sábado, 26 de febrero de 2022
...Recuerdos de KIEV...
lunes, 21 de febrero de 2022
...COLUMBARIOS, varios...
...En mis paseos por esta que de los fenicios y romanos le viene el nombre de Sexi y de los árabes Al Munakkar, que ha devenido en Almuñécar, volví a visitar hace unos días el par de columbarios que se asoman al gran valle del rio Verde, ese que hoy es un tapiz de aguacateros y chirimoyeros. Columbarios del tiempo de los romanos, el pueblo cuya impronta perdura hasta los tiempos presentes en generosos fragmentos de acueducto, factoría de salazones, termas...y estos columbarios. Uno conocido como Torre del Monje, en más que aceptable buen estado, y otro llamado de la Albina, por el sitio donde se ubica, o con más propiedad columbario de Antoniano Rufo, del que queda una arruinada ruina, una piedra sobre piedra, apenas un resto de muro. pero conservando algunos nichos...
Iba con renovada motivación a dar este paseo a los columbarios tras mi reciente paso por la encantadora ciudad de Brescia, en Lombardía, norte de Italia. Allí, en el entorno del castillo que corona la villa antigua, charlé y amigué con Riccardo. Este buen hombre me dio el dato y a él debo el conocimiento del cementerio Vantiniano, absolutamente desconocido para mí, que tenía que haberlo estudiado antes tratándose de la importancia del mismo y siendo materia de mi incumbencia, conocida mi querencia por las necrópolis...La información vino a buscarme en forma de Riccardo para que no me lo perdiera, y sí, al día siguiente me faltó tiempo para ir a visitarlo. Mantengo contacto con él, con Riccardo, y bien que le estoy agradecido...
La importancia de este cementerio se debe a su monumentalidad, cierto, pero sobre todo a que es considerado el primer cementerio monumental en la historia del arte. Su autor, Rodolfo Vantini, inició la obra en 1.813, en estilo neoclásico, con evidentes reminiscencias helénicas, dedicó prácticamente toda su vida al mismo, sin llegar a ver concluida la obra que se dio por finalizada a principios del siglo XX...No es necesario compararlo con el de Milán o el de Génova...ocupa su sitio...
En torno a una torre tipo faro que se levanta en el centro, se van distribuyendo calles, parcelas, jardines, en perfecta geometría, galerías cubiertas, panteones, soberbios monumentos...y, bajo tierra, algún centenar de metros de columbarios, que podría ser, es, el arranque de esta página...pequeñas tumbas tanto para cenizas como para contener reducción de restos...
Ciertamente, el lugar, estos lugares, pueden resultar claustrofóbicos, agobiantes, nada gratos, poco recomendados para gente de ánimos abatidos, propensa a la melancolía, la que devasta...se unen la soledad absoluta del sitio, el silencio, la energía palpable de estar "entre muertos" y esa luz de las barras de neón, luz triste donde las haya, una luz que parece envolver de morgue, de pena sin consuelo, todo lo que baña...más de un pasillo de estos he recorrido en mi vida y no es cuestión de hacer memoria ni de explicar, ni tratar de hacerlo, por qué no me siento mal allí. Pero sí me llama la atención el hecho de pensar por qué paseando me fijo en unas tumbas y no en otras, por qué leo unos epitafios y no otros, por qué rescato por un momento de su irremediable olvido a unos seres y nada el resto, lápidas escogidas al buen tuntún, obviamente con prioridad a las que vienen a estar a mi altura...hasta diez pisos tenía este de Brescia, ¡ay los de los pisos alto, olvidados de por vida!...qué emotivo leer en italiano, entender esta querida lengua, la pequeña historia que encierra un epitafio, las fechas, las fotos...siento que se me establece un como diálogo entre el que seré y los que fueron, un cálida, íntima, camaradería; no puedo expresar lo que siento... ¿Quedará alguien que tenga memoria de ellos, de Temístocles, tan elegante, con su gorra, de Giulia, alma cándida y luminosa que se la llevó la muerte en la flor de la juventud, de Enriqueta, de solo 14 años... ?
...construyendo esta página, los recuerdos se han ido solapando tal y como me ocurrió cruzando el río Verde para ir de un columbario a otro...y así me vienen a colación tantos otros lugares que vapulean mi baqueteada memoria...por ejemplo, estos de hace dos años cuando, en Israel, visité los lugares históricos de Massada, junto al mar Muerto, la ciudad fortaleza en lo alto del cerro amesetado, símbolo de la resistencia de un pueblo...
...Nada que ver con lo que a duras penas permanece en el cerrete de La Albina, al otro lado del río Verde, muy cerca de la carretera de Almuñécar a Granada, no lejos del túnel de Taramay: columbario de Antoniano Rufo.
Personalmente la considero una ruina con encanto...puede pasar por una roca erosionada, con su forma de cabeza según desde donde se mire, un capricho a merced de los embates del tiempo. Levantada aproximadamente en el mismo tiempo y con el mismo material, vale la pena cruzar a alambrada y acercarse a ella, tocar las piedras, pasear las manos por el dibujo del arco de los nichos, sentarse junto a ellos a orillas de la tarde, cuando el tapiz verde del río Verde, (¡ay, sin una gota de agua!) se recoge en paz y sombras...
Ambos, Torre del Monje y Antoniano Rufo están calificados como BIC (Bien de Interés Cultura), distando uno de otro menos de un kilómetro. Se pueden visitar en un grato paseo de mañana o tarde. Los había visitado hace diez o quince años, pero ni tenía constancia fotográfica de ello ni la sensibilidad empeñosa que hoy siento, tal vez, quién sabe, por qué no, aumentada por ir sintiendo de forma natural cómo se acerca la voz de la ceniza...