...Nada más entrar en el Primer Cementerio de Atenas, así llamado, apenas pasada la explanada donde se levantan a la izquierda los primeros mausoleos (entre ellos está el de la famosa Melina Mercouri), capta y no poco la atención un templete, un verdadero templo copiado del más puro estilo heleno, un templo estilo dórico, levantado sobre un gran pedestal y rodeado por un friso con relieves de las excavaciones que llevó a cabo el finado...Tirinto, Micenas...TROYA.
Es la tumba de Heinrich Schliemann, personaje imprescindible para entender buena parte de los famosos lugares arqueológicos citados.
Hace ya bastantes años mi amiga Victoria, profesora de español en Atenas, me sugirió la lectura de El tesoro griego, de Irving Stone, una biografía novelada sobre este amante de la arqueología que gastó toda su fortuna en desenterrar el pasado, centrado mayormente en demostrar que Troya era algo más que la mitología reflejada en La Ilíada, que era un lugar que existió en un sitio concreto...
...y hace muchos más años abrí La Ilíada con la intención, claro, de leerla, pero tras las primeras páginas sin engancharme, saturadas de personajes y detalles guerreros, la abandoné...esperando tiempos mejores (como así fue).
En este 2025 visitar las ruinas de Troya formaba parte de los planes muy concretos con los que me llegué a la gran Turquía, ese país donde se concentra tanta y tanta antigüedad en la historia más remota del Hombre.
En mi nómina de ruinas visitadas, ya vasta, no me cuesta nada reconocer, afirmar, que no son las de Troya las que más recomendaría. Unos días antes, sin ir más lejos, había visitado las de Filipos, en el norte de Grecia. Suena más Troya que Filipos, o Micenas... La fama de las ruinas troyanas o, mejor dicho, la palabra Troya, por motivos extras, excede con mucho a lo que allí se puede encontrar: son unas ruinas muy arruinadas, valga la expresión, muy bien mantenidas pero nada excepcionalmente vistosas, sin columnas en pie, sin arcos de triunfo, sin evidentes ágoras o restos de templos... Si vas como turista poco avezado, poco leído, por poco que sea, la decepción puede rondar. Si llevas La Ilíada en mente y la capacidad de fabular, de imaginar, la cosa es ya muy diferente, y no digamos si has leído sobre la historia de sus excavaciones, eso ya es otro cantar. La importancia histórica trasciende y mucho a lo que hoy se visita, y no digamos si lo entreveramos de mitología...Yo me conformé muy mucho con la lectura del libro citado... y el muy documentado apoyo de la audioguía que alquilé para la visita (por cierto, como dato curioso, anoto que la entrada al recinto, museo incluido, ha supuesto, con diferencia, el precio mayor pagado para una visita: 27 euros... con precio simbólico para los turcos).


Había salido esa mañana en el primer servicio de barcos desde Mitilene, capital de la isla de Lesbos. Apenas una hora después ya estaba en Ayvalik, Turquía. Paseo largo a la estación de autobuses, billete a Çannakale, otro paseo al centro de la ciudad y un microbús hasta Hiserlik. Asombrado estaba de lo bien encadenado y rápido que salió todo, a veces pasa...A media tarde, agradable como pocas, más de una primavera tardía que de un verano que ya se anunciaba, estaba en el hotel, Hotel Hiserlik, justo frente al gran museo de Troya y a unos centenares de metros del recinto arqueológico. Todo iba bien: en el hotel, nada concurrido, me tocó la habitación con nombre Ganímedes, aquel chico mortal tan guapo, un genuino efebo, del que Zeus se quedó prendado y tomando forma de águila fue y lo raptó para convertirlo en su copero, servir copas a él y al resto de deidades de aquel Olimpo que continuamente aparece en la novela de Homero, casi en paridad con el monte Ida, más cercano, en la propia Turquía y al que, en llegando el tiempo y llegando yo, hago votos por llegar a él, veremos si llegamos...








...el reconstruido Odeón es lo más parecido a lo que un viajero normal, un turista convencional, puede esperar de unas ruinas griegas o romanas...
Lo más interesante, mucho, pero indudablemente menos vistoso, es contemplar y tratar de "ver" las excavaciones que se llevaron a cabo, leer sobre los personajes al frente de ellas, sus criterios, y los posteriores estudios hasta poder llegar a afirmar que un total de nueve ciudades se fueron levantando una sobre los abandonos de otra, remontándose las primeras a tiempos remotos como pocos...
...paseando despaciadamente entre ellas, yendo y viniendo por las pasarelas, observando detalles que en los pasos previos no había captado, comprendo ahora que nunca presté tanto interés a una ruinas, donde normalmente solo veo, miro e imagino. Recordaba el evangélico y no quedará piedra sobre piedra y el manriqueño dejemos a los troyanos, que sus males no los vimos, ni sus glorias, o su esos reyes poderosos que vemos por escrituras ya pasadas o el definitivo, becqueriano, que tantas veces me acompaña cuando paseo entre ruinas, ruina yo en ciernes: yo busco de los siglos/ las ya borradas huellas/ y sé de esos imperios/ de que ni el nombre queda...
También llama mucho la atención el hecho de que el mar y el río Escamandro, que entonces, en aquella ignota antigüedad, casi lamían las murallas de la ciudad, levemente elevada, quedan hoy a considerable distancia aunque pueden otearse en el cercano horizonte...«El gran río de profundos torbellinos, que los dioses llaman Janto y los hombres Escamandro». Un río dios...

...cómo sería aquella descomunal batalla, da igual si la hubo, entre teucros y argivos, troyanos y aqueos, griegos, y los habitantes del Olimpo implicàndose en ella, tomando partido ora con unos ora con otros...ciudades, hubo, en colina, llanura donde se desarrollara, allí se extendía, y el mar al fondo...escenario no faltó. Una colosal guerra. 
La visita se complementó con el museo y su jardín de alrededor...



...pero, si tuviera que rescatar en mi recuerdo del tiempo que pasé en Hiserlik (unas cuarenta horas) no lo dudaría: las dos tardes en la plazuela del tranquilo pueblo, apenas a unos minutos del hospedaje. Sus calles adornadas con murales de dioses, de personajes mitológicos, de escenas representativas de la batalla, de noticias relacionadas con las excavaciones, permiten un evocador paseo para que no olvides el terreo mítico que pisas. Mi memoria vino a traerme, qué cosas, el recuerdo de la Elena, la señora al mando de la tienda, aquella tienda con olor a ultramarinos, la tienda de la Elena, en el barrio del Pilar, de mi pueblo, justo frente a la escuela de don Joaquín por donde servidor pasó cuando tenía 7, 8 años...Recuerdo que ya entonces me sonaba y no poco Elena de Troya, tal vez por haber ido a uno de los cines de La Zubia, y como niño asociaba a la buenas tendera con ella, no conocía otra Elena...Aquellas dos tardes, decía, una de ellas incluyendo visita al cementerio del lugar, leyendo en cada tumba el rahuna fatiha, el equivalente a nuestro descanse en paz... Aquellas dos tardes, decía...me parecieron de ensueño, como si la propia mitología hubiera venido a sentarse a mi lado en las lánguidas luces finales del día...


...Fueron dos atardeceres calmos, solitarios, que viví con machadiana placidez de alma, más habiendo venido recargado de "mi" Grecia, en aquella plazuela semicircular donde me sentaba y tenía al frente un frente legendario, unos bustos de tamaño cumplido que con Homero (el que no ve) en su centro tenía a un lado y a otro a los Príamo, Héctor, Aquiles, Paris, Menelao, Agamenón, Elena, Patroclo, Eneas, Odiseo (quizá olvido uno).



...qué insondable madeja esta de la mitología... A sus espaldas, se iba lentamente el sol; en lontananza, gracias a unos paneles indicativos pude ubicar la isla de Samotracia, pendiente como tantas otras, tenía la certeza de estar culminando un buen tiempo viajero. La cerveza Efes y el tendero del kiosco donde la compré y con el que pegué la hebra (mientras funcionaba el datáfono y a modo de disculpa por la tardanza se empeñó en que echáramos un cigarrillo) me lo confirmaron, todo se aliaba para estar olvidado de lo que no fuera ese impagable aquí y ahora. Evoqué en futuro la lectura de La Ilíada y recordé mi subida a la cima mayor de Grecia, la punta de Mitykas, 2.918 msnm, en la cadena del Olimpo, la morada de los dioses... Fue en 2019 en aquella personal expedición, imprescindible, forzada, esforzada, finalmente exitosa, a su cumbre...Troya, su visita, no estaba aún contemplada, estaba, tal vez, bullendo, sin saberlo, dentro de mí...



Heinrich Schliemann se casó en segundas nupcias con la griega Sofía Engastromenos, compañera de la mayor parte de su vida. Imponente su pose con las joyas del tesoro de Príamo. La que fue su casa en el centro de Atenas es hoy el Museo Numismático. Heinrich, ya arrastrando una enfermedad, murió en Nápoles el 26 de diciembre.

En la terraza del hotel, en panel muy evidente aunque no sé cómo de observado, está su retrato; un poco más adelante un gran cuadro repleto con numerosas fotografías de pequeño tamaño, retratos, me dice el dueño, de los muchos guías turísticos que pasan por allí. Hablando de guías, me quedé perplejo, boquiabierto, patidifuso, estupefacto... cuando veo a este hombre (turco, guía de grupos alemanes, según él mismo me contó, tenía que hablarle para cerciorarme que no era él, que había regresado el genial don Ramón María...), este hombre que en mi dilatada carrera del parecido es sin duda el parecido más evidente, el que hasta un niño de pecho descubriría...

Al regreso del viaje, conforme a lo previsto, saldando deudas personales, me faltó tiempo para ir a la madrileña biblioteca de La Elipa, una de mis proveedoras habituales, y salir tan contento con mi Ilíada bajo el brazo...y no tardé en leerla y disfrutarla...Curiosamente, iba viendo cómo menguaba el número de páginas del libro y el famoso caballo no aparecía...ignoraba (por ignorar que no falte), no me acordaba que el famoso episodio se relata en La Odisea, como bien recuerdo, pero no en en libro que describe, y de qué manera, la interminable batalla y que culmina, el libro, con la muerte de Héctor, a manos de Aquiles, el rescate por su padre, Príamo, y sus exequias en Troya...Tras leer La Ilíada comprendí el regalo que había supuesto ir a este lugar...