domingo, 31 de marzo de 2024

... SABAIDI, LAOS...


...¿Qué sabía yo de Laos?...Hace años, muchos antes de saber que vendría, sabía que era un país de Asia, aunque no habría sabido ubicarlo en un mapa, cierto que lo habría colocado cerca de Tailandia, Vietnam, entre India y China...pero sin concretar. Y también, tiempo después, supe que la capital era Vientiane, nada más: muy magros conocimientos para un viajero y además maestro de escuela, o al revés...es decir, que sabía lo mismo que alguien que no fuera ni una cosa ni otra...doy un salto en mi vida, pongamos que hablo de 2018, 2019, cuando ya mi arroz móvil tomaba visos de pasarse, cuando me propuse hacer una batida por este sudeste asiático en el que, por fortuna, estoy. Empecé entonces a mirar geografías, leer historias pasadas y recientes, economías, opiniones de viajeros, patrimonios UNESCO otorgados al país, cumbre más alta, parques nacionales, lugares probables a visitar, requisitos oficiales...mas, todo quedó en stand-by, bien queda esta expresión, con la pandemia, todo suspendido sine die, que queda mejor, más de mi gusto lingüístico...hasta que, ya in extremis, ayer como quien dice, retomé proyectos y conocimientos, que ahí estaban, agazapados, ya con más ilusión que esperanza de salir a la luz...
Bien, pero centrándome en el caso que trato...no fue sino hasta el otro día, cuando ya estaba en viaje, que es cuando de verdad sale uno a la palestra, que fui detallando, concretàndome... ¡LAOSiàndome!...
Llegué hace unos días al aeropuerto de Vientiane, humilde aeródromo comparado con otros asiáticos, salí airoso de las gestiones (visado, cambio de moneda para empezar, activar tarjeta ESim, virtual en este caso (todo un logro, insignificante paso para la telefonía, una aventura para mí), y como era temprano y vi que donde iba (Family boutique hotel) quedaba a unos cuatro kilómetros, pues eché a andar (le voy tomando querencia a salir de los aeropuertos a pie y de esta forma llegar a las ciudades)...por el camino, además de ir haciéndome súbdito del lugar, solicitando permiso y decir a las propias calles un humilde "aquí estoy" al tiempo de tomar las primeras impresiones (v. gr. la poca gente que había y el ondear de alguna bandera con la hoz y el martillo), fui viendo en las marquesinas de autobuses, como puestas para mí, fotos de lugares del país, que me impresionaron y parece que me decían, eh, humilde y soberbio viajero, visítame...
...y entre ellas me llamó extremadamente la atención esta que precede...me faltó tiempo, llegando al hotel, para preguntarle al amable recepcionista (asombrado cuando supo que venía a pie desde el aeropuerto) santo y seña del lugar: se trataba del parque de Buda, a unos 22 km de Vientiane y que podía ir en el autobús n°14...
Son detalles, muchos, en todos los viajes, que están ahí aguardando para auparse al mismo sobre la marcha, uniéndose a otros ya previstos...
Vientiane, como puerta de entrada y capital del país, VanVieng, como lugar popular de naturaleza y mochilería, y Luang Prabang como Patrimonio UNESCO. Estos eran los tres lugares que concentraron mi atención y... ¡cuánto rindieron!...
...no puede decirse que sea Veintiane una capital foco atrayente de turistas: había pocos y la gran mayoría franceses, como pude ver por doquier en Laos. 
Sin embargo y pese a centrarme, seguir haciéndolo, aún no saturado de Tailandia, en la visita de templos, los que visité en Vientiane y en los demás lugares tenían marchamo propio, no eran unos templos más...
(en cada hornacina había uno o dos budas)
...por un lado su arquitectura, su emplazamiento, sus pinturas y mosaicos, las bendiciones a las que asistí como agradecido espectador, el detalle de miles de budas pequeños...
 ...Y por otro, una verdadera sorpresa, un genuino regalo del camino, diría que el más "sentido": el encuentro, en Luang Prabang, de la ceremonia de las ofrendas, que se lleva a cabo cada día al amanecer...
...aún de noche, los monjes van saliendo de su monasterio portando el bat, el recipiente donde reciben el arroz que les ofrece la gente apostada en las aceras y que será su alimento. Siguiendo unas normas obvias de respeto, la ceremonia està impregnada de silencio, recogimiento, espiritualidad; la hora y la gente que asiste lo propicia; los dos días que asistí pude constatar que la inevitable irrupción del turismo no la ha devaluado. 
De los países de este bloque viajero por Indochina ha sido sin duda Laos, con diferencia, donde más monjes encontré...
Cultura y Natura, espiritualidad de templo y en el templo mayor que es la propia  Naturaleza, resumen inconmensurable de todos. VanVieng es un lugar un tanto caótico, polvoriento, donde todo son lugares de pernocta y de yantar...pero con una naturaleza que lo redime con creces.
 Supuso el encuentro con las montañas, aquí verdaderos pináculos, agrestes torres calizas, muy erosionadas y cubiertas por espesa vegetación, la jungla...
Subí a dos de ellas, a las que sin necesidad de tour o transporte pude acceder...
...cuevas como esta, Pak Hou, repleta de budas, asomada al gran Mekong...
...el famoso río Mekong, el octavo más largo del mundo, que naciendo en la meseta tibetans y recolectando tantas aguas, todas van yendo a dar a la mar (que es el morir...casi se me escapa) de China, a juntarse con el alma hídrica mundial tras un recorrido de 4.880 km.
...a él van también estas aguas que forman las primorosas cascadas de Kuang Si...(un recuerdo hermanado con aquel lugar de Plitvice, en Croacia).
Me fui de Vientiane en minibús, de VanVieng en tren (un increíble trayecto de túneles y puentes construido por chinos) y de Luang Prabang salí en avión...justo en una rotonda cerca del aeropuerto se alza este símbolo de patrimonio mundial,  en este caso por el conjunto de viviendas armoniosa fusión entre lo autóctono y el estilo colonial francés...
Vuelvo al principio, a la primera imagen que me llamó la atención recién desembarcado en las calles de Vientiane...fui, claro, al parque de los budas citado.
Consulté al respecto algunas reseñas de la red y constaté por enesimísima vez las infinitas maneras diferentes de ver lo que es lo mismo, como confirmando una vez y otra que la realidad en sí, pura, es una entelequia, no existe, existen, si acaso, las maneras de percibir... Es un perogrullo que se confirma constantemente, en todo y para todo...cito algunas reseñas leídas al respecto, de diferente espectro...

No lo recomiendo para visitar.
Perder tiempo y dinero.
.....
Pérdida de tiempo. Difícil llegar, sólo si tienes vehículo propio. Definitivamente nada especial.
...
Dado que es un parque de estatuas de Buda, lo visité esperando algún significado histórico o conmemorativo, pero casi todas las esculturas están hechas de cemento y son muy toscas. Aunque he recorrido un largo camino desde Vientiane, no me arrepiento. Es una pérdida de dinero.
...
De lo mejor de Vientianne, es súper curioso. Tiene figuras de lo más bizarras. Aconsejo ir en bus de línea urbana.
Pienso que es un lugar imperdible si se está en Laos. Desde la estación de autobuses se toma el bus número 14 (a marzo 2024 el precio es 18.000 kip, unos 80 céntimos de euro), te deja en la misma puerta de donde puedes volver a cogerlo.
El parque para mí es MUY INTERESANTE.. empieza a deteriorarse, las piletas están vacías pero nada de esto importa pues la impresión es enorme...y si sabes de budismo/hinduismo (no es mi caso, lamentablemente) mucho mejor.
Esta opinión es la de un servidor
Diez días en Laos, equitativamente repartidos entre Vientiane, VanVieng y Luan Prabang, aprovechando a mi manera lo que pude de cuanto ofrecían, todo dentro de un país seguro, amable, quede dicho esto por delante. Lan Xang, el reino del millón de elefantes, como se llamaba...
...en Luang Prabang, varias semanas después de salir a este viaje, donde el calor ha marcado su ritmo, me encontré con la primera tormenta. 
La contemplé en compañía de este infante, hijo del conserje del hospedaje. Allí, apostados en la ventana, daba gusto ver cómo corría el agua calle abajo camino, cómo no, del Mekong. El niño no hacía más que hablarme, qué me diría, y mirarme los pies, y reírse...
...es un buen broche para esta página... que puede rematarse con este ramillete de plumerias o franchipanis, esa flor de delicado perfume que se abre en forma de molinillo y que es la flor nacional...
(Sabaidi, es la forma común de saludar)

viernes, 29 de marzo de 2024

...ANTONIO, el de la PAZ...


 Esta luz de Sevilla... Es el palacio
donde nací, con su rumor de fuente.
Mi padre, en su despacho. —La alta frente,
la breve mosca, y el bigote lacio—.

 Mi padre, aún joven. Lee, escribe, hojea
sus libros y medita. Se levanta;
va hacia la puerta del jardín. Pasea.
A veces habla solo, a veces canta.

 Sus grandes ojos de mirar inquieto
ahora vagar parecen, sin objeto
donde puedan posar, en el vacío.

Ya escapan de su ayer a su mañana;
ya miran en el tiempo, ¡padre mío!,
piadosamente mi cabeza cana.                   

(Antonio Machado)

...desde hace ya tiempo, varios años, cuando no tenía el menor atisbo de que existían los blogs, eso donde publicar y compartir vivencias, y por tanto no tenía ni idea de que un día publicaría en él el objeto de esta página...hace años, decía, yo pensaba de vez en cuando, que un día llegaría el día en que yo podría llegar a superar la edad de mi padre, que mi cómputo de días en la Tierra sería superior al que vivió mi progenitor, y con este pensamiento hacía cálculos al respecto, filosofía paterno filial...Y ese día ha llegado, ese día es hoy, 18 de febrero de 2021, contando siempre con un generoso margen de error tanto en horas como en un par de días por aquello de los registros natales antiguos...Él nació, o fue apuntado, el 29 de agosto de 1918, y murió a una hora imprecisa entre la noche y el amanecer del 19 de diciembre de 1984...66 años, 3 meses, 22 días...Su edad, mi edad...

Estaba yo de maestro en Hoz de Jaca, Huesca; con mis ocho alumnos de entonces, sentados en torno a la estufa, confeccionaba adornos para navidad. Fuera lucía un día frío, muy azul, espléndido, con nieve en la misma ventana. Llamaron a la puerta y era la señora Antonia, que en gloria esté, encargada entonces del único teléfono que había en el pueblo, dándome la noticia del adiós de mi padre...El poco bullicio escolar se detuvo; poco a poco recogimos todo, se fue cada uno para su casa y yo me apresté a hacer lo propio para cruzar el mapa de España, en ese momento con más incertidumbre y confusión que dolor...

Como decía, mi padre falleció, cosa del corazón (de la que servidor también forma parte), en la madrugada de ese 19 de diciembre, pasando en cuestión de segundos de un sueño a otro, quién sabe si del sueño de la vida al despertar...Años después me acordaba de ello y lo ejemplificaba al leer lo que Francisco Tomás y Valiente, presidente del Tribunal Constitucional, había dicho en una entrevista personal. Le preguntaban que cómo le gustaría fuera su morir y recuerdo que dijo algo así como que desearía una muerte sin fronteras con la vida (fue asesinado por ETA con un tiro en la nuca)...Quizá él no pensaba en irse de esta manera y lo hacía en una despedida de la vida durmiendo, como le pasó a mi padre y a tantos, que, según dicen, es la mejor muerte, aún a sabiendas que no sabemos nada, solo un suponer...la muerte de un bendito...

  Encajada a una orilla del río Monachil está la fábrica de luz de La Vega: aquí nació mi padre. Mi abuelo Ulpiano trabajaba allí. Un día mi abuelo murió (sobre 1926) y los dueños invitaron a marcharse a mi abuela, mi abuelita Paz, como siempre se le llamó,  que no tuvo más remedio que juntar el par de pocas cosas que tendría, aprestar a su prole, cinco hijos, cuatro niños y una niña (mi padre entonces tenía unos ocho años) y partir para el cercano Monachil a abrirse camino...Mi abuela tuvo que ser una mujer valerosa, con arrestos, nada amilanada y, por referencias pilladas al vuelo en conversaciones, bastante adelantada para los tiempos que corrían...De ella, de su nombre, tomó el apodo mi padre, con el que era conocido en La Zubia, Antonio el de Paz, y nuestra familia, incluyendo el nombre de mi hermana menor, apodo entrañable donde los haya, apodo ya con los días más que contados... 

En un verano, sería en 1978 o 79, mis padres, mi hermana y yo fuimos en expedición a dicho lugar, entonces en ruinas tal y como se aprecia en la foto. Dejamos el coche más allá del Purche y bajamos caminando (ahora hay una pista). Con tantas lagunas en la memoria, recuerdo ahora, con obvia más emoción que entonces, que tampoco era poca, a mi padre recorriendo las ruinas, habían pasado casi 60 años desde que se fue como niño...aquí hacíamos esto, aquí estaba lo otro...el horno aún permanecía en pie...lo que daría por tener fotos, un soporte audiovisual de entonces...                                             ...lo que daría por rescatar un generoso trozo de la memoria del tiempo que vida que compartí con mi padre, que si no fue corto en años sí fue harto parco en cuanto a la disposición, la falta de ella, que tuve. Y ya no hay solución al respecto, ni encuentro consuelo, resignándome al pobre "tendría que ser así"...


Años después la fábrica se rehízo y vuelve a producir electricidad, y no son pocas las veces que pasando el inusitado, impresionante, paraje de los Cahorros, he llegado hasta la puerta y cruzando el puente bajo el que sale el generoso caudal, me siento en una piedra y recuerdo lo que no vi ni viví...


         …Y por primera vez en mi vida vi a mi padre como un hombre mayor. La misma edad que tengo mientras escribo. Dicen que un hombre sabe que empieza envejecer  cuando al mirarse en el espejo reconoce a su padre…(Jordi Esteva en el libro "Socotra, la isla de los genios" leído justo estos días)...

...Por suerte, los amigos, compañeros, con los que he tratado este tema han venido a decir lo mismo: que su padre siempre les pareció viejo, o mayor. Yo recuerdo a mi padre inmóvil en el tiempo, siempre con el mismo aspecto, el mismo andar, la misma calva...Hay que llegar a mayor para comprender que los viejos de entonces también fueron niños y jóvenes y que con otro telón de fondo pasaron por las mismas etapas, o más, de las que tontamente creemos tener la exclusiva...Recuerdo anécdotas al respecto en mi vida de maestro...aquel niño de Arure que me miraba y muy seriamente me dijo: "maestro, ¿a que tú ya eres viejo?", o aquella de La Dama, con su amenaza, "maestro, ¿a que te llamo anciano?"Así, de esta manera, recuerdo a mi padre, además de trabajando, y cuando se arreglaba para ir  donde fuera, o a Granada los domingos por la tarde, muy elegante en su sencillez...



Comparto estas varias fotos de mis padres, algunas reveladas por mí mismo, fotos que con los años han superado la anécdota para ser sobreentrañables... Mis padres dando lustre a las botas que tenía entonces un servidor o echando una siesta en la tibieza del otoño en aquel rincón del huerto donde estaba el lavadero. Al lado estaba el aljibe, que además de reservorio servía de refrigerador aquellos veranos antes de comprar la primera nevera (marca Siemens): veo a mi padre poner en un saco la sandía o los melones, alguna cerveza Alhambra, alguna gaseosa Amavisa...atarlo bien y sumergirlo al frescor y oscuridad de aquel agua...También lo veo amarrando los sacos con docenas de alpargatas, etiquetarlos en un cartón con el remite y la dirección para enviarlos a pueblos de Málaga, y lo recuerdo jugando al parchís en aquel cuarto del bar del Lorillo, un antro lleno de humo donde se oía el tintinear del dado en el vaso y el golpe seco en el cristal, yo iba y me acercaba a la oreja por la que oía mejor y le daba el recado de mi madre, que la cena ya está. Y cuando ya de maestro en el colegio Juan XXIII de Granada, iba a esperarme con el Renault 4 al término del reparto de huevos...
Industrioso, emprendedor, de muy buena cabeza, casi analfabeto pero con mucho conocimiento, como tanta gente de entonces, fue primero alpargatero (recuerdo el tráfico de personas en mi casa, la cadena de ellas que unidas hacían unas primorosas alpargatas de cáñamo desde la materia primera hasta el acabado final), posteriormente, sacrificando buena parte de aquel gran huerto, se dedicó a las gallinas, una no pequeña granja...y apenas jubilado, fue la vida la que lo llamó...  

     


...Este día el postre era el melón, que, no sin estilo, partía mi padre; cuando estaba de maestro en Tenerife, la primera vez que me fui lejos, cursos 1980/1982, escribía largas cartas que mi hermana se encargaba de leer en la sobremesa. Entonces, mi padre decía que mis cartas eran el mejor postre, frase que por fortuna ha quedado acuñada en la familia y de tarde en tarde me la recuerda alguno de mis sobrinos e incluso ha sido revalorizada por una buena amiga que sintió la emoción que transmitía al nombrar este hecho en una pasada página titulada "Adiós a las cartas"...

 ...Aprovechando mi nomadismo pedagógico de un extremo a otro de España, mis padres me acompañaron en más de una ocasión... mi padre hubiera sido un viajero si  las circunstancias lo hubieran propiciado, tenía el mismo ausente temor heredado de mi abuela... 

...en San Juan de la Peña, Huesca...

...en Sierra Nevada, cuando a final del verano de 1979 me acompañaron a Prado Llano para presentarme como nuevo maestro del lugar... 
...en Lourdes...echando un trago del agua milagrosa...


...en el Puerto de la Cruz, junio 1982. Mi tiempo de maestro en Tenerife ya concluía y ellos vinieron con el coche, ya un Renault 6, para recoger mis bártulos... 


...en el Balneario de Panticosa, Pirineo de Huesca...

...en Ordesa...
...en las Cañadas del Teide...

Tendrían que pasar bastantes años, diría que muchos, demasiados, para que la figura de mi padre adquiriera la relevancia que hoy. Se canta lo que se pierde, decía Antonio Machado. 
...ante lo irremediable, tengo que buscar razones, que no tengo, para consolarme de lo inevitable; parece que ser joven conlleva no darse cuenta de las cosas, de los valores que nos rodean, conciencia que tomamos cuando ya es tarde...qué tonto fui, o tal vez no estaba maduro para hablar con él, apreciar tanta madurez, su vida, preguntarle de su infancia, su juventud, de tanta gente como sé que ayudó (incluso la misma noche antes de morir), de cuando aún sin cumplir nueve años me llevó interno al Seminario (base de mi formación humano-cultural)...de mil cosas que al no haberlo hecho me dejan, lo confieso, con una versión adulta de profunda orfandad...se fue y se llevó consigo buena parte de mi historia y casi toda la suya...ignoraba que aquel 28 de agosto de 1984, en la antigua estación de Alsina, en el camino de Ronda, cuando fue a despedirme, yo camino de mi escuela en Hoz de Jaca, era la última vez que lo vería...en fin... 
 

...me gustaría, así está dicho, terminar, hecho cenizas, en este lugar, sin más nombre que el de ellos... 


                                ...YA ESCAPAN DE SU AYER A SU MAÑANA;

                                    YA MIRAN EN EL TIEMPO, ¡PADRE MÍO!,

                                           PIADOSAMENTE MI CABEZA CANA.