¿Habéis sido flechas
caídas del azul?
¿Qué terribles guerreros os lanzaron?
¿Han sido las estrellas?
de los ojos de Dios,
de la pasión perfecta.
¡Arboles!
¿Conocerán vuestras raíces toscas
mi corazón en tierra?
(Fernando Pessoa)
...Cuando hace unas semanas me marchaba de la bonita, patrimonial UNESCO, Arlés, camino de la estación y en el muro lateral de un supermercado me encontré con esta pintada, y pensé que me venía que ni pintada, que parecía puesta allí ex profeso para mí, un a modo de epílogo a la semana que había pasado por la Provenza. Solo creo en el arte, proclama el escrito. Había disfrutado de la montaña Santa Victoria y las visiones que de ella tuvo Cézanne y, alternando con la visita a los monumentos que dejaron los romanos en Arlés, había dado buenos paseos siguiendo la ruta de las localizaciones donde otro gran pintor plantó su caballete. Hablo de Van Gogh. De él, de sus pinturas en Arlés, va esta página...
Unos días antes, en el recomendado museo Granet, de Aix en Provence, encontré este escrito que viene a colación, entroncando con la sentencia de Pessoa que abre esta página...
...que viene a decir, como buenamente puedo traducir, más o menos así:
...me gustan más los cuadros que la vida. Mi vida- cuadros...El cuadro se me impone con brutalidad en su totalidad y me presiona. Yo presiento el misterio, ese que no puede ser dicho ni con la ayuda de la música, ni de las palabras. Es una elevación inmediata. Algo emocional. Posesión de todo mi ser. Yo estoy en ellos y ellos en mí. ¡CUADROS!
(Jean Planque Carnets, 1973)
La tarde que llegué a Arlés, la ciudad estaba en plenas fiestas del arroz, una serie de espectáculos en los que el caballo tenía cierto protagonismos, y corridas de toros...De hecho, antes de llegar al colosal anfiteatro, las Arenas de Arlés, caminando por la callejuelas, ya me llegaba el rumor de la gente que llenaría la plaza (¡qué lejos ya mi primitiva idea de la exquisitez francesa!). En la corrida se estarían luciendo los famosos diestros hispanos Morante, Aguado y Talavante, que eran los anunciados en el cartel. Por un momento uno podía salvar dos mil años de historia y trasponer al tiempo de los romanos, imaginar la gente llenando los graderíos, el rumor de la turba, los silbidos, los aplausos, los gladiadores...eran los mismos otros los que ocupaban ahora dichos graderíos...
...yo hago lo mismo en los pocos espectáculos a los que asisto-concentraciones, procesiones, conferencias...- en los que para mí el espectáculo es la gente que ha ido a presenciarlo: nuestro buen pintor parece que prestó más atención a la propia muchedumbre que a los históricos muros y a los combates que se desarrollaban en la arena, y reflejó así lo que estaba viendo...
...solamente la muchedumbre era magnífica, grandes multitudes variopintas... dice en este fragmento de una de las cartas que escribió a su hermano Theo, cartas que son hoy el más preciso documento que refleja la vida de Vincent...Según leo, la primera carta está fechada en agosto de 1872 y la última en julio de 1890. Se calcula un monto de al menos 900 cartas, unas tres por mes, una periodicidad cambiante, eran cartas voluminosas, a veces con ocho hojas o más...
Ciñéndome a Arlés, el pintor pasó aquí una fecundísima etapa de su vida, pero también muy corta, lejos de la intención que traía cuando llegó. Él venía de París, un tanto desencantado de su vida allí, decepcionado del ser humano que había percibido tras los artistas con los que había contactado...me siento triste de pensar que aun en caso de éxito, la pintura no compensará los gastos […] y me sucede sentirme ya viejo y fracasado […] para triunfar se necesita ambición y la ambición me parece absurda. Yo no sé qué resultará...
Llegó a Arlés buscando esa luz del sur que ciertamente encontró, pero también traía el propósito de fundar una colonia de artistas como otra que había conocido...un sueño efímero, como bien se refleja en la película donde Kirk Douglas interpreta a Vincent y Anthony Quinn hace el papel de otro grande, Paul Gauguin... Apenas un año después, y tras un tiempo de ingreso voluntario en un sanatorio mental, partió a recluirse en el pueblo cercano, Auver sûr Oise, donde al poco tiempo acabó por quitarse la vida.
El arte final de Vincent Van Gogh no es la prueba de su locura, por el contrario, es exactamente lo opuesto: el intento diario por mantener su enfermedad a raya mediante trazos salvajes, producto de una mente turbulenta a momentos cuerda. Pintaba entre ataques, aferrándose a su trabajo como el mejor de los remedios, el único escape al torrente de pensamientos y sentimientos que canaliza escribiendo y pintando. Vincent Van Gogh en total control de sus acciones, fusiona el paisaje ante sus ojos con el eufórico paisaje en su mente, de brillante colorido y retorcidas formas...
...Los Alyscamps, necrópolis romana, engrosaron por méritos propios esos lugares personales, ya son legión, que sentí magnéticos, envueltos en misterio indescifrable para mí, lugares en que mi mejor explicación sería que no sentía la gana ni la forma de salir de allí, atrapado como me encontraba en la arcana atmósfera que emanaba el lugar entre aquellos sarcófagos y la suave luz de atardecer...así lo pintó él:
A unos dos kilómetros de Arlés se encuentra el puente de Langlois. Dicho puente, de madera, ya en desuso, permitía el paso sobre un canal. Seguro debió recordar a Vincent su tierra holandesa...
Si pusiéramos a cien artistas, no es preciso que tuvieran tal catalogación, a pintar un mismo lugar, veríamos dicho lugar de mil maneras diferentes siendo que el lugar es uno y mismo...o tal vez lo que llamamos "realidad" no existe, es una ilusión, una quimera, que hay tantas realidades como percibidores de la misma...Parece una concreción de lo que Fernando, hablo de Pessoa, expresó en ese su para mí clarividente pensamiento, de mayores profundidades, que tantas veces saco a colación en mi vida: Lo que vemos no es lo que vemos sino lo que somos, y aunque parece obvio que su sentencia iba más allá de la pura visión física, aquí es fiel reflejo retiniano...los pintores, dotados de más visión que vista (¿?), nos trasmiten lo que ven. o cómo lo ven, cómo lo sienten. Es en plan arte lo que nos pasa a todos los mortales, que, habiendo tantos, no habrá dos que vean lo mismo, ni vean, ni sientan...ni padezcan igual, para cada cual hay un molde que se rompe al nacer, y así en todo y para todo...
...el paseo central y parque de Arlés, un lugar de cita cotidiana en la ciudad...
...este puente sobre el Ródano...
...y el mismo río bajo las estrellas...
...como nada entendido en pintura -aunque llego a apreciarme como un muy disfrutador de ella- me asombra que aquí, en el ángulo inferior izquierdo, tras esos brochazos, aparezcan dos personas, tal cual...
...y ya, callejeando, ejerciendo de turista, como uno más que soy, llegué a sentarme en el café que lleva su nombre en la place du Forum y que hoy haría rico al pobre Vincent en derechos de imagen. El hombre enloquecería, aún más, o tal vez recuperaría esa otra forma de locura que es la cordura, viendo el desfile que atrae su nombre o contemplando el boom que provoca su obra...¡ojalá lo esté viendo, seguro, desde cualquier Elíseo!...(sin nombrar esas dos tipas que hace unos días volcaron sobre sus girasoles un bote de tomate)