"Llegará un día en que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza"
(Paul Géraldy, 1885-1983, poeta y dramaturgo francés)
...el presente y los recuerdos dan forma a nuestro único tesoro. El presente, constante y resbaladizo, permanente y fugaz, en perpetua mudanza, llegando y pasando, incansable, y nosotros tratando de hacernos un hueco en su imparable rodar: imposible aferrarse siquiera un segundo...fluir con él, de grado o a la fuerza, dejándonos conscientemente llevar, o el absurdo contracorriente...la vida eterna es de los que viven el momento presente, me dijo aquella diosa por el mundo hace mucho tiempo...
Los recuerdos...bien que conforme pasa más tiempo y me acerco a la vejez (...¿me acerco? ¡YA soy viejo!, así me considero, en el buen (¿?) sentido de la palabra...por ciento, que para mí viejo es palabra que en nada ofende o denosta pese a su mala prensa -qué bonito y cursi queda eso de no somos viejos, solo que nos llegó la tarde-...prefiero pensar que estoy ya sentado en la marquesina donde se coge la diligencia del abismo, que diría Pessoa... fuera paños calientes, fuera eufemismos; me gusta viejo o vejez como me gustaban y gustan las cumbres, las cimas donde culminan muchas caminatas, dándoles el sentido final, cima de la vida en este caso)... conforme entro en la vejez, decía, instalado ya en el momento de escribir estas líneas en un excelente fronterio zaguán, viendo y agradeciendo el relumbre exterior, que he dejado atrás, imposible de retomar, y atisbando, ensombrado, el interior de la casa en cuyo porche estoy...mi memoria aún funciona, hace su labor, estratégica, andamial, adarve, vigía; me maravilla pensar cómo guarda los recuerdos y fantaseo tratando de saber dónde se ubica, dónde está; siempre la tuve en jaque, apenas le di el descanso que suponía el rendirme y no seguir el rastro de un recuerdo hasta que de buenas a primeras ella, que obviamente había estado laborando en modo silencioso, me envía -cómo, por qué vía, qué neurona- el recuerdo que se me resistía, "ahí lo tienes, pesado...descansa", parece decirme... Siempre me dijeron, me lo siguen diciendo, que tengo buena, muy buena, memoria. Yo asiento, aceptando mis lagunas viendo los lagos de alrededor, pero normalmente respondo que no lo considero así, porque, sencillamente, querría recordarlo todo, y sobre todo recordar lo que siendo consciente de haber vivido ya he olvidado por completo, sin rastro posible de recuperar...y así, respondo que sí, pero que donde hubo mucha memoria hay mucho olvido y que la alegría de sentir la inmensidad de mis recuerdos no me quita un ápice de la pena del arsenal de mis olvidos...Recuerdos y olvidos, como la obra de Francisco Ayala, lembranÇas e esquecimentos, ricordi e dimenticanzi, memories...
Me paso buena parte del presente recordando, ambos tiempos están en permanente interactuar, como se diría hoy, tengo un pie en el inevitable presente y otro en mi tesoro pasado, de este soy consciente, del otro no puedo darme cuenta porque cuando quiero apercibirme ya no estoy en ese momento, como decía... con esos dos pies camino en la vida como lo hago por el mundo con mis laboriosos sufridos pies...mundo interior y mundo exterior.
Todo esto, en tropel, pensaba, casi sin ser consciente de ello, el otro día al cruzárseme estas fotos que van a adornar, como corolario, esta sencilla página...Fue al mismo tiempo que me llegaba conocimiento de otra persona que iba quedándose sin pasado, el amenazante alzheimer... Puede llegar el día, el más terrible de todos, que no recordemos nada. Ese día seremos muertos vivientes...también he leído por ahí...claro que, hay citas para todo y para todos: para ser feliz hace falta buena salud y mala memoria, dijo alguien...Duraremos mientras dure nuestra memoria...Antes o después, todo es cuestión de tiempo, todo será desmemoria y olvido, todo irá a la fosa común del tiempo...mientras tanto no queda sino vivir, nada menos, nada más...
Sierra Nevada. Los de la foto somos Pura y un servidor, retratados por Javier, compañeros maestros los tres. La fecha, el atardecer del 2 de enero de 1980. El lugar, más o menos sobre el Tosal del Cartujo, entre el pico del Caballo, a la izquierda en la foto, que ya habíamos dejado atrás, y el refugio de Elorrieta donde nos dirigíamos para pernoctar. Al ver esta foto, sin dejarme llevar por más recuerdos, trato de imaginar lo que estábamos hablando mi amiga y yo: puede que la belleza del atardecer, tal vez lo cansados que ya estábamos, a lo mejor lo poco que ya nos quedaba para llegar al refugio, tal vez la luna llena que ya se atisbaba en el horizonte...Ah, poder saber las que no sabíamos que serían sus últimas palabras: apenas media hora más tarde de esta instantánea, al llegar a la zona de Tajos Altos, Javier se despeñaba seguido segundos después por ella...hasta el día siguiente por la tarde el equipo de rescate no pudo dar con ellos, Pura muerta y Javier muy lesionado...sus últimas palabras: el imposible recuerdo de un recuerdo imposible... ...la cámara que tengo en la mano era de marca Dacora, modelo dignette, así lo marcaba el aparato. Era de mi cuñado aunque yo ya apuntaba maneras en eso de congelar en imágenes los momentos y pasó a mis manos. Fue la primera de una no pequeña serie de ellas, incluido laboratorio en blanco y negro, que han terminado, por ahora, en este teléfono, marca Oppo, que llevo.