jueves, 24 de julio de 2025

...Recuerdos y Olvidos...

"Llegará un día en que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza"

(Paul Géraldy, 1885-1983, poeta y dramaturgo francés)  

...el presente y los recuerdos dan forma a nuestro único tesoro. El presente, constante y resbaladizo, permanente y fugaz, en perpetua mudanza, llegando y pasando, incansable, y nosotros tratando de hacernos un hueco en su imparable rodar: imposible aferrarse siquiera un segundo...fluir con él, de grado o a la fuerza, dejándonos conscientemente llevar, o el absurdo contracorriente...la vida eterna es de los que viven el momento presente, me dijo aquella diosa por el mundo hace mucho tiempo...

Los recuerdos...bien que conforme pasa más tiempo y me acerco a la vejez (...¿me acerco? ¡YA soy viejo!, así me considero, en el buen (¿?) sentido de la palabra...por ciento, que para mí viejo es palabra que en nada ofende o denosta pese a su mala prensa -qué bonito y cursi queda eso de no somos viejos, solo que nos llegó la tarde-...prefiero pensar que estoy ya sentado en la marquesina donde se coge la diligencia del abismo, que diría Pessoa... fuera paños calientes, fuera eufemismos; me gusta viejo o vejez como me gustaban y gustan las cumbres, las cimas donde culminan muchas caminatas, dándoles el sentido final, cima de la vida en este caso)... conforme entro en la vejez, decía, instalado ya en el momento de escribir estas líneas en un excelente fronterio zaguán, viendo y agradeciendo el relumbre exterior, que he dejado atrás, imposible de retomar, y atisbando, ensombrado, el interior de la casa en cuyo porche estoy...mi memoria aún funciona, hace su labor, estratégica, andamial, adarve, vigía; me maravilla pensar cómo guarda los recuerdos y fantaseo tratando de saber dónde se ubica, dónde está; siempre la tuve en jaque, apenas le di el descanso que suponía el rendirme y no seguir el rastro de un recuerdo hasta que de buenas a primeras ella, que obviamente había estado laborando en modo silencioso, me envía -cómo, por qué vía, qué neurona- el recuerdo que se me resistía, "ahí lo tienes, pesado...descansa",  parece decirme... Siempre me dijeron, me lo siguen diciendo, que tengo buena, muy buena, memoria. Yo asiento, aceptando mis lagunas viendo los lagos de alrededor, pero normalmente respondo que no lo considero así, porque, sencillamente, querría recordarlo todo, y sobre todo recordar lo que siendo consciente de haber vivido ya he olvidado por completo, sin rastro posible de recuperar...y así, respondo que sí, pero que donde hubo mucha memoria hay mucho olvido y que la alegría de sentir la inmensidad de mis recuerdos no me quita un ápice de la pena del arsenal de mis olvidos...Recuerdos y olvidos, como la obra de Francisco Ayala, lembranÇas e esquecimentos, ricordi e dimenticanzi, memories...

Me paso buena parte del presente recordando, ambos tiempos están en permanente interactuar, como se diría hoy, tengo un pie en el inevitable presente y otro en mi tesoro pasado, de este soy consciente, del otro no puedo darme cuenta porque cuando quiero apercibirme ya no estoy en ese momento, como decía... con esos dos pies camino en la vida como lo hago por el mundo con mis laboriosos sufridos pies...mundo interior y mundo exterior.

Todo esto, en tropel, pensaba, casi sin ser consciente de ello, el otro día al cruzárseme estas fotos que van a adornar, como corolario, esta sencilla página...Fue al mismo tiempo que me llegaba conocimiento de otra persona que iba quedándose sin pasado, el amenazante alzheimer... Puede llegar el día, el más terrible de todos, que no recordemos nada. Ese día seremos muertos vivientes...también he leído por ahí...claro que, hay citas para todo y para todos: para ser feliz hace falta buena salud y mala memoria, dijo alguien...Duraremos mientras dure nuestra memoria...Antes o después, todo es cuestión de tiempo, todo será desmemoria y olvido, todo irá a la fosa común del tiempo...mientras tanto no queda sino vivir, nada menos, nada más... 

Sierra Nevada. Los de la foto somos Pura y un servidor, retratados por Javier, compañeros maestros los tres. La fecha, el atardecer del 2 de enero de 1980. El lugar, más o menos sobre el Tosal del Cartujo, entre el pico del Caballo, a la izquierda en la foto, que ya habíamos dejado atrás, y el refugio de Elorrieta donde nos dirigíamos para pernoctar. Al ver esta foto, sin dejarme llevar por más recuerdos, trato de imaginar lo que estábamos hablando mi amiga y yo: puede que la belleza del atardecer, tal vez lo cansados que ya estábamos, a lo mejor lo poco que ya nos quedaba para llegar al refugio, tal vez la luna llena que ya se atisbaba en el horizonte...Ah, poder saber las que no sabíamos que serían sus últimas palabras: apenas media hora más tarde de esta instantánea, al llegar a la zona de Tajos Altos, Javier se despeñaba seguido segundos después por ella...hasta el día siguiente por la tarde el equipo de rescate no pudo dar con ellos, Pura muerta y Javier muy lesionado...sus últimas palabras: el imposible recuerdo de un recuerdo imposible...    
...la cámara que tengo en la mano era de marca Dacora, modelo dignette, así lo marcaba el aparato. Era de mi cuñado aunque yo ya apuntaba maneras en eso de congelar en imágenes los momentos y pasó a mis manos. Fue la primera de una no pequeña serie de ellas, incluido laboratorio en blanco y negro, que han terminado, por ahora, en este teléfono, marca Oppo, que llevo.
Era el primer domingo de noviembre de 1977. La foto la sacó mi entonces amigo Miguel, ella es Mari Carmen, aún presente en mi vida, y el lugar plaza Nueva en Granada. 
La foto la revelé yo mismo sacando lo que pude de un negativo más que deficiente. Por la sonrisa de Carmen y mi rostro de maestro progre, o sindicalista, no exentos de frescura, de inocencia incluso, la foto perdura (...nada queda en ese trozo de papel, todo es alquimia...dice la canción de Aute). 
Esa noche pasó algo grande en mi vida pero no viene al caso que refiero: dicha cámara la perdí por un lugar de la serranía de Cuenca que me es imposible localizar...
...ahí voy de la mano de mi madre, propiamente mi mamá. Por la ropa y la vela debía ser una procesión de Semana Santa, pongamos que del año del Señor de 1958. Seguramente la foto estará firmada con el sello de Foto Manolo, Manolo el Retratista, que así era conocido en La Zubia. Lo recuerdo cámara y flash en ristre en todos los festejos de entonces, sobre todo en la bodas a las que, años después, como monaguillo, asistía...Todo un personaje este Manolo que en ese momento, ni él ni los retratados, tantos, éramos conscientes que se estaba preservando la memoria de un tiempo, por un tiempo. Cuando de tarde en tarde voy al cementerio de La Zubia veo su tumba, un nicho, con su fotografía en una esquina de la lápida, tal y como era, moreno, ojos vivos, seguro que de tanto escudriñar rostros y encuadres, con su pelo hacia atrás...Años después encontré su alma gemela literaria en el personaje de Ramiro Retratista en aquella Mágina del libro "El jinete polaco" de Antonio Muñoz Molina. De Manolo recuerdo una broma que me gastó siendo yo crío y, como tal, no poco inocente. Estaba en la taberna de Belmontes con mi tito Manolo, un par de hombre más y el dicho Manolo. Yo miraba sus conversaciones, con sus chatos de vino en la barra, cuando mi tío me dijo, más o menos, Antoñito, toma esta libretilla que vas a anotar lo que te dice Manolo, al tiempo que este me daba lo que evidentemente era un lápiz, con su punta afilada y todo, Apunta, niño, me dijo, no recuerdo qué, creo que eran unos números. A ello me apliqué bajo la atenta mirada de los concurrentes que unos segundos después se reían de mí: el lápiz era de pega, de goma y la punta se dobló apenas lo apoyé en el papel. Si para entonces hubiera leído el Quijote diría que quedé harto corrido viendo la risa de los concurrentes...Y bien, volviendo a la foto, no recuerdo nada de aquella procesión, ni, sobre todo, de a qué me sabía el roce de la mano de mi madre...
Creo que ni Manolo el retratista habría encuadrado mejor esta foto, en origen diapositiva...Aquí están, curso 1982/83, los dos Ramonitos, Carlos, Mari y Begoña arriba, Beatriz en el centro, José Luis, el benjamín de la escuela, junto a su hermano Toño, y María Emilia a la derecha...parece la foto de una escuela ideal que en ese momento era real. La cascada es la del barranco del Saldo, uno de los tantos lugares por los que salíamos en nuestros paseos por los alrededores de Hoz de Jaca, mágico rincón de las estaciones, en aquel ensoñado valle de Tena, que supuso un tiempo de los más felices de mi vida...Hoy, al volver a mirar esta foto, me doy cuenta de que al pulsar el obturador estaba fotografiando la felicidad...

¿A dónde va el presente cuando se convierte en pasado?¿Dónde está el pasado?
 (Ludwig Wittgenstein, filósofo alemán,1889-1951)

miércoles, 25 de junio de 2025

...en la Tumba de IRENE PAPAS...

...el autobús al que me he subido media hora antes en Corinto me deja junto a la gasolinera. Cuando sigue su ruta veo al otro lado de la calzada la iglesia: he llegado a Chiliomodi, una de las metas concretas en este regreso al Peloponeso. Me acerco a la iglesia y veo un cierto movimiento, aún no sé si festivo -más de una vez me he encontrado una celebración de pueblo al que como viajero discreto o ya como persona mayor he sido invitado a acercarme y tomar algo de lo que se reparte-; mientras llego veo que sobre la mesa de entrada solo hay botellines de agua, gente que bebe, gente que se saluda, ni alegre ni circunspecta, pero me parece ir entendiendo...giro la esquina para ir tomando camino del cementerio, donde voy, seis minutos me marca el mapa, y ya me confirmo el pálpito...
Cualquiera que no sea yo vendría a exclamar algo así como "vaya hombre, en qué momento hemos llegado"...El cualquiera que soy yo piensa que "no he podido llegar en mejor momento"... Un
duelo, un entierro, sus alrededores, su enseñanza, como una muerte, no se tiene todos los días, sobre todo como pasajero, sin mayor implicación que la"existencial". Al ver la tapa de la caja me acordé de aquella vez, ya tantos años, en la isla de Tinos que, visitando un cementerio de pueblo, abrí la puerta de un cuarto junto a la ermita y me topé casi de bruces con un féretro, allí, de pie, abierto, vacío, claro. Luego me dijeron que era recuerdo de los tiempos de pobreza, común a tantos lugares (en El Hierro, sin ir más lejos, en Guarazoca, permanece la llamada cueva de la caja, donde se guardaba el ataúd comunitario usado por todos en buena hermandad en el desfile al otro barrio -al Hades, pega decir, estando en Grecia- y lo mismo vi en la isla de Halki y alguna más que voy olvidando). Volviendo a Chiliomodi, a esa media media mañana en que giré la esquina y que mientras por la puerta principal los dolientes y acompañantes tomaban agua, por la lateral de poco no me choco con los dos elegante empleados, camisa blanca, chaleco de raso, corbata, que sacaban al buen difunto... Ahí va un libre... Era un hombre, pasó delante de mí, yo sombrero en mano en señal de respeto y haciéndome la señal de la cruz... Cuando veo un cadáver, la muerte me recuerda a una partida. El cadáver es justo como un traje abandonado. Alguien parte, y deja atrás el vestido que ya no necesitaba...dijo uno...dio alcance a la verdad, remedaría otro. Lo colocaron en el coche y posteriormente pusieron la tapa en un lateral. Vi cómo accionaban un mecanismo y la caja entraba suavemente en su lugar. Vi al hombre, al difunto, digamos de mi edad, guardaba la compostura, una compostura todavía fronteriza entre lo que fue y ya estaba siendo, la color aún mantenida, vendría a propósito decir aquello de que parecía como dormido, Somnus mortis imago...me vi en él y la campana que en ese momento sonaba, era también por mí por quien doblaba, en un muerto vamos todos los vivos, todos los muertos viven en nosotros...Dos minutos fue toda esta historia. Por calle lateral, para no interferir y, la verdad, 'disfrutar" de la vista, del momento, seguî hasta el cementerio, mi destino en Chiliomodi.
...y allí me posicioné, a la sombra de la iglesia, justo en medio del camposanto, deslumbrante en ese ya casi mediodía. Me llegaba la salmodia del pater y poco más atisbaba. Sí vi cómo el cura levantaba el pañito que se coloca sobre el rostro del finado, todo un símbolo...Tuve la impresión de que fue una partida poco o nada llorada a tenor del parco cortejo (15, 20 personas) y las escasas condolencias. Acabada la ceremonia una señora rociaba colonia en las manos de quien se acercaba y así, en un santiamén, se fueron marchando.
Aproveché que una pareja atajó por donde yo estaba y pregunté por la tumba de Irene: allí estaba, apenas unos metros...
...pero ella podía esperar, mi atención la acaparaba el enterraoreste Juan Simón que por su atuendo pensé que podía ser hindú. Miraba cómo a paletadas iba cubriendo el hoyo, ...y eran doce golpes de azada en la tierra...muchas más...Dormirás muchas horas todavía
sobre la orilla vieja, 
y encontrarás una mañana pura
amarrada tu barca a otra ribera... musité como oración...
Prestaba atención al ritmo, la cadencia de las paletadas, paso atrás, giro a la izquierda y suelta, zas, zas, pum...onomatopeyas del más allá... Cuando acabó la faena y se fue con quien parecía supervisor, me acerqué a ver donde había acontecido el encuentro de la tierra con la tierra: no quedaba nada, todo barrido, la losa sellando la tumba familiar. Fuese y no hubo nada... qué solos se quedan los muertos, qué solos nos vamos quedando lo vivos...di, Muerte, ¿dó los escondes y traspones?...
...tal vez necesitaba un trago para pasar y agradecer el trago. Subí al pueblo, me salió al paso un cafetín atendido por una muy amable señora, dicharachera y desdentada. Me eché palante y le pedí en griego el Ouzo con un cubito de hielo y agua. Me lo puso de una garrafa. '¿Inglese?", me preguntó, "spanikó" respondí, y para valorizar mi visita le dije que venía a ver la tumba de Irene. Y sí, buena idea: se le abrió la entraña de los ojos y me dijo ese "bravo" tan habitual entre los griegos. Trasegados dos ouzos le pregunté dónde quedaba la casa que habitó Irene...tras dar una vuelta por el solitario pueblo fue un chico albanés (los albaneses son o eran a los griegos lo que hace años los rumanos para los españoles: cabezas de turco de la delincuencia -más adelante, ya en plena Argolida, una familia albanesa me aliviaría el camino-) el que me dejó en la puerta...
Ahora sí, ahora regresé al cementerio, a leer (Sobre el desprecio de la muerte, de Cicerón, que ha formado parte de la mochila), escribir, sestear, dejar pasar las horas de soflama y estar junto a la tumba de la gran humilde diva, momentáneamente relegada por el imprevisto entierro...
Mi amiga Victoria en Atenas me dice que no ha sido suficientemente reconocida a tenor de sus merecimientos...no como la estrella Melina Mercouri, ambas contemporáneas, ambas compatibles en mi particular altar...me temo que va camino de esa fosa común del desconocimiento que afecta a las nuevas generaciones...
Aquí está, enterrada junto a sus padres, él profesor de teatro clásico y ella maestra de escuela, fue bien guiada por ellos...prendida por el Alzheimer desde muchos años antes de su muerte, trato de imaginar dónde se arrinconaron sus recuerdos con Marlon Brando, con Anthony Quin, sus canciones con el gran Vangelis (su disco Odess forma parte de las músicas de mi vida gracias a mi amigo Imad que me lo compartió en Damasco aquel 1989), con Theodorakis, sus interpretaciones en Los cañones de Navarone, ZORBA el griego, Z, sus papeles en Yerma y La casa de Bernarda Alba, en Electra, Medea, Antígona, Penélope...sus tragedias como gran griega, su actuación en el teatro de Mérida en 1988...toda una vida...
 ...yo, abrazo su recuerdo y agradezco, como en otras partes, a otra gente, su aporte para hacer más soportable, y a veces momentánea eternamente feliz, esto de mi vivir...
Tras el sesteo y ya la tarde aliviada por nubes de tormenta eché a andar carretera adelante sin saber, tampoco él lo sabía, que apenas un kilómetro más adelante Dimitrios, 74 años, griego afincado en Francia, Nancy, me invitaría a subir a su coche y me dejó en los aledaños del  castillo de Argos, abierto el camino hacia unos días por la Argólida...
(Las palabras en cursiva hacen referencia a escritos de Fernando Pessoa, Miguel de Cervantes, Jorge Manrique, Antonio Machado, G. A. Bécquer y Mario Benedetti)

miércoles, 18 de junio de 2025

...donde las PIEDRAS SUEÑAN...

Yo busco de los siglos
las ya borradas huellas,
y sé de esos imperios
de que ni el nombre queda.

....Si hay unos versos en mi permanente compaña, como apasionado visitador de ruinas que soy, son estos de Bécquer, aunque, como tantas veces, la palabra ruina define escasamente lo que nombra...
...Si las piedras hablaran aquí habría un diálogo que los siglos han interrumpido, un diálogo que quizá recuperen a la noche, en la soledad de aquella airosa altura (2.150 msnm) una vez que tras la puesta de sol abandonen los turistas el sitio, no con gana, hablo por mí...en pocos lugares como este he percibido el efecto imán.
...estás piedras no hablan: gritan, o susurran, a los que las escuchan, recordándonos la inmortalidad que fuimos, la fugacidad que somos...mudo me quedé: no puedo creer que estoy aquí, alcancé a escribir en wasap a unos pocos destinatarios... Sí, estaba en NEMRUT DAGI, la montaña Nemrut, en el centro oeste de Turquía, a la vista de Mesopotamia, lugares históricos hondos como pocos...
...este lugar hace tiempo que ya, por unas circunstancias, por otras, innecesario hacer un recuento de ellas, había dejado de entrar en los planes de mi vagar por este proceloso mundo donde tanta belleza hay...(conviviendo con tanto desastre). Si profundizo diría que nunca lo tuve como objetivo viajero: lo mantenía, cierto, en esa especie de limbo donde las ilusiones están intactas, conservadas, sin los avatares de tener que ir, pero sin caer ni de lejos en los olvidos. Formaba parte de las ilusiones perfectas, esas que viven y se mantienen ajenas a lo que se conoce como realidad...lo veía tan lejos, tan "a desmano"...
Su origen no me cabe duda que me viene de la revista VIAJAR, esa que empezó su publicación en 1978 y que no recuerdo cuándo me suscribí a ella pero tuvo que ser en torno a 1981 pues ya la recibía en mi domicilio de maestro en Tenerife. Era la revista en que abrevaba mi sed viajera, calmándola y poniendo las bases de un futuro que prometía, que ignoraba. Cuando pasados los años los números fueron sumando los llevaba a encuadernar, a más de comprar en dicho formato todos los ejemplares desde que empezó su andadura.
Y, ciertamente, ahí tuve que tener el primer deslumbre sobre este lugar...me lo encontraría más veces, no me extraña, así hasta este siglo cuando internet tomó el testigo.
(Los tomos de Viajar, durmientes, así como una cumplida tonga de números sueltos, allí están, a oscuras, ellos que tanta luz me dieron, en un rincón de La Zubia. Otro montón de revistas, no pocas, me recuerdo llevándolas una noche, como a escondidas y avergonzado de hacerlo, y colocarlas junto a un contenedor azul, allí en mi pueblo. En fin...)
...pero, mira por dónde, diría que la idea de NEMRUT DAGI estaba más, mucho más, madura de lo que suponía: germinó y creció hace meses cuando mi de verdad inolvidable subida al monte Adam, aquel monte santo en Sri Lanka. De cumbre cónica y religiosa a cumbre cónica y mítica, ambas icónicas y con altitud semejante...y ya no tenía más que buscarle tiempo y marchar. 
...todavía las gloriosas, mitológicas, ruinas de Troya frescas en mi retina, el vuelo Pegasus me lleva de Estambul a Adiyaman. En el humilde aeropuerto esta imagen da la bienvenida y dice a las claras que estoy en su camino; son unos 70 km pero por más que previamente había buscado no encontré información de combinación, transporte público, para llegar...correspondía hacer lo que otras veces: dejarme ir, sin prisa, mirando las caras de a quien me dirigiría, ahora ya con el apoyo del traductor. Las gestiones fueron perfectas y no eran las diez de la mañana cuando tras un minibús hasta la ciudad de Kahta, otro hasta la aldea de Karadut (por cierto Karadut significa mora negra, el fruto) y un todo terreno que apareció preguntando por mí (mister Yosé Antonio) no eran las diez, como digo, cuando ya estaba en mi hotel en la propia montaña, recibido brazos abiertos por Zeynel, el encargado, que por amabilidad, hospitalidad y detalles sin cuento rivalizó en que el recuerdo de mi paso por NEMRUT DAGI se viera justamente dividido entre la historia y él. Él me había enviado el todo terreno respondiendo raudo a un correo que le envié. Al decirle mi nombre, Antonio, él recurrió al Banderas, como tantas veces me pasó, y se reía cuando le expliqué el significado de bandera...Tenía ya preparada la habitación, tomé el siempre presente té y me eché unas reparadoras horas de sueño, tras la desvelada noche en el aeropuerto de Estambul. Eran las 3, sol fuerte, calor soportable, cuando eché a andar carretera de adoquines arriba.
Eran unos seis km hasta el control de entradas más otros dos hasta la base. Si nunca tengo pereza, en este caso menos que nunca: no recuerdo personales niveles de motivación tan altos.
Pasaba algún coche que otro pero salvo que me invitaran a subir no tenía empeño en llegar rápido, tenía tiempo, el camino había sido largo y quería disfrutar del premio...ya casi al final paró el coche de tres muy amables muchachos, dos hermanos y un sobrino...eran kurdos, como el propio Zeynel y otro par de muchachos que conocí después, muy amables, ¡kurdos tenían que ser!
...ellos se fueron tras una ojeada rápida, sacarnos la foto e intercambiarnos los teléfonos, no sin antes invitarme, reiteradamente, que me fuera con ellos, ahora mismo, a su lugar, Urfa, que fuera su invitado, que allí había cosas grandes que ver...(esto de creer que uno es dueño de su destino...)
 ...un par de gratísimas horas arriba, dando vueltas al falso cono "casi volcánico", contemplando las terrazas este y oeste, escudriñando todas las cabezas desde todos los ángulos, encuadrándolas en las fotos que comparto, viendo cómo la caída de la luz dimensionaba de otra manera lo que había contemplado un rato antes. No recuerdo o no sé explicar qué sentía estar allí tras tantos años y estar ante las grandiosas figuras que son las cabezas de las colosales esculturas, sobre nueve metros, que dan idea de cómo sería aquello, el grandioso sueño que concibió para su tumba el rey Antioco l (siglo l a. C.)...leones, águilas, dioses...
En la red hay cumplida información y en ella encuentro una probable reconstrucción del monumento en una de sus terrazas...
El cono que remata la montaña no es natural, son incontables fragmentos pedregosos que forman el túmulo bajo el que debe estar la tumba de dicho rey...
Una vez puesto el sol comienza el desfile de salida, no es posible permanecer allí, hay estricta vigilancia. Familias enteras, vans (furgonetas de viajeros), coches, empiezan el regreso. Yo eché a andar extendiendo el brazo con el pulgar hacia arriba, sin suerte. Cuando recogí el brazo y me disponía no poco gratamente a disfrutar de los seis kilómetros en bajada entre la tibieza del aire y la luz lunar que ya ha iba tomado el testigo de la noche se detuvo un coche que me invitó a subir, una pareja, él, Ramadán, policía, ella, Fatma, profesora, y el niño Brahim. Me dieron dos melocotones de Bursa: lo mejor que puedo decir de ellos es que en olor y sabor me recordaron a unos priscos que había en el huerto de la casa donde nací, ummmm...Y me dejaron a la puerta del hotel donde ya me aguardaba Zeynel. Me dijo que la cena estaba lista, que me invitaba: ensalada, sopa, arroz y pollo..
...cantidad ciertamente muy por encima de mis posibilidades...pero debía de tener huecos olvidados porque dejé limpios los platos. Como un bendito caí en la cama, recordando puntualmente los hechos del día, al arrullo de los chorros de agua del manantial... más que agradecido...
Me disponía a tomar el desayuno en el comedor cuando Zeynel dijo más con gestos que palabras que allí no, que afuera, que cómo iba a ser lo mismo, arrobado mientras señalaba el paisaje...
Foto de rigor y ya solo quedaba partir. Él mismo había prenotado al colectivo y con más gente que venía de sabe Dios dónde emprendimos el camino a Kahta. Una viejita se subió más adelante: era su madre, que iba, la llevaba, al médico; me enseñó su carné, 78 años. ¡Cuántas historias cruzándose!, me pareció estar en mis primeros tiempos viajeros pero ya con la suerte de la veteranía, sin perder ápice de curiosidad, de agradecimiento y una inherente , digamos, inocencia. Zeynel dejó a su madre y me acompañó donde yo cogería el colectivo a Malatya, (desde donde seguiría para Erzurum), me pagó el pasaje, tomamos té y con gusto me eché un cigarrillo liado por el mismo...
Vine a ver piedras (🙏) con historia de la 
Humanidad y se me cruzaron historias humanas que apuntalan la fe en el ser humano. Decir que estoy acostumbrado a estas cosas sería hacer justicia a aquel mi iniciático viaje con Pandora en 1989, pero sigo tan sorprendido y rendido como entonces y a veces "no sé dónde meterme"...
(DONDE LAS PIEDRAS SUEÑAN...es un verso de Antonio Machado).