sábado, 26 de febrero de 2022

...Recuerdos de KIEV...

Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
 y la palabra. He dicho
"silencio",
"sombra",
"vacío"
etcétera.
Digo
"del hombre y su justicia",
"océano pacífico",
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.


...en la oficina de turismo de Sighetu Marmatiei, donde llegué de rebote tras visitar el famoso cementerio alegre de Sapinta, estoy hablando del norte de Rumanía, contacté con este hombre, Petru. La casualidad, eso que a fuerza de repetirse amenaza felizmente con convertirse en norma, quiso que hablara español, y no poco ni de poca calidad...Me contó que estaba concluyendo un estudio en español sobre la emigración rumana en España que en ese tiempo había alcanzado, creo, su momento álgido, estoy hablando de 2016. Su trabajo se centraba en la provincia de Ciudad Real, y más en concreto en torno al municipio de Miguelturra (la única vez que pasé por allí fue con mi hermana y mi amiga Milagros en nuestra ruta del Quijote en bici, cuando nuestras piernas y corazones daban para eso y para más, 1982). Petru me envió posteriormente algunos fragmentos en los que nada o muy poco había que corregir o mejorar en cuanto a ortografía o sintaxis. Este trabajo en forma de libro ya vería la luz hace tiempo...
Traigo a colación a Petru por el viaje que a través de esta página me llevará, llevando de la mano a quien se deje, hasta Kiev, la que recuerdo bellísima Kiev, la capital de Ucrania...Llegué a aquel norte rumano para volver a visitar el cementerio de Sapinta y para ir a Ucrania. La frontera estaba, está, al otro lado del río Tisza, se puede pasar andando y en cuestión de minutos cambias de país, idioma, alfabeto...




...pero no cambié de hospitalidad; bien cierto que cada cual cuenta el trato que le dan, como el baile, según le va, y un servidor, por enésima vez... ¡que voy a contar!... Petru me dio el contacto del señor Tockar, que trabajaba en una oficina, no recuerdo, algo oficial, en Solotvyno, la ciudad al otro lado del río, el primer pueblo ucraniano. Esa misma tarde, tras el rato en la oficina de turismo, pasé la frontera echando un rato con los simpáticos soldados ucranianos, animados al fin por el paso de alguien, así como yo. Fui a ver a este hombre al que previamente había telefoneado Petru y que me aguardaba en su despacho, un hombre cuya humildad estaba a la altura de su elegancia, de su exquisita y cálida educación. Y con afecto recibió a este amigo español en su primera visita a Ucrania.           


...me invitó a dar un paseo por lo poco de interesante que había en el pueblo. Me explicó en un paciente inglés, que yo me apremiaba en traducirme, alguna historia del lugar, más concretamente durante el periodo soviético. Pasamos por un par de fábricas, ya no recuerdo de qué, en ruinas, y un pequeño embalse que suministraba el agua a estas factorías; ciertamente un paisaje decadente, como ocurrió en muchos lugares a partir de la desintegración de la URSS...
Tal y como le había dicho Petru, fuimos a cambiar dinero a un sitio de confianza, poco dinero para tanto como dio de sí, y acto seguido me escribió con todo detalle, por supuesto en cirílico, la hoja de ruta que tenía que seguir al día siguiente para empezar el viaje que me llevaría a Kiev...en mis diarios conservo este papel más unas anotaciones precisas, diría que preciosas ahora al paso del tiempo, que él me indicó cómo tenía que ir mostrándolas...regresé a Sighetu, volví a encontrarme con Petru y me fui a mi hospedaje...


...la del alba sería, más noche que día aun, cuando volví a pasar la frontera y así llegué a la plazoleta de Solotvyno donde tenía que coger un colectivo que me llevaría a otro pueblo donde subiría a un autobús que a su vez me dejaría en Rahib (tomo nota del diario de entonces, milagrosamente guardado en la quema que voy haciendo) donde me subiría al tren que a la mañana siguiente me amanecería en Kiev...para mi sorpresa, para mi pasmo, para mi sentimiento de nuevo ahora que lo recuerdo, en el amanecer en aquella plazoleta veo al señor Tockar llamando mi atención con el brazo...había venido no tanto a despedirme sino a invitarme a café en el humilde kiosco, a darme una bolsa con manzanas y esperar al colectivo para explicarle al conductor dónde tenía que dejarme etc. etc. Esto que cuento con pocas letras, si me pusiera a desmenuzarlo, vendría a equivaler en buena parte a la más perfecta crónica de mi vida viajera, mi vida...Nos despedimos con un generoso, sentido, espontáneo abrazo...al llegar al pueblo del autobús vi cómo el conductor del colectivo le decía al otro lo que fuera señalándome a mí...y así fue que me dejó a la puerta de la estación de Rahib donde con mi papelito me dieron un billete para esa tarde, resultando que iba en litera etc. 
   




...iba solo en el departamento; el encargado, un señor regordete,  muy amable, me trajo una bolsa con las sábanas y de vez en cuando se asomaba por si quería té, le deba mi jarro y me lo traía del samovar que había al fondo del pasillo. Leyendo, escribiendo, sesteando, tomando té, pasó la tarde y llegó la noche...a eso de las diez hizo su entrada Roman, un gentil muchacho, universitario, que se subió en Lviv. Este joven se extrañó, no sin razón, como pude comprobar un par de años después cuando fui, que no conociera su ciudad, Lviv, cuyo centro está declarado patrimonio de la Humanidad...igualmente me habló de Taras Shevchenko, poeta nacional ucraniano... Amaneciendo llegamos a Kiev. No sé si era su camino o me acompañó para facilitarme la salida, el caso es que me pagó el billete de metro y me dejó justo en la parada que tenía que salir para llegar al hotel que había reservado...    



Digamos que todo lo escrito hasta aquí ha sido un prólogo, un marco para colocar estas fotos de Kiev que, como tantos cientos, propiamente miles, dormían su sueño en mis archivos sin esperanza de salida y que ahora con verdadero infausto motivo voy a sacar...Hasta esa fecha sólo había conocido dos ucranianos, Boba y María, compañeros de una de mis campañas de aceituna en los campos en torno a Baeza, trabajadores y educados, ellos, donde los hubiera, dentro de un trabajo tan ajeno a sus usos y oficios...qué idea tenemos de ucranianos, de rumanos, de búlgaros, de tantos pueblos de los que trasciende lo negativo ignorando que lo callado, lo bueno, lo normal, conforma, con diferencia, la parte mayor...
Dejo aquí estas fotos, de monumentos, de escenas en la calle, con un gran cariño que ahora revivo a través de la lectura de mi diario de entonces y de las más que tristes noticias de este cada día que no se sabe cómo o dónde desembocará...
 






...quienes serían, qué habrá sido de estas margaritas...En mis paseos por Kiev me encontré con la casa museo de Mijail Bulgakov, que con gusto hubiera visitado de haber estado abierto pese a que su novela más famosa, "El maestro y Margarita", forma parte de esa lista, que se va engrosando, de libros que he dejado abandonados a su mitad o antes (tal vez, habiendo vida, tenga otra oportunidad, a ver...)



...más suerte, no poca, tuve leyendo la Divina Comedia...en un parque, de los muchos de Kiev, ahí estaba el Dante con su inseparable águila...y como en tantos lugares de este entorno me encontré a los santos Cirilo y Metodio, santos, sabios, inventores del alfabeto glagolítico que derivó en el cirílico, traductores de la biblia a esta lengua eslava...santos, también patronos de Europa...


















...qué irreverencia, qué falta de respeto...cualquiera diría que estoy practicando botellón, más grave aún siendo en lugar sagrado...pero no, nada más lejos de lo aparente: estoy tomando una cerveza en la acompañada y solitaria compañía de  estos pioneros (pionero, el que va delante, abriendo paso...) ucranianos de este cementerio que no podía faltar en mi visita en Kiev. Incluso estoy hermanando camposantos y lugares: de tapa en la bolsa hay aceitunas del campo de Jaén, secadas por mí hasta el punto justo en que pierden su acidez...por supuesto, ajeno a miradas, en la íntima penumbra...

 







...y sin embargo, Kiev la tengo asociada a dos recuerdos muy concretos por el impacto de ese momento, una vivencia sensual, cierto, pero que personalmente me trascendió...
El primero, en ese primer día, en el paseo mapa en mano, situando... para subir a una de las colinas vi que la gente se subía a un vagón como de metro pero en evidente cuesta...Cuando salí del túnel me encontré, llenando todo mi campo visual, este edificio, monasterio, catedral, lo que fuera, no importa...por un momento fui todo ojos, por un momento me parece que hasta el corazón, la respiración, todo, se me paró, y si no en esta forma concreta que lo cuento, imposible, algo así como un "gracias por ver" musité; pensar, pronunciar esto, y acordarme de mi amiga Pilar, la ciega de La Dama, de la que tantas veces fui lazarillo, fue todo uno...Cuando íbamos platicando camino de la misa dominical a veces me preguntaba "señor maestro, cómo son los colores o las montañas". Fue un rapto de unos segundos de eternidad...      




...Y una tarde iba paseando por una de las orillas del anchuroso Dniéper cuando me iba llegando in crescendo un conjunto de voces, unos cánticos que ni humanos parecían de puro bellos...Venían de esta pequeña capilla levantada en el mismo río a la que se accedía por la pasarela que se ve...Dentro se celebraba una ceremonia, y quienes cantaban eran cuatro mujeres, con sus velos, iluminadas por las velas, cuatro voces a veces en la misma escala, a veces cruzándose (supongo que no se explica así..). Dejo a la imaginación de quien lea esto lo que mis palabras, obviamente, no alcanzan... 


...y todo esto, como si no tuviéramos bastante con la incierta, errática, paz de cada día, puede venirse abajo como abajo se vinieron otros lugares, otros pueblos, renovando sufrimientos ya viejos en nuestra vieja humanidad...en los lugares más turísticos de Kiev, entre los recuerdos que se podían comprar, algo ciertamente original y signo claro de cómo estaban las cosas, se vendían rollos de papel higiénico con el retrato del amigo Putin, ese que ha abierto la caja de Pandora... 
  



En el nombre de España, paz.
El hombre
está en peligro. España,
España, no te
aduermas.
Está en peligro, corre,
acude. Vuela
el ala de la noche
junto al ala del día.
Oye.
Cruje una vieja sombra, 
vibra una voz joven.
Paz
para el día.
En el nombre
de España, paz. 
(Poemas de Blas de Otero)

lunes, 21 de febrero de 2022

...COLUMBARIOS, varios...

...En mis paseos por esta que de los fenicios y romanos le viene el nombre de Sexi y de los árabes Al Munakkar, que ha devenido en Almuñécar, volví a visitar hace unos días el par de columbarios que se asoman al gran valle del rio Verde, ese que hoy es un tapiz de aguacateros y chirimoyeros. Columbarios del tiempo de los romanos, el pueblo cuya impronta perdura hasta los tiempos presentes en generosos fragmentos de acueducto, factoría de salazones, termas...y estos columbarios. Uno conocido como Torre del Monje, en más que aceptable buen estado, y otro llamado de la Albina, por el sitio donde se ubica, o con más propiedad columbario de Antoniano Rufo, del que queda una arruinada ruina, una piedra sobre piedra, apenas un resto de muro. pero conservando algunos nichos...

Iba con renovada motivación a dar este paseo a los columbarios tras mi reciente paso por la encantadora ciudad de Brescia, en Lombardía, norte de Italia. Allí, en el entorno del castillo que corona la villa antigua, charlé y amigué con Riccardo. Este buen hombre me dio el dato y a él debo el conocimiento del cementerio Vantiniano, absolutamente desconocido para mí, que tenía que haberlo estudiado antes tratándose de la importancia del mismo y siendo materia de mi incumbencia, conocida mi querencia por las necrópolis...La información vino a buscarme en forma de Riccardo para que no me lo perdiera, y sí, al día siguiente me faltó tiempo para ir a visitarlo. Mantengo contacto con él, con Riccardo, y bien que le estoy agradecido...

La importancia de este cementerio se debe a su monumentalidad, cierto, pero sobre todo a que es considerado el primer cementerio monumental en la historia del arte. Su autor, Rodolfo Vantini, inició la obra en 1.813, en estilo neoclásico, con evidentes reminiscencias helénicas, dedicó prácticamente toda su vida al mismo, sin llegar a ver concluida la obra que se dio por finalizada a principios del siglo XX...No es necesario compararlo con el de Milán o el de Génova...ocupa su sitio...

En torno a una torre tipo faro que se levanta en el centro, se van distribuyendo calles, parcelas, jardines, en perfecta geometría, galerías cubiertas, panteones, soberbios monumentos...y, bajo tierra, algún centenar de metros de columbarios, que podría ser, es, el arranque de esta página...pequeñas tumbas tanto para cenizas como para contener reducción de restos...

Ciertamente, el lugar, estos lugares, pueden resultar claustrofóbicos, agobiantes, nada gratos, poco recomendados para gente de ánimos abatidos, propensa a la melancolía, la que devasta...se unen la soledad absoluta del sitio, el silencio, la energía palpable de estar "entre muertos" y esa luz de las barras de neón, luz triste donde las haya, una luz que parece envolver de morgue, de pena sin consuelo, todo lo que baña...más de un pasillo de estos he recorrido en mi vida y no es cuestión de hacer memoria ni de explicar, ni tratar de hacerlo, por qué no me siento mal allí. Pero sí me llama la atención el hecho de pensar por qué paseando me fijo en unas tumbas y no en otras, por qué leo unos epitafios y no otros, por qué rescato por un momento de su irremediable olvido a unos seres y nada el resto, lápidas escogidas al buen tuntún, obviamente con prioridad a las que vienen a estar a mi altura...hasta diez pisos tenía este de Brescia, ¡ay los de los pisos alto, olvidados de por vida!...qué emotivo leer en italiano, entender esta querida lengua, la pequeña historia que encierra un epitafio, las fechas, las fotos...siento que se me establece un como diálogo entre el que seré y los que fueron, un cálida, íntima, camaradería; no puedo expresar lo que siento... ¿Quedará alguien que tenga memoria de ellos, de Temístocles, tan elegante, con su gorra, de Giulia, alma cándida y luminosa que se la llevó la muerte en la flor de la juventud, de Enriqueta, de solo 14 años... ?


 

En este paseo subterráneo del cementerio Vantiniano, me acordaba del no menos sobrecogedor edificio, al que entré, curioso, pensando que eran oficinas o similar, o museo... en aquel cementerio en una de las montañas que rodean Taipéi, en Taiwán... 






...construyendo esta página, los recuerdos se han ido solapando tal y como me ocurrió cruzando el río Verde para ir de un columbario a otro...y así me vienen a colación tantos otros lugares que vapulean mi baqueteada memoria...por ejemplo, estos de hace dos años cuando, en Israel, visité los lugares históricos de Massada, junto al mar Muerto, la ciudad fortaleza en lo alto del cerro amesetado, símbolo de la resistencia de un pueblo...




...y la de Avdat, dentro de las ciudades de la ruta del incienso en el desierto del Néguev...Avdat, como Massada, patrimonio Unesco... 




(aunque este que mira los nichos no está muy seguro, de hecho nada seguro, de si estos huecos son columbarios...dicho queda.)...la misma incertidumbre que le quedó contemplando esta pirámide de pequeños budas en el sublime cementerio de Koyasan, en Japón...y en conjunto en todo el cementerio, también patrimonio de la Humanidad... 
 



...estas imágenes niponas se han dejado colar en la página como contenedores de ceniza que pueden ser pero lejos de ser columbarios en el sentido propio de la palabra... 
La etimología de la palabra columbario nos lleva al latín, primero en su sentido de palomar que posteriormente derivó en los pequeños nichos donde depositar las cenizas de los difuntos incinerados, y ello por su parecido a los nidos, las casitas, que el hombre ha fabricado para las palomas...construcciones que me he encontrado por tantas geografías...Valga como muestra este grandioso botón del palomar de la Breña, entre Barbate y Los Caños de Meca, en Cádiz, entre los más grandes del mundo, como para ejemplificar el íntimo parentesco palomar/columbario...  


...y tras este paseo en el que sin gasto ni cansancio hemos saltado de un lado a otro del mundo, vuelvo, volvemos, a donde empecé: el río Verde, sus columbarios.
Decía que uno es conocido como Torre del Monje, en muy buen estado. Se alza a escasos tres km del núcleo de Almuñécar,  asomado a la carretera de Granada por la sierra, la famosa, espectacular, carretera conocida como carretera de la cabra.
 Como anécdota cuento que hace unos días le ubiqué el lugar de la torre al conductor de Alsa que hace el servicio, una vez al día ida y vuelta a Granada, por esta singular carretera que cruza la sierra de la Almijara...tantos años pasando por aquí y no me había dado cuenta, me dijo... ahí se encuentra, justo en el centro de la foto. Está construido a base de lajas de pizarra y se sitúa entre los siglos I y II de nuestra era...
 

...Nada que ver con lo que a duras penas permanece en el cerrete de La Albina, al otro lado del río Verde, muy cerca de la carretera de Almuñécar a Granada, no lejos del túnel de Taramay: columbario de Antoniano Rufo.

 

Personalmente la considero una ruina con encanto...puede pasar por una roca erosionada, con su forma de cabeza según desde donde se mire, un capricho a merced de los embates del tiempo. Levantada aproximadamente en el mismo tiempo y con el mismo material, vale la pena cruzar a alambrada y acercarse a ella, tocar las piedras, pasear las manos por el dibujo del arco de los nichos, sentarse junto a ellos a orillas de la tarde, cuando el tapiz verde del río Verde, (¡ay, sin una gota de agua!) se recoge en paz y sombras... 



Ambos, Torre del Monje y Antoniano Rufo están calificados como BIC (Bien de Interés Cultura), distando uno de otro menos de un kilómetro. Se pueden visitar en un grato paseo de mañana o tarde. Los había visitado hace diez o quince años, pero ni tenía constancia fotográfica de ello ni la sensibilidad empeñosa que hoy siento, tal vez, quién sabe, por qué no, aumentada por ir sintiendo de forma natural cómo se acerca la voz de la ceniza...