...el dramaturgo noruego Henrik Ibsen, el mismo que escribió Casa de muñecas, sacó de su inspiración un personaje que ha pasado a ser entre popular y mitológico en la actual cultura noruega. Se trata de PEER GYNT, un poema romántico convertido en obra de teatro. Es una epopeya, una verdadera odisea que narra las andanzas de este hombre a través de sus edades, la evolución desde su aldea natal, sus impulsos juveniles, su picaresca, sus viajes... los múltiples avatares de su vida hasta su redencion final...vaya por delante mi decidida intención de leerlo, hace tiempo se lo debo...
La obra de lbsen por un lado, y la música de Edvard Grieg por otro, consiguieron la conjunción perfecta...horma y zapato...
Según contó la guía de la casa de Grieg, el músico no estaba animado para componer la, digamos, banda sonora, que le encargaba Ibsen, pero la motivación económica le acabó de convencer. ¡Y en buena hora!. Seguro que ni él podía sospechar la resonancia mundial que iba a tener su composición y que fuera a llegar a representar el espíritu de su país, una seña de identidad noruega...
Hago mi particular interpretación de esta música que por fortuna conozco y acompaño las conocidas ocho partes de las suites una y dos, tan populares, con recuerdos siempre presentes, cómo no, e imágenes de estos días por esta desbordante Naturaleza noruega...
LA MAÑANALos domingos nos regalaban una hora más de cama, y en lugar de los timbrazos de costumbre venía a sacarnos del sueño una música que llegaba por unos primitivos altavoces instalados en ambos extremos de los dormitorios, aquellos que llevaban los beatíficos nombres de la Inmaculada, de san Juan o san Luis, según la edad. Hablo, una vez más, de mis años de seminario, en la década de los 60 del pasado siglo...
Verano de 1974. Iba yo en un tren tranvía de Madrid-Atocha a Linares-Baeza. Tenía por vecino un soldado que marchaba con su petate camino de Cazorla. Podría ser un soldado raso pero me resultó un soldado ilustrado y nunca lo he olvidado por la de cosas que me dijo o contó y de las que recuerdo, atesorada, solo esta: después de tarareàrsela (entonces no había Shazam) él fue el que me dio santo y seña de aquella música que nos sacaba de la cama algunos domingos: era LA MAÑANA, movimiento primero de la suite de Peer Gynt, de Edward Grieg.
La mañana es así el primer pasaje de música clásica que se incorporó a mi vida.
Aunque la historia para la que se compuso narra algo muy diferente (el personaje anda por Marruecos) esta diáfana pieza ha acabado por representar la pureza de un amanecer nórdico...y, enlazando con una de mis páginas anteriores, forma parte de la banda sonora que acompaña a Roth (Edward G. Robinson) en su despedida mientras mira con asombro el ensueño de los paisajes perdidos...Casualmente, Anne, mi gentil casera de uno de los hospedajes en Lysebotn, tenía puesta esta música el día que me iba de su casa...
Aase es la madre de PEER GYNT. Me imagino a la pobre sufriendo en silencio las travesuras de su hijo y dándole consejos a la postre inútiles. Seguro le diria en noruego el equivalente a aquello que alguna vez me decía mi madre: "me vas a enterrar viva"... Justo estos días que escribo estas líneas ha muerto la madre de mi amigo Luis. Me cuenta que le preparó el desayuno, desayunando la dejó y, cuando regresó a las 11 para acompañarla en la misa por televisión, la encontró dormida...Ay, las madres...
(recordado con cariño)
LA DANZA DE ANITRA
Vuelvo al seminario. Me deslumbro en la memoria cuando recuerdo los montajes teatrales que se hacían en aquellos tutelares muros, los espectaculares efectos que se conseguían contando con los escuetos medios que se tenían a mano, lo que daba de sí la imaginación, la creatividad, obra de curas cultísimos (el querido don Antonio Espigares, o nuestro gran don Germán, por ejemplo) y de alumnos mayores motivados y conocedores. Recuerdo singularmente el calderoniano auto sacramental de LA CENA DEL REY BALTASAR. ¡Cómo olvidar, por ejemplo, la manera en que aparecían en el decorado donde se desarrollaba la cena las inquitantes palabras (Mane, Tecel, Fares) que sentenciaban a Baltasar!...Antes, preparando dicho banquete, un servidor formaba parte de los sirvientes que, danzando, portaban en bandejas los manjares a la mesa del rey y sus invitados...y lo hacíamos al ritmo de este movimiento de Grieg.
(Mi compañero Juan Antonio me cuenta que tras la representación nos lanzamos a la captura de las frutas que iban en las bandejas...y que en una segunda representación, para gente de la calle, familias etc. las frutas eran de plástico...)
...campos de Soria, donde las rocas sueñan...cantaba don Antonio Machado. Silentes campos de roca pura para provocar un sueño de ojos abiertos a quien los pasee. Mi recuerdo hacia Guadarrama y la Pedriza del Manzanares por un lado, el gallego monte Pindo por otro, y otros tantos lugares que no cito para no desviarme más, fue inmediato, estableciendo un telúrico parentesco.
Hablo del Geoparque MAGMA, cerca de Egersund, al sur de Stavanger, sudoeste de Noruega.
Su roca estrella, su capricho, es el llamado TROLLPIKLEN, el pene del troll. Leí la historia, historieta, real historia, que tiene esta roca salida, de la que, dicho sea de paso, hay una similar, hermana, en La Gomera y otra, más humilde, en la costa de Almuñécar. Leí que hace unos años un grupo de paisanos de la comarca, harto conservadores, observaron la afrentosa forma de la roca, esa pujanza mineral, ese alarde, y decidieron cortar por lo sano...cómo lo harían, lo ignoro, pero echaron abajo ese callado priapismo...y así, ignoro también cómo, las autoridades repararon el agravio y ahí está, con el vigor recuperado (observad las costuras en la base)...
Me llamaron la atención las hierbas de algodón, ERIÓFORO, que no veía desde aquel viaje al Cabo Norte...buen escenario todo para el rey de la montaña y esa música épica tantas veces registrada...
En la casa de Edvard Grieg había una copia de este cuadro que ya vi la pasada Navidad en el museo Nacional de Oslo. Se trata de Procesión Nupcial en Hardanger, considerada obra maestra del nacionalismo romántico noruego, pintada en 1848 al alimón por Adolph Tideman, que se encargó de los personajes, y Hans Gude, del paisaje...
A través de los wasap compartidos estos días he podido comprobar algo que acontece muy a menudo: que somos disfrutafores de unos contenidos, en este caso musical, sin conocer su autoría, que la música nos suena mucho y el autor no nos suena nada. Cierto que las ocho piezas de esta obra, unas en mayor medida que otras, han sido y seguirán siendo utilizadas como fondos sonoros en películas, series etc. Sin ir más lejos he escuchado La muerte de Aase, citada antes, como marcha de semana santa...
... volví a Bergen, volví por un gusto centrado en dos motivos: ir de nuevo al albergue Montana, sito en la falda de la montaña Ulriken, albergue en el que ya me quedé en aquel lejano verano de 1991 cuando iba con Pandora 🚲 camino del Cabo Norte, y por visitar, ya por tercera vez, Troldhaugen, donde están los lugares que recuerdan a Edvard Grieg: la casa donde vivió varias décadas, el refugio estudio donde componía a orillas del lago, la piedra que sella la tumba que guarda sus cenizas y las de Nina, su mujer, musa y mejor intérprete de sus composiciones.
La historia de Grieg se me antoja como un caso a destacar: fue reconocido, admirado, laureado, querido y requerido en vida... pocos artistas han gozado de este privilegio. Cuando murió, la tarde de su entierro, cerraron los comercios de Bergen y decenas de miles de personas acompañaron sus restos.
...decía la guía que cada día, al finalizar su trabajo en esta casita, dejaba sobre el piano una nota en que decía que si alguien entrara a llevarse algo que por favor dejara las partituras, que para el probable ladrón no tenían valor alguno y sí mucho para él...
LA CANCION DE SOLVEIGCon esta sentimental música concluye la suite. Suena a emotiva música de despedida, para acabar un día, o una vida, una música de adiós y obra cumplida, de agradecimiento, también de aceptación y resignación, de que todo, al fin, cuadró y encuadró, música para ser escuchada mientras se va apagando el caleidoscopio que es, que fue, la vida.
Este paseo por las tierras de PEER GYNT se iba acabando. Ocurrió como siempre: cumplí con planes previstos, traté de disfrutar/amoldarme a los imprevistos (lo imprevisto no existe, decía Phileas Fogg ), y quedaron en proyecto otros, "para segunda orden" que diría mi madre...cierto que el tiempo y sus aliados corren en disfavor...
Cumplí con los tres lugares estrella del fiordo de Lyse, y con no poca suerte al contar con días despejados en medio de otros, la mayoría, de diluvio...
PREIKESTOLEN, el famoso púlpito, la piedra encajada de KJERAGBOLTEN y los 4444 ESCALONES de Flørli, los tres invitando al vértigo, al paciente esfuerzo, a la contemplación, al asombro, al regalo de sus paseos, a la maravilla...
Leo que solo se ha registrado una caída desde el púlpito, justo un español. Son casi 700 metros de caída, y casi mil desde la piedra encajada...
... pero venía a este paseo de varias semanas a Noruega con un propósito que apenas confidencié a un par de amigas...
Julio de 2013, hace 10 años justo en estos días. Iba andando el camino de san Olav, de alguna forma un equivalente al camino de Santiago. Partí de Oslo y tras casi 700 km llegué al destino: la catedral de Nídaros, nombre antiguo de Trondheim. Como a mitad de camino, en el lugar llamado Kvam, al término de esa etapa, fui a comprar algo de comer al supermercado Kiwi. Al ir a pagar constaté que mi cartera con dinero y documentos no aparecía por ningún lado. Dejé la mochila y desanduve unos kilómetros mientras en la memoria trataba de identificar el momento en que, tal vez ajustándome el pantalón, se me cayera. Nada. Esa noche, apenas unas horas de penumbra, la pasé tumbado en un lateral del tranquilo cementerio. Por la mañana, tal vez recordando aquello de que donde empieza el problema empieza también la solución me acerqué al camping allí al lado. Me atendió aquella mujer y en mi escaso inglés no exento de recursos le expliqué el caso. Manos a la obra: hizo unos cartelitos escritos en inglés y noruego que yo pegué en distintos sitios al tiempo que volvia a pasear por los últimos kilómetros preguntando a quien veía. Nada. La mujer me ofreció comida y una de las cabañas del camping, y llamar a la embajada española contando el caso,
y llamar por teléfono a uno de mis sobrinos para que me enviara dinero a wenster union. Al día siguiente ella me dio efectivo para el viaje en tren a Oslo donde fui muy bien atendido en la embajada y me proporcionaron un salvoconducto. Recuerdo a Constantino, y a Susana, con la que aún mantengo contacto, que me llevó al centro a recoger el dinero. Tomé el tren y regresé a Kvam, donde me esperaba ella. Dormí, no aceptó dinero, y tras sacarnos este retrato, seguí camino...
Live Ellen y yo tuvimos correspondencia por correo electrónico un par de años; no pudimos vernos cuando estuvo de vacaciones con su familia, marido e hijos, en la playa de las Américas de Tenerife estando yo en La Gomera. Después, sucesivos cambios de correo cortaron el contacto...
11 de julio, hoy. En tren de madrugada he llegado a Lillehammer. Sesteo como puedo en las escaleras de la estación. Con las primeras luces, antes de las cuatro de la mañana, salgo a las solitarias calles y encuentro con facilidad las señales del camino de san Olav, por aquí pasé. Escribo, leo y hago tiempo hasta las 12 que sale el tren que poco después de una hora me dejará en el lugar, Kvam. En llegando, en diez minutos estaré en el camping, Kirketeigen (lugar de la iglesia)..veo las cabañas, la recepción al fondo, qué me encontraré...
Rescaté para el probable encuentro, el momento emotivo del viaje, la vieja sudadera con el nudo celta que ya va tomando la vejez de su dueño, manteniendo lozanía por delante y descosturada por detrás...y llevo en el teléfono preparada la foto de entonces...
...Ya no trabaja aquí...los encargados de ahora no la conocen, contactan con el dueño enviàndoles la foto que muestro y creo entender que se marchó a otros lugares...mi gozo en un pozo...
Voy al supermercado Kiwi, compro algo de comer y una cerveza IPA y paso el día entre lluvia, frío, cementerio, leyendo y echando cabezadas sobre una mesa, Kvam no da para más. Por la noche tomaré el tren de regreso a Oslo. Hasta me consuela la frase de Pessoa que llevo en unos calcetines que me regaló Violeta: TODO VALE LA PENA CUANDO EL ALMA NO ES PEQUEÑA... Será...
Cerca de la la estación, allí sigue, impertérrito, jovial y picaruelo, ajeno al tiempo mortal, PEER GYNT...