domingo, 31 de marzo de 2024
... SABAIDI, LAOS...
viernes, 29 de marzo de 2024
...ANTONIO, el de la PAZ...
Esta luz de Sevilla... Es el palacio (Antonio Machado) |
...desde hace ya tiempo, varios años, cuando no tenía el menor atisbo de que existían los blogs, eso donde publicar y compartir vivencias, y por tanto no tenía ni idea de que un día publicaría en él el objeto de esta página...hace años, decía, yo pensaba de vez en cuando, que un día llegaría el día en que yo podría llegar a superar la edad de mi padre, que mi cómputo de días en la Tierra sería superior al que vivió mi progenitor, y con este pensamiento hacía cálculos al respecto, filosofía paterno filial...Y ese día ha llegado, ese día es hoy, 18 de febrero de 2021, contando siempre con un generoso margen de error tanto en horas como en un par de días por aquello de los registros natales antiguos...Él nació, o fue apuntado, el 29 de agosto de 1918, y murió a una hora imprecisa entre la noche y el amanecer del 19 de diciembre de 1984...66 años, 3 meses, 22 días...Su edad, mi edad...
Estaba yo de maestro en Hoz de Jaca, Huesca; con mis ocho alumnos de entonces, sentados en torno a la estufa, confeccionaba adornos para navidad. Fuera lucía un día frío, muy azul, espléndido, con nieve en la misma ventana. Llamaron a la puerta y era la señora Antonia, que en gloria esté, encargada entonces del único teléfono que había en el pueblo, dándome la noticia del adiós de mi padre...El poco bullicio escolar se detuvo; poco a poco recogimos todo, se fue cada uno para su casa y yo me apresté a hacer lo propio para cruzar el mapa de España, en ese momento con más incertidumbre y confusión que dolor...
Como decía, mi padre falleció, cosa del corazón (de la que servidor también forma parte), en la madrugada de ese 19 de diciembre, pasando en cuestión de segundos de un sueño a otro, quién sabe si del sueño de la vida al despertar...Años después me acordaba de ello y lo ejemplificaba al leer lo que Francisco Tomás y Valiente, presidente del Tribunal Constitucional, había dicho en una entrevista personal. Le preguntaban que cómo le gustaría fuera su morir y recuerdo que dijo algo así como que desearía una muerte sin fronteras con la vida (fue asesinado por ETA con un tiro en la nuca)...Quizá él no pensaba en irse de esta manera y lo hacía en una despedida de la vida durmiendo, como le pasó a mi padre y a tantos, que, según dicen, es la mejor muerte, aún a sabiendas que no sabemos nada, solo un suponer...la muerte de un bendito...
Encajada a una orilla del río Monachil está la fábrica de luz de La Vega: aquí nació mi padre. Mi abuelo Ulpiano trabajaba allí. Un día mi abuelo murió (sobre 1926) y los dueños invitaron a marcharse a mi abuela, mi abuelita Paz, como siempre se le llamó, que no tuvo más remedio que juntar el par de pocas cosas que tendría, aprestar a su prole, cinco hijos, cuatro niños y una niña (mi padre entonces tenía unos ocho años) y partir para el cercano Monachil a abrirse camino...Mi abuela tuvo que ser una mujer valerosa, con arrestos, nada amilanada y, por referencias pilladas al vuelo en conversaciones, bastante adelantada para los tiempos que corrían...De ella, de su nombre, tomó el apodo mi padre, con el que era conocido en La Zubia, Antonio el de Paz, y nuestra familia, incluyendo el nombre de mi hermana menor, apodo entrañable donde los haya, apodo ya con los días más que contados...
En un verano, sería en 1978 o 79, mis padres, mi hermana y yo fuimos en expedición a dicho lugar, entonces en ruinas tal y como se aprecia en la foto. Dejamos el coche más allá del Purche y bajamos caminando (ahora hay una pista). Con tantas lagunas en la memoria, recuerdo ahora, con obvia más emoción que entonces, que tampoco era poca, a mi padre recorriendo las ruinas, habían pasado casi 60 años desde que se fue como niño...aquí hacíamos esto, aquí estaba lo otro...el horno aún permanecía en pie...lo que daría por tener fotos, un soporte audiovisual de entonces... ...lo que daría por rescatar un generoso trozo de la memoria del tiempo que vida que compartí con mi padre, que si no fue corto en años sí fue harto parco en cuanto a la disposición, la falta de ella, que tuve. Y ya no hay solución al respecto, ni encuentro consuelo, resignándome al pobre "tendría que ser así"...
…Y por primera vez en mi vida vi a mi padre como un hombre mayor. La misma edad que tengo mientras escribo. Dicen que un hombre sabe que empieza envejecer cuando al mirarse en el espejo reconoce a su padre…(Jordi Esteva en el libro "Socotra, la isla de los genios" leído justo estos días)...
...Por suerte, los amigos, compañeros, con los que he tratado este tema han venido a decir lo mismo: que su padre siempre les pareció viejo, o mayor. Yo recuerdo a mi padre inmóvil en el tiempo, siempre con el mismo aspecto, el mismo andar, la misma calva...Hay que llegar a mayor para comprender que los viejos de entonces también fueron niños y jóvenes y que con otro telón de fondo pasaron por las mismas etapas, o más, de las que tontamente creemos tener la exclusiva...Recuerdo anécdotas al respecto en mi vida de maestro...aquel niño de Arure que me miraba y muy seriamente me dijo: "maestro, ¿a que tú ya eres viejo?", o aquella de La Dama, con su amenaza, "maestro, ¿a que te llamo anciano?"Así, de esta manera, recuerdo a mi padre, además de trabajando, y cuando se arreglaba para ir donde fuera, o a Granada los domingos por la tarde, muy elegante en su sencillez...
...Este día el postre era el melón, que, no sin estilo, partía mi padre; cuando estaba de maestro en Tenerife, la primera vez que me fui lejos, cursos 1980/1982, escribía largas cartas que mi hermana se encargaba de leer en la sobremesa. Entonces, mi padre decía que mis cartas eran el mejor postre, frase que por fortuna ha quedado acuñada en la familia y de tarde en tarde me la recuerda alguno de mis sobrinos e incluso ha sido revalorizada por una buena amiga que sintió la emoción que transmitía al nombrar este hecho en una pasada página titulada "Adiós a las cartas"...
...Aprovechando mi nomadismo pedagógico de un extremo a otro de España, mis padres me acompañaron en más de una ocasión... mi padre hubiera sido un viajero si las circunstancias lo hubieran propiciado, tenía el mismo ausente temor heredado de mi abuela...
...en Sierra Nevada, cuando a final del verano de 1979 me acompañaron a Prado Llano para presentarme como nuevo maestro del lugar...
...en Ordesa...
...en las Cañadas del Teide...