Rumanía, en Cluj Napoca, capital de
Transilvania, octubre de 1991. Voy viajando en bicicleta por un país depauperado, un país en el que abunda la escasez
(también abunda la hospitalidad, como reiteradamente pude comprobar). Había escasez de
todo, cuando no carencia absoluta de lo básico. Colas kilométricas de coches,
mayormente los famosos “Dacia”, estilo Renault 12, con gente en su interior pasando
días y noches aguardando el día que habría gasolina. Colas para comprar pan,
mantequilla, leche…colas que en el mismo orden que se hacían se deshacían
cuando se daba la voz de que se había acabado la mercancía por ese día… En un tren
nocturno al regreso de un día de montaña con unos amigos por los Cárpatos, el revisor va mirando
los billetes ayudado de una linterna: mi amigo Andrei me dice que la gente se lleva
las bombillas…Otro amigo me cuenta que su abuela durante el tiempo de Ceaucescu
tenía dinero suficiente para comprar una casa y ahora, en el nuevo tiempo, con el mismo dinero, apenas le daba para comprar una lavadora…Antes, suficiente dinero pero poco que
comprar, ahora, años después, capitalismo en regla: mucho que comprar pero escaso poder adquisitivo…Esto es un preámbulo de este recuerdo de aquel tiempo:
Paso por una cafetería y
me decido a entrar más que nada por ver el panorama…entre la puerta exterior y
la puerta acristalada del interior, se concentra un grupo de niños, adolescentes apenas. Dentro, ocupan las mesas algunas parejas, algunas familias…se oye
el tintineo de las cucharillas, el rumor de las conversaciones…techos
altísimos, pesados cortinajes de terciopelo burdeos un tanto ajado, una cierta prestancia
dentro de la evidente decadencia. Ocupo una mesa y pido…hay café, té y una
escueta selección de dulces y galletas…Miro la gente…Se levanta una familia y
conforme salen sus componentes entran dos de los muchachos que antes vi en la puerta: con orden,
como si todo estuviera tácitamente dispuesto, sin molestar a nadie y aceptado
por todos, se dirigen a la mesa que ha dejado la familia antes de que los
camareros retiren el servicio: uno se echa a la boca las escasas gotas de café
que han dejado, otro engulle las migas que quedan en los platos, rebañan lo que pueden, lo
dejan todo limpio y se van…la operación se repetirá, con otros niños, los siguientes,
cuando otras mesas se desocupen…
....caminando por esta España no son pocas las veces que me he encontrado escenas como éstas: camiones de fruta, verdura... tirados...o campos de frutales con el fruto cayendo y pudriéndose... |
Varsovia, Polonia, septiembre de 1991. Paso unos días caminando,
contemplando la ciudad. La encantadora plaza del Mercado, fachadas en tonos
pastel, impecable, evocadora, el corazón de la ciudad, plaza que fue destruida
por completo en la segunda guerra mundial y que se reconstruyó tal y como era con sus
planos originales con gente venida de todo el país a echar una mano. Paseo por
sus calles aledañas y me decido a entrar en lo que parece un lugar popular.
Sitio humilde, sin adornos, limpio, mesas de madera, más tipo comedor que
restaurante, gente sencilla y educada hace cola para acercarse a una ventanilla
donde se pide lo que sea, se paga, te sirven y te vas a una mesa con lo pedido. Sobre la
ventanilla cuelga una pizarra con el nombre de los platos a pedir escritos con tiza, obviamente en polaco…No entiendo nada pero no quiero irme sin comer, me pongo
en la cola y mientras avanza fijo mi atención en lo que me parece más fácil de
pedir, tratando de aprendérmelo, repitiéndolo mentalmente para soltarlo en cuanto
me llegue el turno…me toca pedir y suelto mis palabras de imposible reproducción.
Veo con alivio que el buen hombre no me pregunta que qué digo, se ve que me ha
entendido, veo cómo se dirige a por mi comanda: pone ante mí un plato, hondo (una sopa, pienso, no está mal ) lo llena de macarrones, tal cual, (ahora me traerá salsa de tomate…sigo
pensando que di en la tecla)…lo que trae es una jarra de leche que echa sobre la
pasta… pago…y marcho para la mesa, la más solitaria, la más apartada…
No puedo, la leche me arripia (arripiarse, palabra canaria: estremecerse repentinamente el cuerpo por sentir escalofrío u otra sensación desagradable), no soy delicado, no me veo tan apurado para tanto
sacrificio, pero cómo dejar la comida, qué falta de respeto a la comida, al
hombre que me la ha servido, al lugar, pienso en los negritos con el costillar bajo la piel y con sus vientres hinchados por comer tierra que nos contaba aquel misionero en el seminario, Antonio, ¿qué vas a hacer?…Me armo de valor y aprovecho el momento en que creo que nadie me ve,
salvo mi conciencia, domeñada en ese momento, y con tanto alivio como vergüenza
salgo lo más raudo que puedo a la calle y me pierdo entre la gente…
...el vulpus panis, endemismo de la sierra de Cazorla... |
Hasta 1984, año en que murió mi padre, en mi casa había una marranera (chiquero, corte, zolle, cochinera...) en la que se engordaban marranos (cochinos, cerdos, guarros, tocinos...) a los que su San Martín les llegaba por navidad. Comían de todo: papas cocidas, pienso, granos, gallinas recién muertas o por morir (teníamos una granja)...pero no había que ser cerdo para comprender que su festín mayor era los lunes o los días siguientes de una fiesta... mis primos trabajaban en un restaurante y traían los sobras, unas sobras con las que se podía haber alimentado una piara, y no solo de cerditos. Las traían en cubos cilíndricos de tamaño cumplido y para mí que cuando escuchaban la voz de mi prima ya se preparaban para el banquete...Vaciábamos los cubos: restos, y más que restos, de bistecs, chuletas, solomillos, panes, verduras, pescados, frutas...Al volcarlos se me antojaba que aquello era una vomitona, la boca de un gigante indigesto...Se ponían morados, comiendo incluso de su propia carne, y yo miraba aquello y no voy a escribir lo que pensaba o de lo que me acordaba para no repetir lo que digo en esta misma página.... ¡cuánto dinero, cuánto desprecio, cuánto valor a la basura!...
...Aquí, a la derecha, a simple vista parece una mesa dispuesta para recibir a los comensales, o que éstos se han apartado discretamente para que alguien retrate la mesa con sus viandas...¡PUES NO! Los comensales acaban de marcharse y han dejado la mesa como se ve, con más sobras que alimentos engullidos. Una ensalada grande, un puchero canario, una ración de croquetas de jamón ibérico y un plato que no acerté a escuchar a la hora de pedir. Eran madre e hija, que así les escuché, sus voces se colaban en mi soledad vecina con su mesa, madre e hija como de 50 y 25 años, y no se crean que tenían pinta de delincuentes gastronómicas, derrochonas de la comida, de terroristas atentando contra los dones de la naturaleza, ni de dilapidar su dinero...no, tenían aspecto de normal para arriba, nada que ver con quien esto escribe que, una vez más, no daba crédito...lástima no estuviera aquí aquel comensal del que hablaba en la página anterior y que tantas veces, bajo otros rostros en otros lugares, he visto...
En el mismo viaje de Rumanía y Polonia., cuatro o cinco meses antes por un lugar de Francia, La
noche se me echa encima y creo encontrar buen acomodo para extender el saco en
la zona un poco más oscura en los aledaños del supermercado Intermarché, el de
los mosqueteros, en lucha contra los precios altos, me parece que rezaba la
publicidad…la noche va bien, el lugar está tranquilo, estoy en el primer sueño
cuando me despierta un ruido de bolsas, unos murmullos, unas tapaderas... con más
temor que curiosidad miro hacía la zona más iluminada: uno cuantos
evidentemente mendigos, están asaltando
los contenedores donde unas horas antes, a mi llegada, había visto tirar bolsas
del supermercado…
...
...Es asombroso cómo de un tiempo para acá proliferan los programas sobre comida, cada cadena tiene los suyos, incluso canales temáticos... como decía mi amigo, "nos van convirtiendo en tubos digestivos"...Veo con evidente nostalgia algún programa que otro de aquellos de 1.967 con Maruja Callaved, "Vamos a la mesa", o los posteriores de Elena Santonja, tan ilustrados, "Con las manos en la masa"...La chefmanía nos tiene copados... ...y pese a todo, y para que no se diga que no tengo sentimientos, culinarios, y que no estoy al tanto de los movimientos de la nouvelle cuisine, reconozco sin pudor que me gustaría gastarme unos cuartos en esos menús degustación de afamados chef, tomar, gustar, catar (comer me parece verbo poco apropiado en estos casos) una deconstucción, una esferificación, un coulis, una guarnición olfativa, un tartar de lo que sea, un aspic de lo que me pongan, un surtido de bocaditos, llamados mistekés (neologismo familiar), bocattI di cardinale (e papale)...sin olvidar la leche de hormigas en hojaldre de mango y los sesos de canario vuelta y vuelta con trufa y boletus en espejo de oliva...
...tengo más historias, personales y ajenas, al final todas mías, pero para muestra son suficientes estos botones...
¡BUEN PROVECHO!
NO HAY AMOR MÁS SINCERO QUE EL QUE SENTIMOS POR LA COMIDA, que decía el ingenioso irlandés George Bernard Shaw...
Amigo Don Antonio, de esta vez, me has provocado un sentimiento de inferioridad culinaria, que no se si sere capaz de comer agusto a tu lado, con temas como: deconstucción, una esferificación, un coulis, una guarnición olfativa, un tartar de lo que sea, un aspic de lo que me pongan, un surtido de bocaditos, llamados mistekés (neologismo familiar), bocattI di cardinale (e papale)...sin olvidar la leche de hormigas en hojaldre de mango y los sesos de canario vuelta y vuelta con trufa y boletus en espejo de oliva... (todo un copia y pega). Estaba pensando en ir al Palacio de Canedo, y preguntar si sirven esas cosas, pero luego lo repense, y me dije: no seas paleto, que nada más que te vean la pinta que tienes, y preguntando por esas finuras, se van a escojonar de risa, así que cuando nos toque comer alli, lo pides tu, y yo me ago el interesante, como que entiendo de que va la cosa. No pienses que se me olvidaba darte las gracias por tus comentarios,que nos hacen recordar momentos similares, que alguna vez hemos vivido, pero que no sabemos relatarlos como tu lo haces, con lo cual poco a poco voy aprendiendo, y el día que sepa la mitad que tu, pues sera por que estamos muertos los dos, o en estado decrepito. No te olvides del Palacio. SALUD Y UN ABRAZO DESDE PONFERRADA - EL BIERZO - LEON - ESPAÑA.
ResponderEliminar...con el respeto a la comida y el disfrute de ella, ambas cosas más que supuestas, iremos un día al palacio de Canedo, uno de los planes que más se están resistiendo...Y a la carta que haya no le hará falta nombres complicados como esos que te copio...Eso´sí,no lo digas más porque tal vez alguien se apunte o cuando menos suscitará cierta envidia, ya no sé si sana o enferma...
ResponderEliminarBueno, un abrazo de Tenerife en esas cuestiones en las que estoy...
"El hombre es lo que come" (Ludwig Feuerbach
ResponderEliminarEsta frase se refiere a la abundancia, a la decadencia como a la carencia. Se refiere al nivel social del consumidor como a su atención a su salud, su bienestar.
A pesar de todo entiendo muy bien tu aversión a la pasta con leche. Hace años estuve en un hospital por perforación del apéndice, más cerca a la muerte que a la vida. Despúes de la operación se me alimentaron un par de días intravenoso así que tenía sueños de la comida, ansía de comida. No tenía hambre pero me faltó el gusto. La primera comida que me ofrecieron era una sopa de leche. Y no podía, imposible.
Un abrazo de Conil
...a través de estas líneas lo que trato, amiga Ulrike, es de que me invites a saborear ese plato, de atún de almadraba, que me enviaste hace días en una foto...Uhmmm. Espero ir a Conil un día y citarte al lado del monumento al maestro...
ResponderEliminarUn abrazo desde Santa Cruz de Tenerife...y salud.
Claro que te invito, siempre es un placer estar contigo. La temporada mejor para disgustar el atún rojo es en mayo porque es la temporada de la almadraba. A ver si se cumple un día esta idea que me visitarás aquí en mi paraíso...
ResponderEliminar"Barriga llena, corazón contento"
Un abrazo de Conil
...o también, y rima, BARRIGA LLENA NO TIENE PENA...Gracias, esperaré "contra toda esperanza" al mes de María...BENDITO SEA MAYO, solía decir, suspirando, mi madre...Un abrazo...
ResponderEliminarAmigo José Antonio, cómo me ha gustado la palabra "arripiar". . . Siempre aprendo de tu vasto vocabulario y conocimiento. . . Gracias!
ResponderEliminarUn abrazo grande.
...Hola, amiga...el verbo es en propiedad ARRIPIARSE, vocablo canario...es decir esta palabra y ya parece que en su sonido lleva impreso el estremecimiento...ay, las palabras...tengo que dedicarle una página si es que no son todas dedicadas a ellas...
ResponderEliminarUn abrazo desde un viaje literario lleno de letras, de palabras...