona que queda del todo a la derecha)...me acerqué sintiendo como 36
años se iban reduciendo a ese momento...
Padre Alfredo, ¿puedo hablar con usted?
Usando sus muletas se levantó no sin trabajos...salimos por una puerta lateral y le conté, apoyado por las fotos que traía en el teléfono, diapositivas de aquel tiempo digitalizadas en la pasada pandemia...
...en la conversación estábamos cuando pasó un cura para decirnos que ya habíamos Papa...(yo sí que me sentía en plena personal fumata)...
El padre Alfredo llamó a Antonio Carboni y con la dirección retomada, Vía Ripandelli, hacía allí me dirigí... él mismo me abrió la puerta y  ¡qué momento el del abrazo!. Un anciano delgadito, pero bastante derecho aún y, como no tardé en comprobar, muy lúcido...
Me contó que Diana murió a primeros de este siglo, noticia que sí conocía, y detalles que yo no recordaba, como el que me regaló un reloj para sustituir el que me sustrajeron en Damasco...y que envié un regalo a Marco cuando su boda, confirmado por el propio Marco que en ese momento estaba de viaje...
Fue una de las grandes, íntimas, alegrías de mi vida. Mientras buena parte del mundo católico celebraba el nuevo papa yo me celebraba en elaborados encuentros como este que daban sentido mayor, aún, a mi vivir... No me asombro haber perdido contactos más me asombro haber conseguido mantener tantos. Este, romano, volvió a mi vida...como viajero perenne y perentorio hago votos  de volver a Roma, a encontrar a Marco, con el que tengo contacto vía wasap. Según me contó aún conserva y usa el cavaletto (trípode) que llevaba en dicho viaje y que le regalé, está casado, como sabía, y tiene cuatro hijos (mi amiga Alicia indagó a través de Facebook pero no dimos con él...)..en fin, omito detalles de este encuentro fácilmente imaginables...un genuino regalo de la vida de viajero....
Parafraseando el verso de Quevedo:
...encontré a Roma en la propia Roma...
36 horas y 23 km, metafísica romana.
Con la satisfacción del deber cumplido 🤦‍♂️
seguía viaje para el sur, camino de la antigua Lucania y de Grecia...

domingo, 4 de mayo de 2025

...Semana Santa, Madrid, 2025...

...me encontré un Madrid insólitamente solitario. Empezando por la T4 de Barajas, recién llegado de la India, pasando por la rotonda de Canillejas, el metro El Carmen, el tramo de calle Alcalá y así hasta la calle Benidorm donde, como decía Luis Rosales, gracias a Dios la casa está encendida, sigue encendida...vine de alguna forma a acordarme de cuando aquel día de marzo de 2020 volvía de Israel y no sabía de las dimensiones de la pandemia y el encierro recién comenzado. "Es que son vacaciones de Semana Santa y mucha gente se ha marchado" me explicó mi sobrina. Cierto que también venía de un tiempo y un espacio tan colmado de gente que cualquier otro ambiente me resultaba tranquilo. Olga y Javier me esperaban para darme la bienvenida y cerrar oficialmente este periodo de 50 días por aquella parte de Asia...
...Era lunes santo, al día siguiente ellos se marchaban y me dejaban su casa. Soledad y viajar, en soledad, son mis formas de sentirme en casa. Por tanto, un lujo, sobre lujo. Nunca había pasado un semana santa en Madrid, en el rompeolas de las Españas machadiano, y me disponía a ello más que motivado y agradecido aunque en el fondo, no necesariamente tan fondo, no tenía otros planes que los que suelo cumplir cuando entre viajes paso unos días en Madrid, que no son otros que hacer aprecio a la intensa vida cultural que la villa y corte ofrece.
...Y ello empezaba con el ritual de llegarme al cementerio de la Almudena a pasar un rato junto a la tumba de don Benito Pérez Galdós: antes de partir me acerco a decirle que me voy y cuando regreso voy a confirmarle mi llegada, como si él me diera sus bendiciones y recogiera mis agradecimientos sin tasa.
 Visita que se completa siempre con dar el paseo que circunda la necrópolis, poco más de tres km, siguiendo sus tapias...y acto seguido ir a la biblioteca de la La Elipa a devolver los dos libros que me llevé al viaje y leí en los muchos pocos ratos entre esperas, parques, estaciones, hoteles...
...y aquí empezó la pasión, la curiosa vivencia que siempre está a la que salta: una señora justo en ese momento estaba solicitando el libro de Álvaro Pombo, así que pasó de mi mochila a su bolso, de mi trasiego a su yo qué sé...y salí con otros dos que serán próximo pasto: sigo la novelada historia de los Episodios Nacionales y me resisto a salir de la India con la apasionante historia de Anita Delgado, la bailarina malagueña que llegó a ser maharaní de Kapurthala...   

Ya desde antes de llegar había consultado el amplio ramillete de exposiciones, tantas, siempre, y con mi interés en casi todas...la vivencia, en forma de sorpresa, se mantenía: me viene ocurriendo con sospechosa asiduidad que los aconteceres, los llamaré así, no vienes solos sino que se van concatenando, como anunciándose a través de detalles para los que solo se necesita estar algo atento...Así, salgo a visitar la exposición sobre Carmen Martín Gaite (en El Matadero) y la de la Bohemia (en el museo de Historia de Madrid)... por la calle Doctor Ezquerdo esta placa:
...y en el metro este fragmento de Valle Inclán, empeñándose ambos en ponerme en camino...(Max Estrella y don Latino de Híspalis, singulares, inefables y entrañables personajes de ese monumento valleinclanesco que es Luces de bohemia...)




 ...los personajes de la noche, letras y cafés de aquellos años a caballo de los siglos XIX y XX...  

 ...Si había una exposición que esperara con algo más que interés es sin duda esta que se iba anunciando desde hace tiempo en el museo Thyssen... El conjunto de literatura y pintura por un lado y mis recuerdos personales por otro me ponían en una muy elevada motivación.
 ...aquel curso 2009/10, por circunstancias que al caso no vienen, estuve casi todo él de baja. Fue un curso, un tiempo de mi vida, fecundo como pocos, o como tantos. Leí a placer, leí a discreción, leí los siete tomos de EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO, la monumental obra de Marcel Proust, que había adquirido unos años antes en aquellas liquidaciones de la desaparecida DISCOPLAY, sita en Los Sótanos de la Gran Vía madrileña, aquella venta por correo que tanto dio de sí hasta su desaparición...amigos lectores y cultos donde los haya se asombran que leyera este monumento literario...parece que la obra de Proust, como el Quijote y el Ulises de Joyce forman parte de esas obras conocidas por todos y leídas por pocos...
Una muy escogida selección de cuadros conformaban esta exposición dando forma al arte que gustaba y frecuentaba Proust..
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Del arsenal de citas en que recogí de la inmensa obra elaboré un libreto que duerme por esos archivos míos...Al azar, como botón de muestra, dejo estas perlas...
...En todo caso no hay pecado sin remisión...
...es lo que hace que una persona sea tantos seres distintos según las personas que la juzgan...
...siempre es el apego al objeto el que propicia la muerte del poseedor...
...el sabio es por fuerza escéptico...


...en la tienda montada sobre la exposición no podían faltar, cómo podría ser, bolsitas de magdalenas...nunca una magdalena provocó tal caudal de letras, una vez pasada por el sensibilísimo paladar de Marcel... 
...y hablando de libros, solo por ver, por pasear, en esa sixtina de las bibliotecas, volví al monasterio de El Escorial tantos años después aprovechando una tarde de visita gratis...
...Y como broche de esta semana, el domingo de Resurrección a la tarde subí con mi amigo Luis a la terraza, Azotea, del Bellas Artes, a contemplar el paisaje madrileño renovado tras la tormenta que descargó...
...copia previa al colofón de esta semana: el teatro en la sala Fernando Fernán Gómez, en Colón. Después de varios meses en cartel esa noche  era la última representación de la obra de Carlos Arniches.

 Originalísima puesta en escena, excelente interpretación. Brillante. Cosa de la IA, supongo, no sé, un Fernán Gómez apareció en pantalla antes de la representación para saludar y entre otras cosas solicitar el cierre de los teléfonos...Lo dijo así: hay tres cosas que tienen que ser así, el vermú con aceituna, las natillas con galleta y el teatro sin móviles...(el único que sonó fue el de la señora que, para no faltar a mi trayectoria, estaba a mi lado...)
Al final de la muy aplaudida representación el director invitó a salir, junto a los actores, a todo el personal que la hace posible...y comentó que esa misma mañana había fallecido el padre del actor que hacía de señor Trevélez pero que decidió que cumplir con su papel hasta el final... 
Una semana santa para mí, si está a mi alcance, no está completa si no asisto a los oficios del sábado santo por la noche, la llamada Vigilia Pascual. No entro a detallar el volumen de mi fe...Todos los años hago memoria de dónde me alcanzó una noche como tal...Cartagena de Indias, Buenos Aires, San Juan del Potrero (Bolivia), Nazca (Perú), Queenstown (Nueva Zelanda)...todas recogiendo el testigo de aquellas vigilias que con tanto fervor vivía en el Seminario y que con tanto cariño rememora mi baqueteada memoria. Este año, la ceremonia del fuego, del agua, las lecturas, el Lumen Christi, el cirio pascual...lo viví en la iglesia del Espíritu Santo, donde principia la calle Daroca, no lejos de la plaza de toros de Las Ventas... 

 

...dejo para el final lo que ha sido la verdadera sorpresa, muy personal, íntima, de estos días. Fue en la exposición sobre los juguetes, en una de las grandes salas del centro Conde Duque...Iba con mi amigo Luis. Justo pasando por la sección de los juguetes de hojalata le conté que cuando era chico, tal vez cinco años, en casa de mi vecina doña Dolores, a la que yo llamaba Loles, los Reyes me trajeron una especie de barco de cuyo mástil salían dos aspas y en cada extremo colgaba un helicóptero (creo que decíamos aeroplano). Recuerdo que se le daba cuerda y el barco empezaba a moverse con suaves  ondulaciones como si fuera por el mar, al tiempo que giraban las aspas... Estaba en dicha explicación cuando...no daba crédito a lo que había en el siguiente expositor: era mi juguete...
    

...Mi semana santa madrileña dio para más... pero ya fue bastante...
"Para mí vivir es no tener prisa, contemplar las cosas, prestar oído a las cuitas ajenas, sentir curiosidad y compasión, no decir mentiras, compartir con los vivos un vaso de vino o un trozo de pan, acordarse con orgullo de la lección de los muertos"(Carmen Martín Gaite)