lunes, 31 de octubre de 2022

...la CURVA es BELLA...

... la NATURALEZA escribe derecho con árboles torcidos...este inicio de página me ha salido en recuerdo de ese popular adagio que dice que...Dios escribe derecho con renglones torcidos...una forma más de explicar lo que se sale de nuestra pobre lógica, una manera más de ejercer la inevitable conformidad, entroncando finitud y eternidad, nuestros parvos conocimientos y nuestras soberbias ignorancias...
También he recordado el título del libro de Torcuato Luca de Tena, Los renglones torcidos de Dios, justo cuando me ha venido hace poco la información de que en estos días de octubre se ha estrenado una película basada en dicha obra y con el mismo titulo...preámbulo todo de esta página dedicada a un conjunto singular de árboles, hermanados en su caprichosa curvatura...
...literalmente BOSQUE TORCIDO. Se encuentra en el oeste Polonia, a una veintena de km al sur de Szczecin, junto al río Oder, estando Alemania en la otra orilla.
Accedí al conocimiento de este tan singular bosque de manera absolutamente casual...creo que fue una sugerencia del propio Google valiéndose de National Geografic, no estoy seguro. Y así fue, la noticia, el artículo, supuso un impacto para mí, que, por asuntos así, incluso por mucho menos, he hecho otros viajes o he emprendido caminatas de varios días cuyo objetivo se resumía en la emoción de la llegada, unos segundos de tiempo fuera del tiempo, cierto, ver una piedra, observar cómo salía o se marchaba el sol, estrechar la cercana mano de un amigo lejano...mil cosas así que vitalizan mi vida.
Fue saber de este bosque y la interior agencia de viajes se puso en marcha, y así, de conocer su existencia a ir a contemplarlo con estos mortales ojos ha pasado apenas mes y medio...que ya no está uno en edad para aplazamientos mayores: cuento con la vida mas ignoro si ella cuenta conmigo, vamos a decirlo finamente...
Este bosque de Gryfino es uno más (eh, oye, un bosque nunca es uno más) de esos bosques pequeños, recogidos, abarcables, fragmentos de bosques mayores...me viene a la memoria aquel pinar de Argumame, en La Gomera, donde tan buenos ratos pasé tumbado en su pinocha o tomando el té a su sombra. De él, de su derechura, me acordaba viendo estas curvaturas...
La mañana en Sczecin amanecía fresca y brumosa, presagiando el sol que irrumpiria un rato después. Me bajé en la estación de Dolna Odra y a diez minutos, inmerso en el bosque que tenía delante, allí estaban ELLOS, como emergiendo de los vahos matinales...

Había leído algunas páginas que trataban sobre este bosque, y en ellas se aventuraban hipótesis de los probables motivos de su curvatura, siempre hacia el norte y prácticamente desde que salen de la tierra...que si una probable gran nevada (los árboles de alrededor crecen como Dios manda), que si unas gravitaciones telúricas...no hay a quién preguntar: el bosque se plantó al parecer en los años 30 del pasado siglo y no quedan descendientes de aquella gente que mayormente desapareció en la segunda guerra mundial. Prevalecen dos teorías: que pudo haberse debido a una mutación genética en las semillas y, la más verosímil, que fueron guiados así, a propósito, para ser empleada su madera en carpintería, y más concretamente en construcción naval...en este caso habría sido la excepción al proverbio chino:
''El árbol retorcido vive su vida, mientras que el árbol derecho termina convertido en tablas".
Contrariamente a lo leído, que hablaba de varios centenares, incluso unos 400, yo diría que hay poco más de un centenar de pinos, y observé que algunos han sido talados; todo ello en un cuadrado irregular equivalente, a ojo de buen cubero, a menos de medio campo de fútbol...
Todas este encadenamiento de palabras es complemento de la batería de imágenes que ahora expongo para solaz de vuestros también mortales ojos, a mayor gloria de nuestros hermanos vegetales, derechos y torcidos, imágenes de las muchas que encuadré.
...Quién está entre árboles, como entre libros, no está solo, no puede estarlo, no puede sentirse solo...di vueltas y vueltas, buscando el mejor encuadre, jugando con las luces y las sombras, captando la evolución de la propia niebla, aspirando por doquier el sagrado aroma de la Tierra, parecía un otro renacer del mundo, mi agradecimiento no tenía palabras...

Andaba yo pensando, tan amante como soy de hermanar lugares, situaciones, gente, paisajes, recuerdos...andaba yo pensando, decía, con quién hermanar estos árboles...y no me faltaban candidatos, multitud de árboles singulares, en este caso por su torsión, por su arrebato contra la verticalidad, que he ido acumulando en mi retina, en mi dendromemoria, a lo ancho del mundo, y que a la hora de armar esta página no tengo a mano al estar lejos de mis archivos...pero, no, tenía a mano el hermanamiento, más que a mano, dentro de mí, en esta columna, vertebral por más señas, que me sostiene, que me trae y me lleva, a veces por la calle de la amargura, a la que cuido y maltrato, anclaje fiel y soporte persistente y sobre todo resistente, dando de sí ya mucho más de lo que preveia cuando hace años me di cuenta de lo que tenía...
Recuerdo la cara de los galenos a los que por su motivo y alrededores he ido a consulta de vez en cuando...su expresión al ver las radiografías, su incredulidad al mirar unas y mirarme a mí...pero, ¿usted sabe cómo tiene la espalda?...si no fuera porque le estoy viendo no pensaría que lleva esto por dentro...o aquella enfermera de Santa Cruz, Tenerife, que me daba aliviadores masajes, y me preguntaba, con verdadero asombro: ¿cómo consigue usted mantener los hombros a la misma altura?...como si fuera cosa mia... más les vale, pensaba yo. Insólito, inusitado, milagroso equilibrio...¡Que siga dándome juego hasta el final!
En fin, ¡Vaya por ella!
Una hora y media después, no sin esfuerzo, me salí del cuadro. Mirando el lento discurrir del río Oder, recordaba la poesía que Federico dedicó a los árboles, derechos o torcidos, nuestros hermanos vegetales (en afortunada expresión de Pedro Salinas, como ya dije en otra ocasion...)
¡Árboles!
¿Habéis sido flechas
caídas del azul?
¿Qué terribles guerreros os lanzaron?
¿Han sido las estrellas?

Vuestras músicas vienen del alma de los pájaros,
de los ojos de Dios,
de la pasión perfecta.
¡Arboles!
¿Conocerán vuestras raíces toscas
mi corazón en tierra?
Ya, posteriormente, participé, cómo no,
imágenes del bosque a amigos, familia, alumnos...a tantos como me dicen que soy sus ojos por el mundo o ventanas por donde asomarse a verlo...¡Con mucho gusto!
Hubo comentarios curiosos; reseño algunos, con permiso...
-Hola, Antonio,¿Dónde es esa original alameda? Parece que los árboles tienen vida y están bailando.
-WoW, estás en Krzywy las...
-Tú sigue dándole que yo sigo aprendiendo.
-¿Tienen raíces?
-Curioso y bello, luminoso.
-Por fin llegaste al bosque. Pareces más grande y ellos espectaculares.
-Qué movimientos telúricos tan interesantes se dan por esa zona.
-Qué árboles más graciosos, tienen forma de pipa.
-Como si bailaran las sevillanas.
-El color del suelo es un arcoiris
Fue anchuroso, no podía ni debía ser menos, el camino de una semana que me llevó a este singular bosquete: di una vuelta por el Malerweg (Camino del Pintor), volvi a contemplar los impresionantes bastei que se levantan sobre el río Elba, paseē por un otoño de gala y reencontré ocho años después a mi familia amiga de Berlín...un camino bien a la altura del destino...
...todo un regalo de estos árboles que fueron el genuino, muy concreto, motivo del viaje, y que se prolonga ahora por las islas griegas del Jónico...
(Publico esta página acabando el mes de octubre y apurando una botella de retsina en Kavos, en el extremo sur de Corfú)

miércoles, 19 de octubre de 2022

...por Amor al ARTE...


"La literatura, como todo arte, es la demostración de que la vida no basta"

                                      (Fernando Pessoa)

...Cuando hace unas semanas me marchaba de la bonita, patrimonial UNESCO, Arlés, camino de la estación y en el muro lateral de un supermercado me encontré con esta pintada, y pensé que me venía que ni pintada, que parecía puesta allí ex profeso para mí, un a modo de epílogo a la semana que había pasado por la Provenza. Solo creo en el arte, proclama el escrito. Había disfrutado de la montaña Santa Victoria y las visiones que de ella tuvo Cézanne y, alternando con la visita a los monumentos que dejaron los romanos en Arlés, había dado buenos paseos siguiendo la ruta de las localizaciones donde otro gran pintor plantó su caballete. Hablo de Van Gogh. De él, de sus pinturas en Arlés, va esta página...

Unos días antes, en el recomendado museo Granet, de Aix en Provence, encontré este escrito que viene a colación, entroncando con la sentencia de Pessoa que abre esta página...

...que viene a decir, como buenamente puedo traducir, más o menos así:

...me gustan más los cuadros que la vida. Mi vida- cuadros...El cuadro se me impone con brutalidad en su totalidad y me presiona. Yo presiento el misterio, ese que no puede ser dicho ni con la ayuda de la música, ni de las palabras. Es una elevación inmediata. Algo emocional. Posesión de todo mi ser. Yo estoy en ellos y ellos en mí. ¡CUADROS!

(Jean Planque Carnets, 1973)

La tarde que llegué a Arlés, la ciudad estaba en plenas fiestas del arroz, una serie de espectáculos en los que el caballo tenía cierto protagonismos, y corridas de toros...De hecho, antes de llegar al colosal anfiteatro, las Arenas de Arlés, caminando por la callejuelas, ya me llegaba el rumor de la gente que llenaría la plaza (¡qué lejos ya mi primitiva idea de la exquisitez francesa!). En la corrida se estarían luciendo los famosos diestros hispanos Morante, Aguado y Talavante, que eran los anunciados en el cartel. Por un momento uno podía salvar dos mil años de historia y trasponer al tiempo de los romanos, imaginar la gente llenando los graderíos, el rumor de la turba, los silbidos, los aplausos, los gladiadores...eran los mismos otros los que ocupaban ahora dichos graderíos... 

  ...yo hago lo mismo en los pocos espectáculos a los que asisto-concentraciones, procesiones, conferencias...- en los que para mí el espectáculo es la gente que ha ido a presenciarlo: nuestro buen pintor parece que prestó más atención a la propia muchedumbre  que a los históricos muros y a los combates que se desarrollaban en la arena, y reflejó así lo que estaba viendo... 

...solamente la muchedumbre era magnífica, grandes multitudes variopintas... dice en este fragmento de una de las cartas que escribió a su hermano Theo, cartas que son hoy el más preciso documento que refleja la vida de Vincent...Según leo, la primera carta está fechada en agosto de 1872 y la última en julio de 1890. Se calcula un monto de al menos 900 cartas, unas tres por mes, una periodicidad cambiante, eran cartas voluminosas, a veces con ocho hojas o más...

Ciñéndome a Arlés, el pintor pasó aquí una fecundísima etapa de su vida, pero también muy corta, lejos de la intención que traía cuando llegó. Él venía de París, un tanto desencantado de su vida allí, decepcionado del ser humano que había percibido tras los artistas con los que había contactado...me siento triste de pensar que aun en caso de éxito, la pintura no compensará los gastos […] y me sucede sentirme ya viejo y fracasado […] para triunfar se necesita ambición y la ambición me parece absurda. Yo no sé qué resultará...

Llegó a Arlés buscando esa luz del sur que ciertamente encontró, pero también traía el propósito de fundar una colonia de artistas como otra que había conocido...un sueño efímero, como bien se refleja en la película donde Kirk Douglas interpreta a Vincent y Anthony Quinn hace el papel de otro grande, Paul Gauguin... Apenas un año después, y tras un tiempo de ingreso voluntario en un sanatorio mental, partió a recluirse en el pueblo cercano, Auver sûr Oise, donde al poco tiempo acabó por quitarse la vida.   

El arte final de Vincent Van Gogh no es la prueba de su locura, por el contrario, es exactamente lo opuesto: el intento diario por mantener su enfermedad a raya mediante trazos salvajes, producto de una mente turbulenta a momentos cuerda. Pintaba entre ataques, aferrándose a su trabajo como el mejor de los remedios, el único escape al torrente de pensamientos y sentimientos que canaliza escribiendo y pintando. Vincent Van Gogh en total control de sus acciones, fusiona el paisaje ante sus ojos con el eufórico paisaje en su mente, de brillante colorido y retorcidas formas...

...Los Alyscamps, necrópolis romana, engrosaron por méritos propios esos lugares personales, ya son legión, que sentí magnéticos, envueltos en misterio indescifrable para mí, lugares en que mi mejor explicación sería que no sentía la gana ni la forma de salir de allí, atrapado como me encontraba en la arcana atmósfera que emanaba el lugar entre aquellos sarcófagos y la suave luz de atardecer...así lo pintó él:

A unos dos kilómetros de Arlés se encuentra el puente de Langlois. Dicho puente, de madera, ya en desuso, permitía el paso sobre un canal. Seguro debió recordar a Vincent su tierra holandesa...  

Yo conservo de la naturaleza un cierto orden de sucesión y una cierta precisión en la ubicación de los tonos […] me interesa menos que mi color sea precisamente idéntico, al pie de la letra, desde el momento que aparece bello sobre mi tela, tan bello como en la vida.

Si pusiéramos a cien artistas, no es preciso que tuvieran tal catalogación, a pintar un mismo lugar, veríamos dicho lugar de mil maneras diferentes siendo que el lugar es uno y mismo...o tal vez lo que llamamos "realidad" no existe, es una ilusión, una quimera, que hay tantas realidades como percibidores de la misma...Parece una concreción de lo que Fernando, hablo de Pessoa, expresó en ese su para mí clarividente pensamiento, de mayores profundidades, que tantas veces saco a colación en mi vida: Lo que vemos no es lo que vemos sino lo que somos, y aunque parece obvio que su sentencia iba más allá de la pura visión física, aquí es fiel reflejo retiniano...los pintores, dotados de más visión que vista (¿?), nos trasmiten lo que ven. o cómo lo ven, cómo lo sienten. Es en plan arte lo que nos pasa a todos los mortales, que, habiendo tantos, no habrá dos que vean lo mismo, ni vean, ni sientan...ni padezcan igual, para cada cual hay un molde que se rompe al nacer, y así en todo y para todo...

...el paseo central y parque de Arlés, un lugar de cita cotidiana en la ciudad...

     ...este puente sobre el Ródano...

...y el mismo río bajo las estrellas...

...como nada entendido en pintura -aunque llego a apreciarme como un muy disfrutador de ella- me asombra que aquí, en el ángulo inferior izquierdo, tras esos brochazos, aparezcan dos personas, tal cual...

...y ya, callejeando, ejerciendo de turista, como uno más que soy, llegué a sentarme en el café que lleva su nombre en la place du Forum y que hoy haría rico al pobre Vincent en derechos de imagen. El hombre enloquecería, aún más, o tal vez recuperaría esa otra forma de locura que es la cordura, viendo el desfile que atrae su nombre o contemplando el boom que provoca su obra...¡ojalá lo esté viendo, seguro, desde cualquier Elíseo!...(sin nombrar esas dos tipas que hace unos días volcaron sobre sus girasoles un bote de tomate) 





...ya con la mochila a la espalda paso junto a la famosa casa amarilla. Aquí está dibujada en una de las tantas cartas a su hermano Theo. Dicha casa fue destruida durante los bombardeos de la segunda guerra mundial. En ella puso mucha esperanza, mucha ilusión, lo refleja en este fragmento: Mi querido Théo, por fin estamos en el buen camino Ciertamente, no importa estar sin hogar y vivir en los cafés, como un viajero, cuando se es joven, pero esto se ha vuelto insoportable para mí...y del sentir de un lugar que, con sus inconvenientes y precariedades puede pertenecer a uno nada más ...Esta pintura es sencilla, copio un comentario, y en esta sencillez encuentra su fuerza expresiva: aquella de encontrarse en las paredes de una propiedad en la que él ya respira la propia esencia y que algo tiene ya de uno mismo...


...esa fue su casa, esa necesaria rama donde posarse, intensa y efímera, ejemplificando quizá el lado más humano de las cosas: el pasar de todo en un abrir y cerrar de ojos. Y aquí abajo la casa que se levanta en el mismo solar, en la plaza de Lamartine...    


Voy con la mochila a la espalda, como decía, fotografío la pintada de solo creo en el arte que abre esta página, la estación está cerca, un centenar de metros, pero la tentación lo está mucho más: justo en el establecimiento de la esquina, el del toldo blanco y el gran árbol, hay un bar con un anzuelo, una irresistible sugerencia en la pizarra de la puerta: Vamos, hombre, entra, parece que me sopla Vincent al oído. Es un bar sin pretensiones, más bien a lo antiguo, hay parroquianos en la barra alargada, y hay un apartado rincón a la izquierda que parece sacado de un salón de casa familiar modesta, con su tresillo de escay. Una muy amable señora rubia viene con la bebida que le he pedido, Aperol spritz, obvio, y ahí lo saboreé con este decorado, broche de color y arte, un verdadero colofón al paseo con Van Gogh y a la semana por la Provenza...    



(1853-1890)

Acabo la página lejos de Arlés, pero muy cerca de Vincent van Gogh: me tomo la licencia de creer que este hombre pintó, con un siglo de antelación, mis botas, un par de esos tantos que gasto andando mundo y que dejo al socaire de rincones por donde caminé. Botas, intermediarias entre la Tierra que surco y la tierra que soy...


Esta postal la llevo conmigo hace muchos años, ha formado parte del decorado de casas de maestro en que viví, también de otras, tipo Van Gogh, que me fueron más efímeras cuanto más largura pretendía...En fin, ha formado parte de mi equipaje de cabecera (no sé por qué hablo en pasado, aquí está ahora, a la vista del Mare Nostrum...)Tiene una fecha detrás, 13 de noviembre de 1991, es decir, estaría saliendo de Rumanía, camino de Bulgaria, camino de Turquía, en aquel viaje con Pandora que me llevó al Cabo Norte y concluyó en Damasco casi en Navidad. La compré en el museo de Ámsterdam, museo de Van Gogh, claro, en el mes de abril, cuando dicho viaje ya iba tomando seriedad. Está escrita, se la envié a mi hermana, mi hermana Paz. Puedo envidiar a Vincent en cualquier cosa menos en el volumen de su correspondencia. Lejos estaba yo a la hora de empezar esta página que la iba a concluir con esta intimidad: me lo sugirió el trasfondo íntimo, las cartas a su hermano, por las que conocemos la vida, algo de su vida, de este artista, de la persona que hubo detrás...

Querida hermana: esta es una de mis postales. La voy arrastrando desde Ámsterdam y como todo en este viaje, como a todo en la vida, le ha llegado su momento. Las botas que me compré una mañana de marzo en la calle San Juan de Dios aún no están como las de la postal pero con salud y la buena estrella que nunca ha dejado de acompañarme todo se andará y si llegan a ese estado será buena seña...La puedes colocar debajo del cristal de la mesa del comedor. Antonio