viernes, 27 de diciembre de 2024

...Viaje de INVIERNO...(2)

(flaneando por Tallin)
...No creo que dure lo que me está por ver más que duró lo que vi, pero por este Momento, la suma de momentos que lo conforman y animan, es un presente rotundo, sin fondo, inagotable... No sé si lo pensaba con estas palabras pero cierto que con ese espíritu el pasado día 15 de diciembre cuando me di el gusto de volver, 9 años después, entonces era Navidad, a Tallin. He buscado en la red a ver si tiene colgado un calificativo tipo "la Venecia del Norte", 'la Suiza manchega", "la París del Este", "La ciudad eterna"... etc pero no encuentro sino lo que se da por evidente: una joya arquitectónica formando parte, junto a Riga y Vilna, de las tres perlas del Báltico, capitales de Estonia, Letonia y Lituania, las tres declaradas ciudades patrimonio de la Humanidad. Motivos sobrados.
Centrándome en Tallin, su inscripción en la lista de la UNESCO data de 1997, siendo capital europea de la cultura en 2011. Me encontraba en Helsinki, 80 km al norte, mar por medio, tenía un día "libre", había, entre otros, un barco que partía a las 7,30 de la mañana y regresaba a la misma hora por la tarde..."no quedaba más remedio"...
Tallin es una ciudad bella entre las más bellas. Lo corrobora cualquier testimonio viajero que leo. Servidor, que huye lo más que puede de las comparaciones, siempre presto a gustar y ver, y apreciar, lo que se ofrece por doquier, en este caso hará una excepción y pensará que es de las más bonitas, armoniosas, conjuntadas que ha visto en sus viajes (...por lo largo y ancho de este mundo... me completaría el chiripitifláutico capitan Tan🤦‍♂️😉)
Salgo del barco, atravieso la impresionante estación marítima, está que no se decide si a llover o a nevar, y pertrechado con mi paraguas comprado, qué cosas, en Brunéi, voy tranquilamente caminando hasta la ciudad. A sus puertas empiezo mi personal flaneo... esa palabra que vi por vez primera con Unamuno en su libro "Por tierras de Portugal y España"...flaneur, ese acertado galicismo, "paseante'", "callejero", ese vagar por las calles, callejear sin rumbo, sin objetivo, abierto a todas las vicisitudes y las impresiones que salen al paso, que tan bien definió Baudelaire en " Las flores del mal", cuando camino y destino fusionan sus acepciones: el camino es el destino, el destino es el propio camino, en las urbes.Tallin harto se presta a ello por sus adoquinadas calles...
Mi flaneo se detuvo necesaria, felizmente, en la iglesia del Espíritu Santo. Me paso una hora muy completa paseando por la irregularidad de su nave dividida en dos,  tratando de ver, algo oscuras, y situar, las interesantes pinturas en las galerías laterales, escenas del viejo testamento a un lado, del nuevo al otro...

...y observo el empeño con que entran camaradas turistas y salen cuando constatan que hay que pagar 3 euros. Considero esta iglesia un tesoro medio oculto en el tesoro al aire libre que es la propia ciudad.
...Y recupero resuello entrando, más por la solera del lugar que por necesidad personal, en el café Maiassmokk, justo al lado. Según veo, data de 1876, tratándose de una de las cafeterías en funcionamiento más antiguas de Europa; fotos de otros tiempos lo confirman.. 
Obviamente el flaneo admite, obliga, estas paradas. Al otro lado del café causa asombro lo que fue, y mala pinta tiene de que un día vuelva a ser, la embajada de Rusia. Según me contó Nicolás, nada queda de la representación diplomática en su interior mientras todo el exterior está vallado, permaneciendo en un balcón, como triste, mudo, documento, la bandera enarbolada...
Justo al lado, atravesando un sencillo arco, está el novedoso, sin parangón que yo sepa en otros lugares, el history path, ese paseo por la historia que sitúa el principio de Tallin y Estonia en el mismo brumoso origen de todos los lugares de la Tierra; le siguen fechas hito en la historia del país, y termina con un atrevido ejercicio de broma y valentía situando como últimas placas estas dos...🤦‍♂️🤦‍♂️🤦‍♂️
...y así me llego hasta la iglesia, desacralizada, de san Nicolás, que en su nave expone arte sacro pero cuyo interés mayor reside en subir a su torre, el mejor mirador a los cuatro puntos cardinales de la ciudad, pudiendo apreciar la conjunta maravilla de este trazado urbano...

...El día, todo encapotado, ha ido cayendo y antes de las cuatro la tarde ya se ha hecho noche. Sigo mi flaneo y entro de nuevo en la plaza del Ayuntamiento donde ahora está montado el popular mercadillo de navidad. Parece razonable, tiempo y fechas obligan, tomar un vino caliente...y pegar leve pero grata hebra con la pareja belga que me retrata, tras yo mismo haberlos plasmado regalàndose un beso en la barra que compartimos...al cabo del día no habré hablado con nadie más.
... y de la misma forma que llegué a la ciudad tomo camino del puerto. Por unas horas sin tiempo he estado como ausente de mi interior, ciertamente agradecido, despistado de todo, ojos tranquilos y desurgidos, atentos al flaneo que marca su ritmo sin norma. Me voy pensando en la indemostrable pero evidente felicidad, tan callada como exultante, inherente al vivir en extranjero, en modo extranjero, sentir que lo estás pero no lo eres,tan presente en el mundo como ausente...

sábado, 21 de diciembre de 2024

...VIAJE de INVIERNO...(1)

...este 2024 que termina podría titularlo, viajeramente hablando, como el año de los mil budas. Templos innumerables, budas, luces intensas, grandes aglomeraciones humanas, calor, humedad, cervezas a discreción, vida en la calle...todo ello en los países de aquel sudeste de la gran Asia por donde deambulé, viaje de meses que ahora se complementa con este otro a las antípodas de lo reseñado: luces apagadizas, fríos, nieve, largos crepúsculos en los que se resume el sol que apenas levanta, orden en gente y calles, vida recogida, norte de Europa...
Vuelo Ryanair Alicante-Helsinki, 50 €.
La primera vez, la única, que vine a Helsinki, fue con Pandora en el verano de 1991 dentro de aquel macroviaje que empezó en La Zubia, atravesó Europa, llegó al Cabo Norte, pasó algunos países del Este, cruzó Turquía y vino a concluir en Damasco, contado así a muy grosso modo. Entonces tenía ánimo para todo y no me faltaban fuerzas para afrontarlo (hoy soy una copia adaptada a los naturales estragos de la edad). En dicho viaje corrí una serie de maratones (42 km 195 m) cuyo calendario conocía previamente: Rotterdam, Amsterdam, Copenhague, Kosiče, Estambul...y Helsinki. Bien recuerdo el rato que compartí con maratonianos de Granada y la emoción que siempre supone pasar por el túnel que da entrada a un estadio olímpico (en Helsinki fueron los juegos en 1952)...supuso un personal, callado y humilde, sorbo de gloria...
Ahora, 33 años después, veo al paso del autobús la torre del estadio olímpico, el monumento a Sibelius...y subo la escalinata de la catedral que se alza sobre la plaza del Senado, ocupada estos días por un pintoresco mercadillo de Navidad...
...y sigo viaje a Rovaniemi, 12 horas en autobús, acabando hecho un cuatro pero, salvo algún breve sesteo, no he parado de disfrutar el paisaje, despejado a la ida, nebuloso al regreso...con un sol que apareció en torno al mediodía, paseó tímidamente, no llegó a dos horas, por el horizonte y, muy lentamente, como salió, se marchó. Portentosos para mí estos regulados misterios celestes (¿Pero, quién, quién los marca, controla y mantiene? ¿Será el Señor de los Espacios Infinitos?, vivimos en el puro misterio...)
Bien pertrechado de ropa salí a este viaje, con los complementos que me incluyó Alicia a mi paso por Utebo. 
Ese anorak que remata las capas que no se ven, me tocó, quien lo diría, en un amigo invisible estando de maestro en La Gomera. Mi compañera Silvia me vería "necesitado", como tanta gente, y me lo encasquetó...y buen partido le he ido sacando. -18° es un nuevo récord en mi vida, el anterior estaba en -13° aquel febrero de Hoz de Jaca... cómo serán esos fríos de -40°, -50°...Días después miro el tiempo en Rovaniemi y ya eran -22°...
Me llevó a Rovaniemi mi recuerdo del verano de 1991 cuando pasé con 🚲 en el viaje citado. De una página de mi blog rescato esta foto...33 años unen y separan estos tiempos de mi vida: yo era, supongo, el mismo, o más bien el mismo otro.
Me asombro al volver la vista atrás, verme entonces y verme ahora, y asombrarme, digo, al constatar lo que dio, sigue dando, de sí esta envoltura corporal con que la vida me echó a rodar, esta carcasa que me correspondió, como a cualquier hijo de vecino. Cierto que las hay más, mucho más, atractivas, mejor diseñadas y bellas, pero apostaría 99 sobre 100 que ninguna dio tanto de sí o fue tan pródiga en aguante y resistencia como esta mía...Ahí estoy en el NAPAPIIRI, la linea del circulo polar ártico, en medio de esa locura consumista que es el la aldea de santa Claus...
...NAPAPIIRI, mediodía...
Pero también vine a estas latitudes con la esperanza de presenciar en vivo, en directo, auroras boreales, una de mis más viejas ilusiones. Los dos noches que estuve se dieron las condiciones que se consideran casi óptimas (a excepción de la mucha claridad lunar) para que se presenten: cielo despejado y gélidas temperaturas... 
Nicolás me había pasado unas APP con predicciones de las mismas. Todo estaba dispuesto: yo, como otros, pertrechado de ropa, la app dando un 20% de probabilidades...pero, esquivas, se vio que esas noches no actuaban... mas, nunca el tiempo fue perdido: la hermosura de una luna casi llena blanqueando aún más aquel desierto lago helado y un par de estrellas fugaces conformaron aquellas frías y hermosas horas nocturnas.
...de aquel paso por estos lares nórdicos en 1991, en el albergue de Rovaniemi que me quedé, recuerdo ver que alguien ponía en un bol unos fideos secos, los rociaba con agua caliente, esperaba un rato, los aderezaba con avíos que el propio sobre traía, y listo... Descubrí los noodles, desde entonces vitualla recurrente, subsidiaria y salvadora, en mis viajes. Ver noodles y acordarme de Rovaniemi es todo uno.Tal vez fue en este mismo albergue, de cálido nombre: Arctik Heart, Corazón Àrtico. 
Me considero mayor, o viejo, también, para con 70 años andar trotando albergues: una economía justa, que no ajustada, un buen conformar y unos precios muy elevados (45 € por noche habitación compartida, lo más barato) me animan a no dejarlos, a seguir durmiendo a los  contingentes sonidos, luces y olores de los compañeros durmientes...y a veces, muchas si me dejara, ocurren encuentros interesantes para alguien ya más necesitado de silencio que de nuevas amistades. 
Estos chicos italianos, de Venecia, uno Fabio, youtuber (así se presentó) 25 años, y otro, Darío, 19 años, estudiante de ¿?, me preguntaron qué hacía, dónde iba, de dónde venía etc...y se empeñaron en tener un recuerdo común. Respondiendo al interés que les suscitè les hablé un poco de mi vida errática, nómada, y como vieron que había material no dejaron de preguntarme de aquí, de allá y acullá, y haciendo un guiño a su tierra les nombrè la canción Nómadas, de Franco Battiato...ni conocían la canción, ni les sonaba, ay, el amigo Franco😭...
Vuelvo a Helsinki, al albergue Diana: sigo pensando que hoy en día la calidad de los albergues no se mide por el mejor o peor estado de las instalaciones, limpieza, gente de la recepción... todos alcanzan buen nivel: se mide por la educación de los albergados...así, una noche puede ser la mejor, con ocho personas respetuosas, que compiten en no molestar al resto o todo lo contrario, gente que impone su presencia, que prende la luz sin reparos, que molesta con el teléono...
De Helsinki viajo a Tallin, capital de Estonia, viaje ida y vuelta en el mismo día ida, paseo de 9 horas por la bellísima ciudad báltica que merece página aparte...
... y así sigo viaje para Jyväskylä, unos 270 km al norte de Helsinki. Este viaje de invierno, desde un principio, tenía un nombre y un destino: Nicolás. Allí, en la estación de autobuses, fiel, me está esperando con su generoso abrazo. Nicolás está en el origen de este viaje: fue comunicarme, hace meses, que iría de Erasmus a Finlandia y decirle que iría a visitarlo fue todo uno...
Como hace cuando voy a su casa en Utebo, Zaragoza, ha vuelto a dejarme de grado, sin pensarlo, su cuarto y su cama en esta casa mientras él instalaba su dormir con un colchón hinchable en la cocina. Digno hijo de sus padres, Alicia y Miguel Ángel, digno oriundo de aquellos lares pirenaicos donde por ventura me llevó la vida.
Yo, permanente huésped, en permanente itinerancia, en una vida cuidado, mimado diría, por una legión de anfitriones, encuentro a Nicolás como el más joven de esta nutrida lista: preparó las comidas, me tenía preparado un pase de autobús y -no podía faltar- me invitó a la reparadora sauna en los bajos del propio edificio...
Mientras él andaba en sus tareas universitarias di una vuelta por el entorno del lago, ya helado...y lástima no poder visitar el museo de Alvar Aalto, cerrado por lunes...
Quién sabe si no regresaré al otro lado de este tiempo allá por mayo...con el mismo abrazo que me recibió me despidió en la estación de autobuses de Jyväskylä. Objetivo de viaje bien cumplido...y vi las auroras boreales, las luces del norte, a través de los ojos y cámara de Nicolás...👌👌👌
...y el viaje de invierno seguía...