Ahí quedó la fecha, escrita de tal manera que al borrarla (ya está borrada) no quedara rastro. El libro pertenece a la biblioteca de Almuñécar. Lo saqué en aquellos tiempos pandémicos de mayo una vez que los servicios no esenciales (¡) volvieron a abrir, y lo devolví, sin acabarlo, cuando ya me tocaba levantar vuelo; a finales de noviembre volví a Almuñécar, a su biblioteca, y allí estaba aguardándome, calladito y expectante en su estante, del que me lo trajo el bibliotecario...Apenas salí, casi como el que lleva un tesorillo, lo abrí y constaté, conmovido, que sí, que era el mismo: ahí estaba la fecha, el testigo fiel que me aguardó mientras yo estuve vagando mundo esos seis meses...En lo momento de dejarlo ignoraba que el camino me llevaría de nuevo a Auschwitz y Birkenau, como en aquel septiembre de 1991 con Pandora.
Recuerdo haberlo citado en uno de los posts anteriores (el titulado ¡ADIOS, PANDEMIA, ADIÓS?). El libro cuenta en primera persona, con detalle, el sufrir, el penar, el vivir y sobrevivir, del autor, en el campo de concentración, el lager, de Auschwizt, y el largo y extraño recorrido que una vez liberado tuvo que seguir hasta por fin llegar a su Italia natal...
De la trilogía que lo forma había leído las dos primeras partes (SI ESTO ES UN HOMBRE y LA TREGUA )...Me quedaba el a modo de epílogo LOS HUNDIDOS Y LOS SALVADOS...
Di cuenta del libro en pocos días pero dejé en borrador esta página para poder adjuntar a las fotos recientes otras escaneadas de diapositivas tomadas hace casi 30 años...y contrastarlas al tiempo que contrastar mis impresiones tanta vida de por medio...
SI ESTO ES UN HOMBRE... viendo la degradación a que es sometido, las privaciones sin cuento, los horrores cotidianos, la absoluta falta de esperanza...que baje Dios y lo vea, parece que está esperando concluir en justa prótasis la apódosis con que arranca el condicional...
Lejos estaba yo de pensar que regresaría a Auschwitz...
...por aquí, en Birkenau, venían a entrar en un viaje sin retorno...Venían pertrechados, la mayoría, con todos los enseres personales que podían transportar; ellos pensaban que se mudaban a otro lugar...Tras las vitrinas de los expositores habilitados en algunos barracones se halla el amplio, doloroso, en palpitante silencio, muestrario de estas pertenencias.
Esta foto me permitió conocer una palabra de nuestro castellano. Envié el retrato a mis alumnos de Hornos de Segura y mi querida Rosa, que tantas palabras me aporta, me preguntó: "Maestro, ¿qué hacen ahí tantos azafates?"...y montañas de cabellos, de gafas...y una amplia galería de retratos de seres humanos con trajes de rayas...
...guardo entre mis recuerdos un trozo de este alambre de espino...
...Casi 30 años después, decía...Reconozco que fui a Auschwitz sin mucho empeño, puede que presintiendo...Estaba en Cracovia, tenía varios días, el lugar estaba cerca y fácil de llegar en autobús...El tiempo ha pasado y la infraestructura turística no es comparable: sistema de entradas muy organizado, detectores, audioguías (el español sigue postergado...), visitas guiadas...bus para ir de un campo a otro, unos 4 km...en una Europa en plena pandemia, pocos éramos los visitantes, me desligué del grupo y fui pasando en solitario por los barracones de Auschwitz y la vasta extensión de Birkenau...
Acabé cumpliendo con la visita, llegando a todos los rincones, pero todo ello en un creciente ánimo desmayado, una extraña sensación de agobio, de desasosiego que no recuerdo sintiera aquel septiembre de 1991, entonces más animoso yo, y más turista...Me centraba sobre todo en los fríos inmisericordes, más incluso que en el hambre, las enfermedades, la higiene o la propia degradación como seres humanos que todo ello conllevaba...
Acabé la visita y vi con alivio cómo al fin llegaba el autobús que me devolvía a Cracovia...Con el grato calor y el movimiento me vino, como un bálsamo, el sueño...
De todas formas, si puedo, me gustaría visitar el campo de concentración de Bergen-Belsen...con frecuencia lo encontré asociado a tantos memoriales del exterminio levantados a lo ancho de Israel y sobre todo por la historia representada por esta niña cuya estatua está a la entrada del museo de la Diáspora, intramuros de Jerusalén...
Amigo don Antonio, me has enfriado la sangre del cuerpo, y gracias a eso, he podido terminar de leer tu publicación, por que si no la hubiese tenido fria, yo creo que tendria fiebre, pero de esa que paraliza el raciocinio y el sentido comun. Lo malo de todo, es que volvera a repetirse, pero lo que es mucho peor es que así sera, se repite siempre la misma historia... Con el maximo deseo de que no vuelva a ocurrir, te deseo mucha SALUD Y UN ABRAZO. (DESDE PONFERRADA)
ResponderEliminarAmigo César: tú sabes que hay mil,millones de historias, tantas como personas y otras tantas dentro de cada una...pero me parece, y creo que tus palabras lo confirman, que Historia,HISTORIA, hay solo una y como tal es siempre la misma, en sus idas y venidas, en permanente vuelta...No hace falta mirar a los horrores que muestras esta página, basta echar una rápida mirada al cada día en que vivimos...Cuanto más vivamos más "prodigios" veremos; siempre nos creemos que vamos evolucionando, todo un espejismo que el desarrollo, tanto, nos impide ver.Somos los mismos, los mismos otros, los mismos (me acuerdo de aquel trío musical de los 70, perdón por la intromisión...un abrazo desde la Gomera..
EliminarSe nota cómo te conmocionan las atrocidades para las que el hombre está capaz así que se pregunta justificadamente si esto es un hombre. Visitar estos lugares de horror, de deshonra, de la violencia siempre calan hondo, nos dejan quedarnos sin habla. Los campos siguen un crimen contra la humanidad, algo inconcebible aúnque nos enseña la historia más o menos cada día que el hombre no aprende nada. Son los temas grandes de la literatura que siguen siendo actual, la potencia, la codicia, la arrogancia, los pecados capitales y hoy además el egoísmo.
ResponderEliminarHay mucha gente que no pueden afrontarse con la visita de un campo de concentración ni tomar fotos ni leer libros ni ver una pelicula. Pero cerrar los ojos no mejora nada. Eso intentó el protagonista en la película "La vida es bella". Después de haber caído en manos de los nazis con su hijo inventó un "juego" para distraerle.
Una de sus adivinanzas:
Si dices mi nombre, dejo de existir... Quién soy?
El silencio
Un abrazo
...Bien recuerdo, Ulrike, esa buena película: a vi en Buenos Aires, con un amigo al que ya perdí el rastro (pero no el nombre, Alfredo Leone)..Gracias por poner este recuerdo de luz en esta sombría, negra, historia...y salud para seguir...
EliminarCreo haberte comentado que hace unos días vi la serie "Dime quién soy", basada en la novela de Julia Navarro, y la dolorosa impresión que te deja sobre la crueldad de que somos capaces las personas... no importa la ideología, ni el país, ... Pensar en esto me produce desasosiego, me agobia. No puedo entender que el ser humano no sea capaz de cambiar, de mejorar, ... Hay quien incluso niega que existiera el Holocausto, ... Tristeza!!!
ResponderEliminar...sí, lo recuerdo...no por asombrarnos más se van a dejar de repetir menos episodios como este bajo otros nombres, otros lugares, otros motivos...que son todos los mismos; el ser humano con su grandeza y su miseria...Nosotros...Un abrazo desde el sur de Tenerife...
ResponderEliminar