...JÚBILO, JUBILEO, JUBILADO, JUBILACIÓN (1)...

…fue, cómo no, en el seminario donde conocí una de las palabras que encabezan esta página, palabras emparentadas en sus raíces pero de tan diferentes acepciones…

En el misal, en el “Oremos”, en alguna plática, solía salir la palabra JUBILEO. Recuerdo igualmente en el diario Ideal de Granada, en la página donde venían los horarios de misas (¡qué tiempos aquellos!) y otras notas relativas a la vida religiosa, leer algo relativo al jubileo de las cuarenta horas, algo que me intrigaba, decía los días y la parroquia donde se celebraba…pero nunca supe de ello hasta ahora, tantos años después, que consulto internet y me informo que era, no sé si lo seguirá siendo, si se celebrará, un culto en recuerdo de las cuarenta horas que dicen de la agonía de Jesús…

Supongo que por ese gris entonces de los años 60 ya  habría jubilados y que la palabra jubilación existiría, claro…pero en nada parecía ser el anuncio de lo que décadas después vendría…los jubilados hoy son legión, en alarmante aumento, y la jubilación viene a ser como un estado cuasi civil, deseado por muchos, temido por algunos (“siento horror el día que me tenga que jubilar” me confesaba un buen amigo mío) unido todo ello al tema “pensiones”…

Tuvieron que pasar muchos años, a finales del siglo pasado, y tuvo que ser en Chile, en el Santiago hoy en pleno conflicto sociopolítico, donde supiera de la etimología de las palabras que encabezan esta página. 
Por mediación de mi paisano y amigo padre Antonio pasé unos días acogido a la hospitalidad de la parroquia con el santuario dedicado a San Judas Tadeo, sito en la calle Zenteno, cerca del centro capitalino. Llegué allí coincidiendo con la festividad de este santo y por ende mi cumpleaños, 28 de octubre. Hubo una procesión alrededor del santuario y una misa en la que el padre Gaspar, que también era rector del seminario adjunto y posteriormente llegó a ser obispo de Santiago, hablaba de esa festividad, del júbilo y del jubileo, y explicó que la palabra viene del hebreo, YOBEL, que así se llamaban unas como trompas que se tocaban en ciertas festividades…(recomiendo leer lo que se cuenta al respecto... También encuentro que viene de IUBILARE, latín, gritar de alegría). 
Es ahora, con mi jubilación, que las busco en el socorrido internet…


En fin, yo entonces ni idea tenía de que un día el sonido de esa trompeta vendría a decirme que ya era un jubilado como Dios manda, y quién sabe, tal vez sea la misma música de fondo que suene para convocarnos al juicio final…

Escribo esto como un divertimento para espantar ese atisbo de depresión natural en un recién jubilado…
           

E incluyo una anécdota de aquellos días en el seminario junto al santuario de San Judas Tadeo. Compartí mesa y charlas con el grupo de seminaristas, y con ellos celebré mi cumpleaños. Busqué por el barrio una dulcería, la encontré y vine  tan contento con mi tarta. El pastelero, mientras me la envolvía, con gana de charla, me hacía preguntas ciertamente capciosas: de dónde era, qué hacía por Chile, si estaba casadoooo…al decirle que no me soltó literalmente esto: “hace usted bien, si puedo comprar un kilo de carne de vez en cuando no es necesario comprar una vaca de una vez”… no daba crédito a lo que escuchaba…Las espesas palabras del salaz pastelero las conté en la sobremesa mientras comíamos la tarta…tal vez para añadir mi grano de arena a los chistes que contaban ellos, chistes de los que recuerdo uno que siempre que lo he contado ha tenido su éxito…”era un seminarista tan enamoradizo, tan enamoradizo, que mientras sus compañeros iban por Dios te salve María, él iba ya por entre todas las mujeres”… 
...San Judas Tadeo, dicho sea de paso, es considerado como  el santo de las causas difíciles y desesperadas, y siendo así debe rivalizar o estar asociado con santa Rita, abogada de los imposibles...No debe haber en el cielo santos más ocupados que ellos, viendo cómo está el patio...

…el júbilo se puede manifestar de infinitas formas: el de un niño al oír unas campanillas, el de un hincha al ganar su equipo, el de un fan al ir al concierto de su artista favorito, el del que sale premiado en la lotería…o un júbilo calmo como el que siente ese jubilado mirando la puesta de sol en compañia del mar y la buganvilla...
Sin embargo, no parece que el júbilo vaya muy parejo a la palabra jubilación ni a la de jubilado…el vocablo no consigue desprenderse de un matiz como de tristeza, de término, de vejez, de columbrar la decrepitud, de abonarse a consultorios médicos, a los viajes del Inserso, a los juegos de salón, a sentir el futuro con más amenazas que promesas, jubilados aburridos... y jubilados jubilosos…

Me despido con esta estrofa del gran poeta gomero
 PEDRO GARCÍA CABRERA, tan poco conocido fuera del ámbito canario, y adelanto la próxima página en la que espero hacer un ajustado resumen de mi vida pedagógica, mi vida de maestrillo... 

Vida tendré mientras mi sueño viva
y su rumor levante mi palabra
desde los pies del agua sin fronteras
hasta las sienes de la eternidad.