...La BALTASARA...

...Desde la últimas veces que pasé por Córdoba, y por ende por la fundación de Antonio Gala, tenía pendiente la visita a La Baltasara, la casa de campo que se alza en el sinuoso paisaje a las afueras de Alhaurín el Grande, Málaga. Es la casa que, si mal no recuerdo de lo que me contó la gentil guía que me acompañó en la visita, habitó desde 1987 hasta 2018 en que ya se trasladó a Córdoba. El lugar lo disfruté a mi aire, en mi sentir, bien entregado iba, mirando, y admirando, al detalle tanto detalle como había: muebles, libros, figuras, figuritas (entre un mar de vírgenes y santos allí pude ver a fray Leopoldo y a su lado el doctor José Gregorio, con sus inconfundibles terno negro, corbata y sombrero, ya santificado por el pueblo venezolano y canario aunque oficialmente la iglesia lo ha beatificado), cuadros de buena firma, detalles... y los ventanales por donde entrarían los chorros de luz que iluminaban su quehacer cotidiano...el lugar lo sentí, así, impregnado de la presencia de don Antonio. Estaba prohibido sacar fotos, un motivo más para su visita si alguien procede tras esta lectura. Esta instantánea del propio Antonio está tomada de una foto en su museo en Córdoba...

 ...igualmente del museo son estas con la vista de la casa y las tumbas de los perrillos...pero ahora, al fin, ¡estaba in situ!...

 

 Y el huerto, jardín, con ese acabado toscano, con ese rodeo de cipreses, esas tijuanas, esos jazmines, acantos, celindos, buganvillas, la extraordinaria glicinia que parte de un discreto rincón y se ramifica sombreando dos alas de la casa...

 ...Y el drago, ya con diez años, traído de La Palma, regalo de su amiga y poetisa Elsa López...

...y al fondo del mismo, muy discretamente, apartado y expectante, como tantas veces se llega a los cementerios humanos, se ubica lo que para mí, imposibilitado de tener animales por mi forma de vida y vivir, pero no de sentir (nunca tuve perros pero cuántos perros se me han pegado a lo largo y ancho de los caminos, y cuántos he visto erráticos, más que yo, abandonados, y accidentados, moribundos, por esas carreteras, algunos de ellos dando al traste desde temprano con la humilde felicidad que el día me prometía... todavía me acuerdo del más reciente, el que anduvo conmigo las siete horas por aquellas planuras pacenses, camino de Santiago, entre Villafranca de los Barros y Torremejía...qué sería de aquel fiel, simpático, bodeguero ratonero andaluz...) al final del jardín, decía, se llega al lugar por el que sentía un particular interés: las tumbas de los que fueron sus perrillos, desde el primero y más famoso, Troylo, que ya alcanzó la vida de la fama, esa imperecedera, al quedar enmarcado en libro, hasta el último, que yo sepa, Mambrú, todos poseedores de sonoros nombres, históricos nombres...

...Voy a la biblioteca de Almuñécar y salgo con este clásico de Antonio Gala, un ejemplar que tengo en propiedad ausente. Como tanta gente, servidor también empezaba el Semanal de El País por la última página: la colaboración de Antonio, Charlas con Troylo, entre 1979 y 1980... 

Así comenzaban el primero y el último artículo, natural presentación y conmovedor desenlace, cálidos y sentidos ambos, y entre uno y otro unos ochenta artículos en los que Gala usando de confidente a su perrillo da un repaso al amor, la religión, el arte, la política, la Naturaleza...lo divino y lo humano, la vida toda...de qué iba a hablar si no, y todo con la exquisita, culta, ocurrente, inspirada prosa que le caracteriza...He podido volver a leer varios artículos y, ciertamente, están vigentes, laten como recién escritos más de cuarenta años después...Así concluye:

Acabando la visita guiada y antes de vagar a mi aire por el jardín, la gentil guía me contó el motivo del nombre de LA BALTASARA, que ahora amplío buscando en la red...Francisca Baltasara de los Reyes fue un actriz de teatro de nuestro siglo de oro, especializada en papeles disfrazada de hombre, histrionisa...en la cumbre de su fama estaba cuando obedeciendo a un llamado interior decidió dejar la farándula y recluirse en cuevas cercanas a Murcia, haciendo vida de eremita...Por lo que leo, fue un personaje muy popular en el siglo XVII, destacando tanto su talento como actriz primero como de mujer virtuosa después... la historia acabó haciendo de La Baltasara un personaje de leyenda, tal fue su popularidad... Antonio Gala encontró bueno este nombre para su casa pues suponía un retiro, un refugio, un lugar de reposo dentro de su natural agitada vida...  

Sencillamente, una encanto de visita. Me despido de la guía y del secretario (ah, secretario de Antonio Gala, me hubiera gustado ese oficio, copista de lo que dictaba...) y vuelvo a Alhaurín. La parada del autobús queda a escasa media hora de agradable paseo por las calles de este pueblo donde previamente he visitado a mi amiga Lea. Frente al apeadero se alza el teatro...