...saliendo, tratando de salir, del muermo hospitalario en el que llevo unos meses, -que a falta de llegar a los 65 me veo ya como un auténtico jubilado yendo de médicos y viniendo de farmacias-, y buscando la tonificación física al tiempo que la anímica, subí a los bosques de Anaga... y los encontré pletóricos tras la lluvia del día anterior...Y sí, fue entrar bajo sus frondas, contemplar el rezumar de los helechos, recibir en mi calva alguna que otra gota perezosa, ver por tierra el asombroso otoño del viñátigo, aspirar el balsámico, sagrado, aroma de la tierra, la TIERRA, y como por ensalmo, como una transfusión de aire vivificante, percibí el efecto curativo como hacía tiempo no sentía...palabra de honor...pero no es de ello y del paseo que siguió de lo que quiero dejar constancia en este página, sino de su epílogo esperando la guagua de regreso a Santa Cruz...
..."bus, esperar aquí, poco momento", me dijo la chica, la señora, que estaba en la parada, me habló como es usual, como si fuera uno de tantos alemanes que dan vida a estos senderos. ...Se lo agradecí y viendo ella que un servidor era de la cepa hispánica me preguntó que de dónde era y dónde vivía... le di el parte, escuetamente...¿pero dónde tiene usted su casa?, le dije que no tenía casa, ¿entonces dónde se queda usted?, "en casa de amigos, en hoteles, pensiones, familias de mis alumnos, de vez en cuando duermo con mi saco por esos andurriales"...Me extendió su mano, me dijo que se llamaba Sole y sin caer en la confesión exhaustiva y pesada, en frases cortas, me contó de su vida relacional, detalles que omito, y que al fin llevaba viviendo allí dos meses...el allí era un lugar que no estaba a la vista, tras los muros de unos campos de plataneras ya abandonados, al que se entraba por un caminito disimulado, y allí tenía su casa, su caseta de campaña, con su tela mosquitera, sus plásticos, su catre, su cubo para hacer sus necesidades, sus cuatro cosas muy bien puestas, en su vasar tenía agua, fanta, algo de comida, podía preparar café, algo para alumbrarse, y cerca pasaba una tajea que le proporcionaba higiene los días que bajaba el agua...Y QUE SI ALGUNA VEZ NO TIENE USTED DONDE DORMIR AQUÍ TIENE SITIO, y no me lo dijo una sola vez, y que no le gustaba decirlo a nadie para que no fueran a robarle...
...Sole tendría como cincuenta, un pelito todo blanco, muy corto, pelado a lo garÇon, ojos muy vivos y voz muy juvenil, me dijo que pese a sus piernas y aunque cada vez podía menos ella no paraba la pata, como decimos aquí...unas piernas gruesas, unos pies casi reventando el calzado, dos muletas para aguantarse, un tronco menudo...
Llegó la guagua, se levantó con el ánimo y la dificultad que tenía, me dijo de subir yo primero pero le cedí el paso...subió, puso el bono en el lector, primero una vez y luego otra...ya le he pagado la guagua...se bajó apenas 300 metros más adelante, voy a echarme un cortao y a una reunión...
...releo lo contado, y sí, todo fue así, con algún detalle más, pero no fue así, había una nobleza, una franqueza y una dignidad en lo que contaba a la que no alcanza mi pluma...
Yo le pregunté que por qué me lo había contado a mí..."porque le he visto cara de buena persona"... Allí, cerca de la iglesia del lugar, la vi salir tirando de sus muletas y su vida y se me espabiló un aluvión de recuerdos al amparo del encuentro con Sole...
...Paola (Paula en castellano), sur de Italia, otoño de 1989...Es medio día pasado, estoy con la bici Pandora en la explanada que se extiende ante el santuario y monasterio de San Francisco, otro místico poverello, que vivió en el siglo XV y fundó la orden de los Mínimos..Estoy solo y aguardo la hora para visitar los lugares del santo...miro el barranco por el que corre encajado el torrente Isca...oigo como un portazo, miro atrás y veo que del convento sale un hombre...sale y tras vislumbrarme viene directo hacia mí...¿come te chiami...hai mangiato? le digo mi nombre y que sí, que había comido...Giusieppe es, era, un evidente mendigo, tal vez alcohólico: sus ropas, su aderezo, sus ojos...dice que no, que no está seguro de que yo haya comido...aquí deduzco lo que tal vez diría, a saber, lo único cierto es que se empeñó en darme lo que llevaba en la mano, y viendo que no había forma de negarme, lo tomé y dando media vuelta se fue con pasos un tanto erráticos camino del pueblo...Antes que abriera el santuario ya me había merendado con verdadera unción, beatíficamente, y por una vez me dejo de ironías, el contenido de aquel envoltorio de periódico conteniendo un par de rebanadas de pan prensando un cumplido pescado frito...¿sería su cena?...
En febrero de 2011 regresé a Paola con mi hermana y aquí están las fotos que en aquel 1989 serían diapositivas...
Saltamos en tiempo y continente: otoño de 1999 en Río de Janeiro, en aquel viaje con Pandora por América Latina que empecé en Chile y concluí en la República Dominicana casi dos años después. Por mor de amigos en filas clericales tuve la suerte de hacer parada y fonda muchas veces en colegios, conventos, internados, congregaciones religiosas e incluso casas particulares a las que me derivaban...Filipenses, Maristas, Claretianos, Neocatecumenales...unos y otros me iban dando cartas de presentación y muchas veces llamaban con anterioridad para avisar de mi llegada...Recuerdo al hermano José Francisco Pires Andrade que a la hora de las cenas me preguntaba muy amable por cómo había echado el día (Corcovado, obras de Niemeyer, Pan de Azúcar...), y con la confianza de los días la mañana antes de seguir camino le pregunté que cuando él me abrió la puerta el día de mi llegada y le dí las recomendaciones que llevaba cómo podía estar seguro que no era una trampa o un impostor...Apaciblemente me dijo que se había fijado en mis ojos y que eran de buena persona...
...Damos otro salto, ya el último, y no hay que decir dónde estamos. ¡qué buenos recuerdos cada vez que estuve en Venecia!...también a ella llegué con Pandora, más o menos en septiembre de 1989, cuando la vuelta al Mediterráneo. El domingo que me pilló allí aproveché la misa mayor, doblemente mayor por ser nada menos que en San Marcos. En mi banco, a un lado, había un señor entrajetado, alto, fornido, podía pasar por guardaespaldas...a la hora del "daos fraternalmente la paz" yo le alargué mi pecadora mano, él me barrió de arriba abajo con la mirada y con un expresivo movimiento de cabeza me dijo que nones...diré en su descargo que por aquel entonces mi pelo, que aún tenía, y mi barba ya cumplida, podían ser elementos disuasorios...y yo era el mismo, (¿era el mismo?) del que estuvo con el padre José Francisco, del mendigo Giuseppe, de la amiga Sole, por no alargar la lista, harto vasta: Rahba, Andrei, Areta, Omar, Giuliana, Miroslav, Michel, Andy, Simona, Judith...y la legión de recuerdos sin nombre...
...a falta de conocer las venturas, cuitas y anécdotas viajeras y/o estáticas de los demás, que digo yo que no seré el único al que le acontecen...... pero ciertamente me pasan cosas y casos verdaderamente curiosos, bastante insólitos, absolutamente entrañables... todos dentro de lo más genuino de las personas (¡humanas!), dentro de la mejor onda vital... aconteceres de mi vida y viajes que si los desempolvara de la memoria, los rescatara de mis diarios y los fuera contando, engarzando... darían para...¡sabe Dios!...
Por falta de tiempo, de auditorio en su momento, por el propio decurso de mi vida, porque las mismas vivencias se van solapando...un poco por todo, estas pequeñas grandes historias, como tantas que guardo ya casi sin saberlo, para mí quedan, para mí quedarán... y bien contento me doy por este desahogo que se me ha presentado sin pretenderlo...
...se llamaba Sole...
...LO QUE VEMOS NO ES LO QUE VEMOS SINO LO QUE SOMOS...