viernes, 25 de noviembre de 2022

... Lord BYRON y MESSOLONGHI...


...hace muchos años (de todo empieza a hacer ya mucho tiempo, incluso de lo que parece que fue ayer...y todo parece que fue ayer...) que entró en mi vida la palabra MESSOLONGHI, -la grafía puede variar-. Fue a raíz de leer sobre Lord Byron a la vuelta de un viaje en bicicleta (año 1985, aún no era con Pandora) por el sur de Francia, Suiza y norte de Italia, un verano de mis años de maestro en Hoz de Jaca, Huesca. Había visitado el castillo de Chillon, que se levanta en una de las esquinas del lago Leman o lago de Ginebra. En sus muros, ya no recuerdo si en las mazmorras, dejó Lord Byron su impronta con un autógrafo en la piedra. Él, como tantos otros viajeros y escritores, también cayó en el hechizo del lugar enmarcado en el soberbio paisaje entre lago y Alpes. Ahora, lejos de mis archivos, donde tengo este mismo recuerdo, echo mano de internet.
(Tal vez todo esto es el remoto origen de esta visita dentro de mi periplo por el Jónico... y de esta página)
Al regreso, como digo, busqué en un tomo de la Larousse -lo previo a internet- sobre el escritor y aventurero, y ahí fue donde me salió Messolonghi, el lugar de Grecia donde vino la muerte a llamar a su puerta.No le di más importancia a la palabra, por otro lado no fácil de recordar...pero mira por donde la palabrilla se empestilló en aferrarse a mi memoria, comprobando una vez más cómo la memoria tiene sus reglas y se empeña en guardar, por qué será, algo en lo que no hemos mostrado interés, ocurriendo tantas veces lo contrario...
Ahora, noviembre 2022, acabado el periplo por estas islas, cambio de rumbo sin bajar (cuántas veces lo desearía...) del siempre mismo barco en el que navega mi vida. De Zakynthos llego a Kyllini y de Kyllini, en autobús, a Patras. Me queda una semana por la Hélade y los lugares que quisiera visitar siguen sumando al tiempo que menguan los días...Aquí, no lejos de Patras, a un rato de autobús, queda Messolonghi: no tengo, no había, escapatoria, era como un destino, es como un ahora o nunca...
...Debido a su talento poético, su personalidad, su atractivo físico y su vida de escándalos, fue una celebridad de su época... (una descripción en la wikipedia), una personalidad arrebatadora.
George Gordon Byron (Londres, 22 de enero de 1788-Mesolongi, 19 de abril de 1824)
Su vida no fue larga en años pero sí talmente azarosa. Su congénita cojera no fue óbice para moverse por buena parte de Europa y cabalgar por todo tipo de escenarios, en lances de toda índole, que le valieron harta celebridad por encima de la de escritor, que es con la que permanece en la larga vida de la fama...y así, vino a acabar sus días, 36 años, a causa de una malaria, en este lugar al que llegó para combatir con el pueblo griego contra la opresión otomana, haciendo causa común con tantos filohelenos europeos...
Adelanto que de Byron he leído algo de su biografía, pensamientos, frases, algún pasaje de su obra, poco más. Sigue pendiente leer su obra cumbre, La peregrinación de Childe Harold...También disfruté hace años de aquella para mí gran película Remando al viento, de Gonzalo Suárez, en la que el actor Hugh Grant encarna al poeta inglés. 
Pero mi recuerdo más lejano sobre él me remite a esta frase, este pensamiento suyo que se hizo conmigo desde que lo leí donde fuera, cuando fuera, sabe Dios, pensamiento de cabecera donde los haya:
Hay placer en los bosques sin senderos, hay éxtasis en una costa solitaria. Está la soledad donde nadie se inmiscuye, por el oceáno profundo y la música con su rugido: No amo menos al hombre pero si más a la naturaleza
Igualmente conocido es el epitafio que más de uno querría para su tumba pero que escribió en honor a su perro,
Boatswain (Contramaestre).
Cerca de este paraje
se depositan los restos de
quien poseía Belleza sin Vanidad,
Fuerza sin Insolencia,
Coraje sin Ferosidad
y todas las virtudes del Hombre sin sus Vicios.
Este elogio, que sería un halago sin sentido si se inscribiera sobre cenizas humanas, no es más que un justo tributo a la memoria de Boatswain, un perro
que nació en Terranova en mayo de 1803
y murió en Newstead el 18 de noviembre de 1808...
(el elogio es una parte de lo esculpido en esta lápida en un lugar de Inglaterra)
...Y a Messolonghi llegué al fin en una tormentosa tarde de noviembre.

El autobús de Patras me deja al lado de esta colosal estatua junto a los muros que circundan esa especie de ciudadela que acoge el llamado Jardín de los Héroes, un hermoso y muy cuidado parque de verdadera memoria a la historia, donde se levanta un conjunto de cruces, estelas, cipos, cenotafios, bustos, un túmulo... una armoniosa estatuaria en mármol blanco, dedicada al recuerdo a los caídos en los asedios que sufrió esta ciudad, estratégicamente situada en una de las entradas al golfo de Corinto, entre 1822 y 1826.
Para más detalles solo es necesario poner en el buscador de google Asedio de Mesolongi. Esta ciudad se une a tantas otras (Numancia, Sagunto, Zaragoza, Sarajevo, Alepo...) en una vasta lista, interminable, como es la propia barbarie humana...
Tras cuatro asedios, la falta de alimentos y la peste por un lado, y la matanza posterior a manos del ejército turco/ egipcio acabaron con la resistencia griega.
...el monje de clausura de Messolonghi Giannis Goinaris...
...nada más entrar se alza a la izquierda este busto al poeta Dionisos Solomos, autor de la letra del himno nacional griego; Solomos, del que tuve noticia gracias a la estatua de la plaza de Zakynthos, de donde era natural.:
Ocupando un lugar central se levanta la efigie de Byron con la siguiente inscripción:
A Byron, natural de Britania , extranjero, las hijas de Mnemósine en torno a su cuerpo le muestran agradecimiento.
Los griegos lo erigieron de piedra mediante una suscripción, ya que Grecia sufrió en el combate por su libertad y él llegó como consuelo y motivo de gozo para los que lucharon.
(Traducción de nuevo gracias a mi compañero de seminario, Revelles)
Pese a la derrota, o tal vez por ello, 
el episodio tuvo una enorme repercusión en Europa, contribuyendo de forma muy
favorable a la independencia griega. Intelectuales de la talla de Chateaubriend, Víctor Hugo, Rossini, Pushkin...avalaron 
escritos con su firma, mientras gente adinerada empleó fondos para rescatar mujeres y niños vendidos como esclavos en Egipto. 
Delacroix pintó este cuadro alusivo:
Grecia sobre las ruinas de Messolonghi
Byron en su lecho de muerte
(Joseph-Denis Odevaere)
Lord Byron en Messolonghi
(Theodoros Vrizakis).
El incendio de las reservas de pólvora de Mesolongi
Theodoros Vryzakis representa aquí a los
defensores griegos que, una vez fracasado el intento de atravesar las líneas enemigas, se volaron por los aires con las últimas reservas de pólvora de la ciudad.
...la movilización europea dio resultados.
Por el tratado de Londres de 1827, Francia, Rusia y Reino Unido reconocieron la autonomía de Grecia. Tras la batalla de Navarino, los otomanos fueron derrotados y, al fin, en mayo de 1828 los griegos cercaron su ciudad y los otomanos se rindieron.
... apenas conozco de historia, pero parece que fue cosa de unión europea este rechazo al imperio otomano, tantos siglos en conflicto, amenazante...no sé en la actualidad qué sería de Grecia sin la certeza de ser un estado europeo y el consiguiente apoyo comunitario. La pujanza del gigante turco, como el propio islam, lo he escuchado en amigos de aquí, se siente como una amenaza, sobre todo en aquellas pequeñas islas del Egeo a tiro de piedra de las costas turcas...siempre que voy a ver a los amigos de Atenas sale a relucir Erdogan, el presidente turco...

Mira: Armas, banderas, campo
de batalla, y la victoria,
y Grecia. ¿No vale un lampo
de esta gloria?   
                             ¡Despierta! A Hélade no toques,                Ya Hélade despierta está.

Cerca del puerto, donde parece que la ciudad termina, frente a la laguna y la inmensa playa, se alza la estatua a él dedicada: mirada al frente, libre de titubeos, libros al pie, tocado a la griega...
(un fragmento de sus diarios)
...Bien, he tenido lo mío de lo que se conoce como los placeres de esta vida, y he visto más del mundo europeo y asiático que buen uso he hecho de ello. Se dice que «la virtud no necesita recompensa»; la verdad es que debería estar bien pagada, por las molestias. A los veinticinco, cuando lo mejor de la vida ha quedado atrás,  uno debiera ser algo. Y ¿qué soy yo? Nada sino estos veinticinco… y unos cuantos meses. ¿Qué he visto? Al mismo hombre por todo el mundo...
He leído informaciones un tanto confusas sobre sus restos. Parece que fueron los pulmones, y no el corazón como a veces se ha dicho, los que quedaron enterrados en Messolonghi, en su monumento del Parque de los Héroes. Su cadáver fue llevado a Inglaterra, donde reposa junto a su madre...
...Por cierto, que esa forma de reposo final es por la que me decanté hace tiempo: volver al seno materno, hecho polvo, mas polvo bien trotado, entrar en ceniza donde reposan mis padres, a ver qué se cuece en ese más allá en el que espero me reciban...
Pero, como decía Michael Ende en La historia interminable, eso es otra historia y será contada (sic) en otra ocasión...
Mientras tanto, hay y habrá que seguir, y seguir optando a estas letras de Byron:
"HAY PEREGRINOS DE LA ETERNIDAD, CUYA NAVE VA ERRANTE DE ACÁ PARA ALLÁ, Y QUE NUNCA ECHARÁN EL ANCLA"

viernes, 18 de noviembre de 2022

...Regreso a ÍTACA..

...ignoro si los perros sueñan cuando están mirando al mar o si echando un sueño a pie de autobús, ajenos al ajetreo humano, sienten añoranza de horizontes caninos. Conozco de perros tanto, tan poco, como de seres humanos, casi...
El perro de arriba tal vez miraba la silueta de la isla de Ítaca envuelta en las brumas de la derecha. Estábamos en la playa de Vasiliki, al sur de la isla de Lefkada, playa solitaria, como todas en este noviembre.
Un día después, tomo el autobús que me dejará en Patras, donde me subo al barco para emprender el camino a Ítaca...
...ignoro el motivo pero es la historia del fiel ARGOS la que me viene con fuerza a la mente mientras diviso la isla; ello, y el libro de la Odisea, y mi anterior viaje, todo, y tanto más, agolpàndose, pensaba mientras las maniobras de atraque en el pequeño puerto de Pisaetos...33 años después, al fin, de nuevo estaba en Ítaca...
...20 fueron los años que Ulises, Odiseo, tardó en volver, entretenido cómo estuvo entre la guerra de Troya y los desvíos, rodeos, insinuaciones, tentaciones, obstáculos, aventuras, en una palabra, por estos mares mediterràneos, que le iban alejando conforme se acercaba a su destino, su querida isla...
...Llega al fin, y la diosa Atenea, siempre en su ayuda, lo cubre de vejez y con harapos de mendigo para pasar desapercibido, irreconocible a conocidos, y sobre todo a los pretendientes de su fiel y paciente Penélope, la de los ojos brillantes...y así, de esta guisa, llega al umbral de lo que fue, es, su palacio...
Pero...allí está Argos, ya perro anciano, achacoso, ciego, sucio y abandonado sobre un montón de estiércol. De pronto parece espabilarse, levanta las orejas, mueve la cola y en un supremo esfuerzo consigue ponerse en pie, mira sin ver, pero su olfato le recuerda algo que no ha podido olvidar: es el único que reconoce a su amo. Ulises se sabe reconocido pero no quiere levantar sospechas, se acerca a él, le pasa la mano por la cabeza y sigue su camino mientras una lágrima le corre mejilla abajo. Argos se sabe reconocido y muere...Este pasaje me conmovió especialmente...
(Ulises reconocido por su perro Argos" de Jean Joseph Espercieux, 1757.)

Era a mediados/finales de agosto de 1989. Iba con Pandora, en aquel para mí iniciático viaje de la vuelta al Mediterráneo. De Grecia había escogido, como botones de muestra entre tantas, dos islas: Patmos en el Egeo y en el Jónico Ítaca, aquella por mi vinculación, digamos, religiosa, y esta porque el poema de Kavafis formaba parte de mi equipaje sentimental, y por ser la Odisea, al alimón con el Werther de Goethe, los primeros libros serios que leí, los que me adentraron en la feliz espesura de los libros.
Tenía entonces entre 15 y 16, años, recién licenciado de latines y con toda una vida harto brumosa por delante... El libro me lo prestó mi prima Paqui y, allí, en el huerto de la casa donde nací, un paraíso en el recuerdo, di cuenta del mismo...¡Cuánto me gustó!. Tuvieron que pasar muchos años hasta una nueva lectura: fue hace 4 o 5  años, en aquella feliz temporada que pasé, invitado por mi amiga Haroula, en la casita de la isla de Symi, en el Dodecaneso, libro que previamente había regalado a mi amigo/alumno José Carlos.
De aquel par de días que pasé por Ítaca en el 89 solo guardo dos recuerdos concretos...Diana d'Agostini, profesora italiana con la que contacté tomando algo en una taverna. Viajaba con su hija, Laura Andreata. Me dio su dirección y me acogió en su casa cuando pasé por Padua un tiempo después. Le encontraba a Diana un cierto parecido, ¡qué manía la mía esta de los parecidos!, con Virna Lissi.
El otro recuerdo me lleva a la altura junto al santuario, monasterio, Kathara, donde llegué a tiempo de la puesta de sol y con el ánimo de encontrar un buen, solitario y aireado lugar para poner mi saco y pasar la noche...y en esos menesteres estaba cuando cuando llegaron unos coches con un cura y varias personas, mayormente mujeres mayores, enlutadas pero nada tristes: iban a pasar un buen rato para cerrar el día. Vi que entraban primero en el santuario para acto seguido llegar hasta el lugar donde había empezado a montar mi dormitorio, al arrimo del campanario...
(El monasterio, hago un inciso, ya sin monjes, pero indudable centro espiritual de la isla, está dedicado a la Virgen, Panagia Kathariotissa, en recuerdo de cómo fue encontrado el icono, intacto entre las llamas de un fuego para limpiar malezas de un terreno...su fiesta, 15 de agosto y 8 de septiembre, con subida la noche anterior, como tantos lugares en España...)
 ...se sentaron en los bancos, sacaron una botella de ouzo, vasitos, dulces, me invitaron, hablaban, reían, cantaron...y al buen rato, ya con la noche cerrada, se marcharon, dejándome, como tantas veces me ha ocurrido viajando, sin saber si estaba en el sueño o en la realidad, si aquello había sido un sueño anticipado o una parte de la soñada realidad de mis viajes...
Ahora, 33 años después, todo un lujo volver a dormir sea con otro saco, sin Pandora, con la misma estructura ósea ya tan baqueteada, el mismo espíritu, creo, con la misma animosidad, ya no necesariamente esperanzada, en la curva activa, descendente, de la vida, en este mismo emplazamiento, no junto al campanario sino que busqué el amparo, menos aireado, de la puerta del santuario, pero en definitiva el mismo lugar...
A unos palmos de mi cabeza, posada sobre la puerta del santuario, estaba esta piedra con su inscripción, piedra que puede verse ampliando la foto de arriba, verdadera piedra de cabecera tras la traducción de mi amiga Victoria en Atenas...esa noche ignoraba el mensaje que guardaba para mí; ahora, ya lejos, en Cefalonia, le encuentro su sublime valor, su profundo significado...
"TUVISTE LA SUERTE DE LLEGAR HASTA AQUÍ, DEVOTO PEREGRINO COMO EL OTRO...ULISES"
Luna casi llena incluida, estas fueron mis vistas de Vathi, la capital, y del amanecer...
...y otro recuerdo de entonces: mi estupor, mi asombro, al constatar que había llegado a Ítaca, tan lejos, tan remota, tan imposible como me parecía, con el poco a poco de cada día. Se renovaba la cálida extrañeza que sentí cuando llegué a Damasco, a Estambul...no podía creerlo...¡Y mi agradecimiento, siempre!
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti...
(En la mitología griega, los lestrigones, Λαιστρυγόνες, son un pueblo de gigantes antropófagos que vivía en Lestrigonia. La tradición sitúa a los lestrigones en Sicilia oriental o en la costa de Cerdeña)
En estos términos se expresa el poema de Kavafis. Ahora, tantos años después, sabiendo un poco más que entonces, ignorando ciertamente mucho menos, puedo decir que fui osado, y audaz, sin proponérmelo, y que iba desposeído de temor sin pretenderlo, temor o miedo era algo que no entraba en aquellas inocentes alforjas, lo mismo que no encuentran cabida en esta mochila que se va haciendo vieja conmigo. No sabía lo que me esperaba y ello, por un lado me animaba y por otro no me arredraba...iba de alguna forma con el espíritu del Cándido, el famoso personaje de Voltaire...y ya tengo edad, un cierto curtimiento, y he andado muchos caminos (ya se coló don Antonio...) como para, al mirar atrás, y tanto atrás, pensar que me fue bien, que estuve en lo acertado...De todo ello daba serena cuenta mientras transitaba y contemplaba estos días el solitario y agreste paisaje, todo roca y arbusto, y arbolado mediterràneo, de Ítaca. Y las cabras por doquier, sin un Eumeo a la vista...
(Leo una curiosa descripción de este pastor: Eumeo, pastor de la casa de Odiseo, anciano parsimonioso, aún fuerte, más parecido a sus cabras y ovejas que a sus congéneres. Su hablar es como un balido.)
El mismo hecho de volver a desembarcar en la isla y llegar a dormir al lugar citado cubría la expectativa de esta venida...No tenía plan mayor, me dejé llevar por algún camino marcado y así atravesé la pétrea, homérica, montaña de Nirito, llegando al pueblo de Anogí, con su taverna tienda mantenida como antaño, su iglesia con pinturas bizantinas, las ruinas del Anogí antiguo y un alucinante paisaje (geoparque) para amantes de la caliza, de lo kàrstico, de la piedra pura...
En el hotel Méntor, en Vathi, la capital, al fin, descansé los cansancios acumulados y el par de noches venturosas por los mitológicos suelos de Ítaca. Méntor fue el mentor primero, el mentor por antonomasia, así se llamaba el buen hombre y amigo al que Odiseo confío antes de partir a la guerra de Troya la custodia y educación de su hijo Telémaco...
Cerca del hotel Méntor hay un supermercado y en la puerta se alza esta escueta, nada pretenciosa, escultura a la memoria de Penélope, prodigio de virtud, fidelidad y perseverancia. Imagino a dicha Penélope aún joven en su madurez, mujer granada, ajustadamente entrada en carnes, vestida con su chitón, el pelo recogido con una cinta dorada, tersos los brazos destejiendo de noche lo tejido durante el dia, suspirando día tras día, año tras año, mirando con temor pero astuta a los pretendientes que se habían instalado en el palacio, se habían arregostado en él, holgàndose y moviéndose por él como Pedro por su casa, como perros encelados...imagino a Virna Lissi o Irene Papas, fallecida esta no ha mucho, ambas ya en el otro lado, haciendo este papel.
En la carretera que baja de Anogí, en un mirador, se alza este relieve en el que Ulises va dando cuenta de los pretendientes...

Un poco más allá de Penélope, en la propia plaza de Vathi, se alza este monumento en bronce verde a Ulises, y a unos metros, cara a cara, en mármol blanco, el busto de Homero, gemelo del que viera en el puerto de la pequeña isla de Íos, en uno de cuyos confines, como ya conté, se venera la probable tumba de este hombre del que tan poco se sabe...
                          HOMERO
Respuesta del oráculo de Delfos al emperador romano Adriano 117-138 sobre el origen de Homero:
“Su morada es Ítaca, Telémaco, su padre y su madre Epicasta Nestorida, la que lo parió el hombre más sabio entre los mortales”
Ciclo épico acerca de Homero, Hesiodo y su linaje.
(traducción cortesía de Revelles, compañero de seminario)
En aquel viaje de 1989 no tenía ni idea de que un día de este año del Señor de 2022 en el que estamos iría a Alejandría, Egipto, a visitar la casa donde vivió Konstantinos Kavafis, el autor del poema ITAKA, que tantas veces leí en aquel viaje, que tanto me ayudó y animó...visita a Alejandría, con la estrambótica aventura buscando su tumba, contada en una página anterior.
Tampoco conocía por entonces, tal vez no la necesitaba, la poesía PEREGRINO de Luis Cernuda que entronca con la de Kavafis, dándole una cumplida vuelta de tuerca...Cernuda, que debía conocer bien la poesía de Kavafis, da un paso adelante, definitivo paso adelante, en la demora de regreso que trasfondea en el poema de Kavafis...
Mas, ¿tú? ¿Volver? 
Regresar no piensas,
sino seguir libre adelante,
disponible por siempre, mozo o viejo,
sin hijo que te busque, como a Ulises,
sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

 ...Cernuda propone un Ulises sin Ítaca, sin hogar por tanto, y por ende sin Penélope ni Telémaco, como un peregrino irreductible, irredento, condenado, quintaesencial, abierto a cualquier experiencia que todavía le otorgue la vida. 
No es poesía para pusilánimes, supone estar solo frente al destino del no hay destino...Así, con estos ánimos, la cierra:
Sigue, sigue adelante y no regreses,
fiel hasta el fin del camino y tu vida,
no eches de menos un destino más fácil,
tus pies sobre la tierra antes no hollada,
tus ojos frente a lo antes nunca visto.

No deja de ser sorprendente que en la noche del hotel Méntor viera que entre las sugerencias de Google me llegaba noticia de que iban a empezar a restaurar la casa natal de Cernuda en Sevilla, la misma que semanas antes mi amiga Ulrike me había comunicado su lamentable estado...todo se enlaza...
...Faltaban unos días para Navidad, diciembre 1989. Llegué a La Zubia, mi pueblo,tras el periplo mediterráneo, siendo recibido con honores por familia, amigos y representantes de la autoridad, mi momentazo de héroe local...
Esa noche, a una hora indeterminada de la madrugada, fui al baño. Me llamó la atención un resplandor que salía de la cocina, me asomé y allí en el poyo lucían tantas velas como meses había estado en el viaje...mi hermana había tenido este entrañable detalle...
Al día siguiente, obvio, no había rastro de luz, de velas, y dentro de mí notaba un vacío, un algo deshabitado: algo me había abandonado mientras dormía, algo sin nombre definido pero de reconocible sentimiento...¡Cuántas veces he sentido, habré sentido, ese abandono de energía al término de un viaje, mayor desplome cuanto más largo y ancho fue aquel...!, desasistido de la energía, de la serena pasión que fue mi sustento diario.
Cierto que era el volver, el regresar, también para mí, un aliciente que empujaba a salir...Lo fue, sí, pero hace ya mucho...
Comprendo ahora que estaba empezando a comprender en su desnudez el verso concreto de Kavafis:
...AUNQUE LA HALLES POBRE,
 ÍTAKA NO TE HA ENGAÑADO.
ASÍ, SABIO COMO TE HAS VUELTO,
CON TANTA EXPERIENCIA 
(no me asiste certeza de ello)
ENTENDERÁS YA QUÉ SIGNIFICAN LAS ÍTACAS.
¿Regreso tras regreso...errancia definitiva...un concertado arreglo, complejo, entre ambos extremos...? Tal vez no queda otro regreso más cierto, más fiel, el definitivo, que el del regreso a casa para el que tantos rodeos damos andando mientras vivimos (Manrique también se cuela), ese regreso, esa vuelta a casa que emprendemos desde el instante en que nacemos...
Llovía cuando me iba de Ítaca. Acordándome de estos versos de Neruda aún tuve tiempo de pensar que me gustaría venir una tercera vez, en primavera, toda su tierra llena de flores, como me dijo aquel chico que me llevó unos kilómetros en su coche...
...Se sabe que el que vuelve no se fue,
y así la vida anduve y desanduve
mudándome de traje y de planeta,
acostumbrándome a la compañía,
a la gran muchedumbre del destierro,
a la gran soledad de las campanas.