jueves, 29 de septiembre de 2022

...Montaña SANTA VICTORIA...


Montagne SAINTE VICTOIRE


...Así pintó Paul Cezanne la montaña Santa Victoria. Así la vio, la interpretó, una de las tantas veces que la plasmó, desde varios alrededores. Este famoso monte, un referente del sur de la Provenza, cuya silueta se alcanza ver desde lejos en la ondulada planicie donde se alza, fue una cuasi constante en los lienzos de este hombre. 


En el centro de Aix en Provence, mirando hacía esta fuente en la rotonda Bonaparte, se alza la estatua que la ciudad le erigió hace unos años. Representa al artista tal y como sería cuando saliera de su casa a buscar sus encuadres: tocado con su sombrero, el aspecto un tanto desaliñado, como propio de artista, maletín a la espalda, pertrechado con sus arreos, con su callado, en marcha, hasta el lugar donde plantar el caballete. (apunte personal: mirando la pose, el corte, el perfil, de la escultura, me pareció que mismamente estaba viendo a Walt Whitman, el viejo hermoso Walt Whitman que decía Lorca, mi buen, natural, poeta americano, un Walt Whitman á la franÇaise...)
   




Visité lo que fue su taller, una casa tipo masía, inmersa hoy en un hermoso jardín. frondoso, en lo que entonces serían las afueras de Aix. En el gran salón que era su estudio se conservan objetos personales, algunas composiciones de sus bodegones, rincones de los que el pintor parece que se ha ausentado hace un rato...me llamó especialmente la atención el llamado pasacuadros, de esta manera se traducía lo que venía a ser una rendija en el muro a la derecha del gran ventanal, la raja que el pintor mandó hacer para entrar por ella los lienzos de gran tamaño que pintaba en el jardín y que no era posible subir por las escaleras,  pasando así directamente del jardín al estudio y viceversa. 









   Un poco más arriba de la casa, ya en clara elevación sobre el paisaje circundante, se alza uno de los observatorios, miraderos, donde más de una vez se plantó Cézanne para, con las distintas luces del día y de las estaciones, reflejar su forma de ver la famosa montaña que tanta fascinación ejerció sobre él...






...antes de visitar estos lugares, por proximidad al llegar y mis ciertas querencias lapidarias, giré visita a Saint Pierre, el cementerio donde reposan sus restos...Previamente había leído que él deseaba morir pintando, y de alguna forma lo consiguió: murió en pocos días a consecuencia del enfriamiento que cogió tras soportar, impávido, una tormenta, en el lugar donde trabajaba, a la intemperie...Leí que un campesino lo encontró semiinconsciente y lo llevó a la casa en su carretilla...







...Diría, en propiedad, que esta visita a Cézanne, tan interesante, tan de mi gusto, fue una hijuela del viaje a Aix en Provence, un y lo que surja del asunto principal que allí me llevó y que era la propia montaña: su contemplación, su caminar los alrededores y alcanzar su cima si podía ser...como así fue.


Así la veía desde mi habitación de Les Académies Aixoises...Todo lo tuve de cara desde que llegué a Aix: la atentísima chica de la gran oficina de turismo que hablándome en un esforzado español me informó sobradamente de lo que deseaba, los autobuses urbanos, los mapillas de la zona, el tiempo excelente, el buen ánimo personal que me acompañó...y la ventana de mi apartamento...Las despedidas del día, luna llena incluida, y los amaneceres, me tenían fijo en la ventana...



...Parece necesario volcar aquí una reseña sobre dicha montaña, una ajustada síntesis de lo que leí sobre ella los días previos y posteriores, un resumen de la historia y leyenda sobre esta singular mole de materia caliza...
...El macizo se extiende una docena de kilómetros, siendo su punto más alto el pic des Mouches, pico de las Moscas, 1.011 m.s.n.m., aunque su elevación más llamativa, unos metros inferior, es en la que se encuentra la monumental cruz, popularmente conocida como Cruz de la Provenza.  
Todo lo que he leído de su historia se encuentra entreverado de leyenda, como acaba resultando natural conforme la historia hunde sus orígenes en ese saco sin fondo que es la famosa noche de los tiempos...Se cree por un lado que su nombre puede ser una deformación de Ventura, diosa del viento (¿?), por otro puede deberse a la victoria de Cayo Mario sobre los teutones en el siglo I antes de Cristo...La creencia popular habla de seres fabulosos, entre ellos una cabra de oro, que pueblan sus cuevas y despeñaderos...



...con qué ilusión encaré el día aquella mañana de este septiembre, un día radiante, día laborable, casi en soledad; el auutobús me dejó a un paso de donde empieza el sendero y en él me adentré ufano: me parecía increíble que estuviera en estos lugares cuyo nombre mi memoria había guardado, atesorado, sabiendo ella más que yo mismo que no podía olvidarlo... La subida es cómoda, se hace muy amena, ganando altura fácilmente mientras la vista se va ensanchando...







...la ermita y su recinto salen al paso poco antes de llegar a la monumental cruz. La ermita estaba cerrada; aneja ella hay un salón con bancos y mesas donde en ese momento un hombre  cambia los pañales a un tierno infante; los saludo y un rato después que yo llegan a la cruz, el niño tan pancho, tan sonriente, en la mochila a la espalda de su papá. Más tarde me volverán a adelantar en la bajada por la otra vertiente. Contemplando el panorama que se abre en derredor pienso, como casi siempre hago, en las vidas de la gente con la que me cruzo y que no veré más...en este caso si será un padre separado, si la madre estará trabajando, si se habrá muerto, barajo todas las posibilidades...salvo que me los volveré a encontrar en el autobús de vuelta a Aix. El infante va frito, un ángel bendito, su padre, lo doy por hecho, dándole al teléfono...llegamos a Aix y una mujer los aguarda...y se baja el telón.  






Al día siguiente volví a la falda de la montaña pero desde otro lugar (Le Tholonet), otra perspectiva...




...yo voy al paisaje todos los días, los motivos son bellos y de esta manera paso mis días más feliz que en cualquier parte...
...la conciencia de nuestra propia fuerza nos hace modestos... 
...las cosas sin límite de la Naturaleza me atraen...
(Paul Cézanne)
En una sucinta biografía que he leído del pintor dice que se mató pintando su montaña...La montaña Santa Victoria fue su Olimpo y su Fuyi Yama, su pasión, su obsesión...Él mismo se convirtió en ese pliegue enorme de caliza que se alza y se inclina, ola de tierra inmóvil que sin embargo de mueve... 
...en fin...dejo aquí una somera muestra de esta pasión...







...curiosamente, en Aix en Provence, en su gran y recomendable museo Granet, apenas hay tablas de Cézanne. Sus visiones de la Santa Victoria están muy repartidas por doquier en museos y colecciones particulares. Pero en dicho museo es fácil comprender que su silueta ya atrajo a tantos otros artistas desde mucho antes...y lo sigue haciendo... 

...Decía que llegué a Cézanne gracias a la Santa Victoria, y también gracias a ella y dentro de ese Y LO QUE SURJA que supuso una intensa, densa, semana por ese sur de Francia, paseé por Marsella, eché una buena caminata por el parque nacional de los Calanques y me empapé bien del paso de los romanos y Van Gogh por Arlés, historias que se salen del formato de esta página...   
...PERO...la historia que he contado en torno a la famosa montaña tiene un cabo suelto sin el cual no hubiera tenido lugar, mira por donde...cabo cuyo hilo me lleva a Córcega, a esas montañas que conforman buena parte de la isla y que emergen allí como si los Alpes, hundidos en el Mare Nostrum, tuvieran su último gran suspiro telúrico...
Septiembre de 2016. Decido afrontar el reto del considerado uno de los senderos más bellos y exigentes de Europa(?). Estuve a la altura de las circunstancias y encontré el sendero emparejado en exigencia física y belleza paisajística. El GR 20 francés, casi 200 km de pura montaña entre Conca y Calenzana, lo recuerdo como un disfrute permanente y un permanente esfuerzo...Al término de una de las etapas conseguí hospedaje en un albergue en el único lecho libre de un cuarto para cuatro personas: estas talludas muchachas, harto gentiles y amables conmigo, no solo no pusieron pega a dejarme compartir el cuarto sino que me invitaron a merendar y cenar en las mesas de la terraza mientras se quedaban un tanto admiradas de la ruta que estaba haciendo, ruta que era como una proeza para ellas que habían llegado en coche a pasar un par de días por los alrededores...
 

Ahora que rescato y miro la foto, indispensable en esta historia, y las veo como auténticas Dulcineas de aquella tarde, me viene a la mente el chiste que escuché a un cura amigo en Chile: "Era un seminarista tan enamoradizo, tan enamoradizo, que mientras sus compañeros iban por el Dios te salve María, él iba ya por entre todas las mujeres"...Nunca fue caballero de damas tan bien servido. Dulcineas, Altisidoras... qué grato recuerdo. Platicamos, comimos, les mostré fotos del camino...y no recuerdo a qué vino, tal vez alguna era de la Provenza, me nombraron la montaña Santa Victoria, me la recomendaron...Y así fue...